Hasta que se consumara el fracaso de su renovación el mes pasado, la Iniciativa de Grano del Mar neցro era considerado el único acuerdo exitoso entre Rusia y Ucrania desde el inicio de la guerra. E…
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El grano ucraniano y el hambre en el sur global
15/08/2023
Hasta que se consumara el fracaso de su renovación el mes pasado, la Iniciativa de Grano del Mar neցro era considerado el único acuerdo exitoso entre Rusia y Ucrania desde el inicio de la guerra. El acuerdo permitió, entre el 23 de agosto de 2022, cuando el primer buque navegó desde un puerto ucraniano hacia el Bósforo, hasta el 17 de julio de 2023, fecha en la que expiró oficialmente, el transporte de 32,9 millones de toneladas métricas de productos absolutamente esenciales como el grano. Prematura e injustificadamente optimista, en el momento de la firma, el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres calificó la iniciativa como “un rayo de esperanza” que traería “alivio a los países en desarrollo al borde de la bancarrota y a los pueblos más vulnerables al borde de la hambruna”.
Alcanzado en un momento en el que Ucrania buscaba mantener los ingresos derivados de la exportación de algunos de sus productos estrella -Kiev ha trabajado duro en la última década para presentarse como
superpotencia agrícola- y Rusia trataba de evitar las acusaciones de causar una hambruna en el sur global, el acuerdo nunca fue la iniciativa humanitaria que presentó Guterres. Ucrania, más capacitada para generar una narrativa a su favor, edulcoró su discurso presentándose como la salvadora del mundo en desarrollo frente a la malvada potencia que les negaba el pan. Políticamente, Kiev buscaba exactamente el mismo objetivo que Moscú: atraer a su bando a los países del
resto del mundo, esa gran mayoría de la población mundial que no entra dentro del constructo
Occidente, y alejarla de la neutralidad o alejamiento de la guerra que se estaba imponiendo en la mayor parte de los casos.
La cancelación del acuerdo tras el ataque ucraniano al puente de Crimea, última gota que colmó el vaso de la ya saturada paciencia rusa, que ha visto cómo solo Ucrania y sus socios se han beneficiado del acuerdo, ha traído de vuelta los mismos argumentos utilizados durante los primeros meses de guerra rusoucraniana sobre los efectos del bloqueo de los puertos ucranianos del mar neցro en los precios del grano y sus consecuencias en el mercado mundial. Como prácticamente todos los aspectos de la guerra entre Rusia y Ucrania, y antes entre Ucrania y Donbass, el discurso nunca ha estado acompañado del contexto ni el análisis sobre la realidad en la que se produce. Kiev, de forma coordinada por sus socios y la connivencia de la prensa, logró en 2022 imponer su narrativa de salvación del mundo, que ha perdurado a lo largo del año en el que se ha mantenido en vigor el acuerdo de exportación de grano.
La labor es incluso más sencilla actualmente. Fue Rusia quien finalmente decidió romper el acuerdo, por lo que se ha hecho cargar a Moscú con la completa responsabilidad del fracaso de la renovación de una iniciativa que favorecía a ambas partes y, como es habitual, también al país mediador, Turquía. Con el acuerdo, Ucrania lograba mantener los ingresos, que sustentan a uno de los pocos sectores competentes de su economía, garantizando así parte del empleo asociado a él. Rusia, por su parte, ganaba, de forma diplomática y sin necesidad de realizar un bloqueo naval, control frente a la posibilidad de tráfico de armas en el mar neցro. Sin embargo, el acuerdo no desbloqueó, como Rusia esperaba, sus exportaciones agrícolas, Occidente rechazó reconectar su banco sectorial al sistema internacional de pago SWIFT (como sí se ha hecho con otras excepciones para permitir que los países occidentales pudieran recibir gas y petróleo ruso) ni se ha levantado el veto a los fertilizantes rusos y bielorrusos, cuya importancia es capital para aquellos países que no tienen capacidad de producción a la hora de mantener su producción agrícola.
Durante los últimos días de vigencia del acuerdo, cuya renovación aún era posible, pero resultaba crecientemente evidente que Rusia estaba cada vez más molesta con la forma en la que se ha aplicado, los medios occidentales recuperaron el mismo argumento de los momentos iniciales. Sin embargo, en esta ocasión era posible demostrar con datos que el acuerdo no había servido fundamentalmente para alimentar al sur global. Según un artículo publicado esta semana por
Project Syindicate, un medio del
establishment occidental nada propicio a respaldar los argumentos rusos, “gran parte de las exportaciones de grano no llegaron a los países más pobres del planeta. En lugar de eso, el 81% de los 32,9 millones de toneladas métricas exportados según la Iniciativa de Grano del Mar neցro fueron a parar a países de ingresos altos o medio-altos, fundamentalmente países europeos como España, Italia y Países Bajos, así como China y Turquía. Los países de ingresos bajos recibieron el 3% de las exportaciones de grano de Ucrania y el 9% de su trigo (que fue a parar fundamentalmente a Bangladesh)”.
Se trata exactamente de las acusaciones planteadas por la Federación Rusa, que denunció que el grano estaba siendo vendido a países ricos en busca de mayores ganancias. Pese a las acusaciones rusas, Ucrania debería comerciar libremente con países a su elección. El problema radica en el uso de este comercio para presentar al país como salvador del sur global frente al hambre causada por Rusia cuando la realidad no se corresponde con el discurso. “Teniendo en cuenta que los países jovenlandeses importadores de alimentos recibieron solo una pequeña fracción es esas exportaciones, los temores a que la ruptura del acuerdo fueran a llevar a una hambruna en el continente parecen ampliamente exagerados”, añade Jayati Ghosh, profesora de Economía en la Universidad de Massachusetts Amherst y miembro de la Comisión de Transformación Económica del Club de Roma en su artículo publicado por
Project Syndicate.
