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En una guerra no dura dos segundos, parece que le pesa el arma y es lenta cuando va a apuntar, en combate se cansa a los dos segundos y ya no sabe apuntar.la amo
El problema es que el concepto de alfa en este foro, consiste en pasarse el día en el gym levantando hierros y doparse con química venenosa, lucir pelazo -inequívoco síntoma de estrógenos- hasta ser nonagenario, lucir inútil artilugio en la muñeca de muchos eypos y ser un auténtico disminuído intelectual.Efectivamente y las dos lineas ganadoras básicamente hoy son o ser un alfa o ser un emprendedor de éxito. Quedaría una tercera tal vez y es tener un buen IQ. Abstenerse medianias.
El artículo de De Prada del viernes. Como casi siempre, es la monda.
Señalábamos en un artículo anterior que, paradójicamente, la llamada 'libertad de expresión' se ha convertido en un instrumento pintiparado para el sometimiento de las masas cretinizadas. Los poderes sistémicos han hallado en la 'libertad de expresión' un recurso idóneo para enardecer una demogresca estéril y por completo inane que mantiene enardecidas a las gentes, haciéndoles creer que protagonizan una batalla cósmica en la que se dirime el destino humano, cuando lo cierto es que tales aspavientos no son sino desahogos onanistas propios de animales enjaulados que se refocilan en la abyección.
Un ejemplo lastimoso y especialmente ilustrativo de esta utilización de la 'libertad de expresión' como recurso para mantener a la gente sometida nos lo brindó hace unas semanas el repulsivo festival de Eurovisión. Siempre había sido este festival una birria patética e irrefrenablemente cursi, concebida para estragar el gusto musical de los pueblos que en él compiten, así como para fomentar en ellos un gregarismo de rebaño que se disfrazaba con unas ínfulas de fraternidad universal más falsas que Judas. Pero, durante los últimos años, el festival de Eurovisión se ha convertido en una repulsiva pasarela del adefesio donde los especímenes humanoides más grotescos tremolan las banderas de las ideologías en boga; y donde la música –o sus sucedáneos más infames– no es más que un chapucero macguffin para mantener entretenidas a las masas cretinizadas, mientras las pastorean hacia el redil de esas ideologías que las convierten en papilla humanoide.
Este año el festival de Eurovisión se presentó como la palestra donde a las masas cretinizadas se les brindaba la posibilidad de apoyar o rechazar la criminal hecatombe de Gaza, que se desarrolla ante la inoperancia de la llamada sarcásticamente 'comunidad internacional'. Naturalmente, se trataba de una operación hábilmente diseñada por los poderes sistémicos para infundir un espejismo de protagonismo entre las pobres gentes sometidas a quienes se niega cualquier posibilidad de verdadera acción política colectiva. Centrándonos en España, la argucia resultaba especialmente maligna: pues el festival de Eurovisión se celebró tras la gira cosmética que el doctor Sánchez se sacó de la manga, reclamando retóricamente el reconocimiento del 'Estado palestino' para tapar el escándalo de Begoñísima, conseguidora de millonadas de dinero público para sus amiguetes; y, justamente cuando el festival se celebraba, el ministro Albares había ido a sacar brillo –como buen caniche– las almorranas de su 'homólogo' yanqui, con quien firmó acuerdos sobre (risum teneatis) «multilateralidad» y «lucha contra la desinformación». O sea, traducido al román paladino, sobre sometimiento colonial y lucha contra toda forma de disidencia que cuestione el discurso sistémico. Por supuesto, a la potencia fiambre y criminal que rige nuestros destinos se la rezuma que la colonia representada por el ministro Albares reconozca al 'Estado palestino' de forma retórica; pues sabe que ese reconocimiento tiene el mismo valor que una etiqueta de anís del Mono.
Sobre este telón de fondo se celebra el festival de Eurovisión, que ha ideado el recurso del voto telemático para hacer creer a los papanatas que su parecer (su gusto estragado) interesa a alguien. Como ya hemos explicado en alguna ocasión, la tecnología se ha convertido en un instrumento pintiparado para sofocar por completo cualquier tipo de acción política colectiva, brindando a las masas cretinizadas una inmediata satisfacción; pues sus indignaciones y protestas se desahogan banalmente a través de un like, un retuiteo, un voto telemático. Antaño, a los fantoches se les iba toda la fuerza por la boca; hogaño, a los papanatas les basta con pulsar sus pantallitas táctiles para sentirse relevantes, para sentirse 'empoderados', para sentirse insustituibles.
Así, procurando a sus masas cretinizadas adscritas a los negociados de izquierdas y derechas el pueril alivio jovenlandesal de votar telemáticamente en contra y a favor del cantante israelí en el festival de Eurovisión, los poderes sistémicos pueden permitirse que Israel siga consumando el exterminio palestino tranquilamente. Así se crea una patética charca donde las ranas croan un like, un retuiteo, un voto telemático, pensando que su croar cambia el devenir de la Historia. Así, votando en contra del cantante israelí, algunos piensan lastimosamente que salvan a los niños palestinos de las bombas israelíes o de los francotiradores que les disparan al cráneo. Claro que su papanatismo no es comparable a la vileza de los que votan telemáticamente a la cantante israelí con el mismo calambre de voluptuosidad con que el francotirador aprieta el gatillo o el artillero dispara la bomba , mientras tararean patrióticamente los acorde de astuta.