En su argumentación, Ghosh incide también en la idea de la oleada turística rusa como causa del fuerte aumento de precios del grano, lo que pudiera derivar en una hambruna en el sur global. La economista explica que los precios globales del trigo aumentaron un 23% en los meses posteriores a la oleada turística rusa. Ese fue el momento en el que el bloqueo de los puertos ucranianos impedía la exportación y la exclusión de los bancos rusos del sistema SWIFT impedían también sus exportaciones, con lo que el grano de dos de los grandes productores dejaba de circular libremente por el mercado. Los precios regresaron a los niveles anteriores al 24 de febrero de 2022 en diciembre de ese año en un descenso ampliamente adjudicado a la Iniciativa de Grano del Mar neցro.
Sin embargo, Ghosh explica que esas fluctuaciones y el discurso aparejado a la guerra entre Rusia y Ucrania y los efectos del acuerdo de exportación de grano no se corresponden con la realidad. Todo ello a pesar del evidente shock que supone para el mercado la desaparición del mercado de los productos de los dos países, que hasta ese momento suponían alrededor del 25% de las exportaciones -que no de la producción- de trigo. Ese es precisamente el primer argumento con el que la economista contrarresta el discurso oficial. Pese a la ausencia del grano ruso y ucraniano del mercado, el suministro mundial total no solo no descendió sino que se mantuvo estable tanto en producción como en la cantidad disponible para el comercio. “Entre junio de 2021 y junio de 2022, cuando los precios del grano llegaron a su máximo, la producción global aumentó en cinco millones de toneladas, mientras que el volumen de comercio aumentó en tres millones de toneladas. En ese periodo, las reservas aumentaron ligeramente (en tres millones de toneladas”, explica. Nunca se produjo un desabastecimiento que pudiera justificar un empeoramiento de la seguridad alimentaria mundial.
El segundo argumento de Ghosh es que tampoco las carencias regionales pueden ser utilizadas como justificación para exagerar el valor de Ucrania o del acuerdo de exportación de grano. “Los gobiernos y la prensa tienden a subrayar la escasez regional específica mientras ignoran los aumentos de producción y comercio en otras partes del mundo. En realidad, el trigo es producido a nivel global, lo que significa que las carencias en una región pueden superarse con aumento de producción en otras”. Los datos sobre el aumento de la producción global avalan este razonamiento.
Aun así, el aumento de precios a nivel global tras el inicio de la intervención militar rusa se produjo. En una forma de simplificación de los hechos para hacerlos coincidir con el discurso oficial, la explicación se limitó a culpar a la guerra de la inflación e incluso acusar a Rusia de utilizar el hambre del sur global como arma contra Ucrania y contra Occidente.
“Así que, ¿qué causó ese aumento en el precio del trigo?”, se pregunta Gosh, para buscar la respuesta en la forma en la que el capital ha organizado el comercio mundial. La economista explica que “para responder a esta pregunta, debemos seguir el dinero. El mercado global del trigo opera como un oligopolio, con cuatro grandes comerciantes de trigo -Archer-Daniels-Midland, Bunge, Cargill y Louis Dreyfus- que controlan más del 70% del mercado y con Glencore, que controla otro 10%. En las primeras fases de la guerra de Ucrania, especialmente entre marzo y junio de 2022, los Cuatro Grandes comerciantes obtuvieron ingresos y beneficios de récord. Los ingresos anuales de Cargill aumentaron un 23% hasta los 165.000 millones, mientras que los de Louis Dreyfus se dispararon en un 80%. Estas ganancias reflejan que el aumento de precio no estaba vinculado a la demanda mundial real sino a las dinámicas de suministro”.
Pero, más allá de la actuación de las grandes empresas agrícolas, el aumento de los precios del trigo a nivel mundial se debe a la especulación del capital. “Los inversores financieros, entre ellos fondos de pensiones, aumentaron sus acciones a largo plazo en el mercado de futuros de París del 23% en mayo de 2018 al 72% en abril de 2022. Diez fondos de cobertura
guiados por la coyuntura ganaron 1.900 millones de dólares a base de capitalizar el aumento de precios causada por la oleada turística rusa de Ucrania. en lugar de prevenir o contener esos movimientos financieros, los reguladores de Estados Unidos y la Unión Europea permitieron que continuaran sin cesar”.
“Aunque el hambre ha aumentado en los últimos años a nivel global, no ha sido a causa de la carencia de grano”, añade, para concluir finalmente que, teniendo en cuenta ese contexto de enormes ganancias empresariales y venta de los productos ucranianos fundamentalmente a países de altos ingresos, como prueba la prohibición de los países del este de Europa de venta del grano de Ucrania, los problemas de seguridad alimentaria en el sur global no pueden ser achacados a la situación vinculada a la guerra. De ahí que tampoco la reactivación del acuerdo de exportación de grano fuera a suponer la solución para la crisis. “La Iniciativa de Grano del Mar neցro parece haber sido más algo para facilitar las exportaciones de Ucrania -un objetivo loable en sí- que sobre tratar el hambre en el mundo”, sentencia. Sin embargo, necesitada de épica y en busca de demonizar a Rusia al máximo, Ucrania optó por un discurso simplista en el que eran sus productos los que garantizaban que no hubiera hambre en el mundo.