ROBOTECH
Madmaxista
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17 ABRIL DE 2024, 23:30 hora local.
2 meses después del primer impacto nuclear.
Una enorme caravana de coches y furgones policiales escoltan una limusina negra blindada y con los cristales tintados por las calles de Bangkok. Un contingente formado por 100 policías antidisturbios aguardan a las puertas de la discoteca Coconut Beach, despejando un perímetro de 250 metros con porrazos si es necesario.
Los edificios aledaños han sido evacuados. Francotiradores apostados en sus ventanas.
El ruido es atronador por las calles, chillidos y gritos de féminas extasiadas.
Los furgones policiales se detienen en forma de U abriendo un pasillo hacia la entrada de la discoteca. De ellos salen policías, formando una tercera línea de defensa interna, interior a la de las furgonetas, que a su vez están protegidas por los 100 antidisturbios que sueltan porrazos a diestro y siniestro.
El jefe de los servicios secretos tailandeses abre la puerta de la limusina. Una pierna de su ocupante empieza a salir del interior de la limusina. Un pie toca tierra. El individuo comienza a andar lentamente, ajeno al ajetreo, hacia el interior de la discoteca. Pisa la alfombra roja con desinterés. El hombre blanco español no medicado traspasa por fin las puertas del club.
El Primer Ministro de Tailandia le hace una reverencia y le da la bienvenida en perfecto castellano:
-Buenos días, Señor, espero que todo esté de su agrado.
El español camina recto sin prestar atención al primer ministro. Dirige sus pasos a la zona VIP.
A su izquierda y derecha un contingente con las mejores mujeres jóvenes de la nación. La élite física e intelectual del país. La crème de la crème. Las chicas tiemblan a su paso. Miran al suelo, como se les ha ordenado. Ninguna tiene derecho a mirar al purasangre a los ojos.
Un momento. Una insolencia. Una de las chicas ha levantado la mirada durante un segundo para ver la cara del Maestro, que se detiene. Se hace el silencio. Inmediatamente la chica baja la mirada pero ya es tarde. El Primer Ministro queda boquiabierto y con los ojos saltones. La ley es clara: la insolente fruta debe morir.
El Dios español dirige sus pasos hacia ella, con la cabeza gacha y ojos cerrados, temblorosa y con el corazón latiendo ya a 180 pulsaciones por minuto. Extiende su brazo y agarra a la chiquilla por la mejilla. Levanta su cara.
-¿Querías mirarme? Mírame.
Le espeta en un español que ella no puede entender.
-¡Mírame!
A punto de llorar, ella abre los ojos, sabiendo que tal vez sea la última vez que lo haga.
El Dios español levanta su cara con una mano mientras le da un beso en la frente y le susurra al oído:
-ERRARE HVMANVM EST
El purasangre sonríe mientras se miran fijamente a los ojos y sigue su paso.
Días después se comentaría esta acción como un gran acto de magnanimidad, aumentando la leyenda del Maestro, del purasangre, del Dios español.
El sistema nervioso de la interfecta tarda varios segundos en procesar lo ocurrido, saturado por el exceso de electrolitos y testosterona traspasados eléctricamente al contacto de los labios del Dios con la frente de la chica.
La chica tiene un orgasmo.
El Maestro purasangre por fin llega a la sala VIP. Asienta sus sagradas posaderas sobre un sofá de terciopelo rojo. Frente a él una mesa de ébano clareado con un plato de humeante cochinillo al estilo segoviano aliñado con curry y especias orientales, y junto a la comida un refresco natural hecho a base de mango, leche de coco, vainilla Bourbon, canela de Sri Lanka, cardamomo, ashwagandha y espermidina.
Sobre la mesa también un potente ordenador portátil con la última versión del sistema operativo Deepin y la ventana abierta en el navegador con el foro Burbuja.info.
-Bring her to me.
Y le da un sorbo a su refresco.
Dirige su atención al portátil, al foro Tercera Guerra Mundial. Un forero otanista se ha podido conectar a la red Star Link a través de un viejo ordenador Pentium 4 que guardaba en un trastero que sobrevivió al pulso nuclear EMP lanzado sobre la estratosfera. Se esconde en las Alpujarras granadinas. Todo a su alrededor es ceniza humeante. La radiación está destrozando su cuerpo. Se ha amputado una mano en un vano intento de frenar la radiación. Se está gangrenando.
No se atreve a poner una foto de su cuerpo en descomposición, pero pone uno de su gato radioactivizado:
Se hace entrar a la chica en la sala VIP. Ahora devuelve la mirada al purasangre. Una mirada que pocos hombres recibirán en su vida, una mezcla de curiosidad, deseo y orgullo, pues esta noche ella ha sido la elegida.
En cuestión de minutos el Dios español, conocido en los foros como @ROBOTECH , uno de los pocos hombres blancos supervivientes en el mundo y cuyo peso vale ORO, un purasangr con sus sentidos amplificados por el cóctel de sustancias vigorizantes que consume a diario, detecta con su olfato los fluidos vaginales de la elegida, que ya gotean por sus muslos.
Será preñada esta noche.
2 meses después del primer impacto nuclear.
Una enorme caravana de coches y furgones policiales escoltan una limusina negra blindada y con los cristales tintados por las calles de Bangkok. Un contingente formado por 100 policías antidisturbios aguardan a las puertas de la discoteca Coconut Beach, despejando un perímetro de 250 metros con porrazos si es necesario.
Los edificios aledaños han sido evacuados. Francotiradores apostados en sus ventanas.
El ruido es atronador por las calles, chillidos y gritos de féminas extasiadas.
Los furgones policiales se detienen en forma de U abriendo un pasillo hacia la entrada de la discoteca. De ellos salen policías, formando una tercera línea de defensa interna, interior a la de las furgonetas, que a su vez están protegidas por los 100 antidisturbios que sueltan porrazos a diestro y siniestro.
El jefe de los servicios secretos tailandeses abre la puerta de la limusina. Una pierna de su ocupante empieza a salir del interior de la limusina. Un pie toca tierra. El individuo comienza a andar lentamente, ajeno al ajetreo, hacia el interior de la discoteca. Pisa la alfombra roja con desinterés. El hombre blanco español no medicado traspasa por fin las puertas del club.
El Primer Ministro de Tailandia le hace una reverencia y le da la bienvenida en perfecto castellano:
-Buenos días, Señor, espero que todo esté de su agrado.
El español camina recto sin prestar atención al primer ministro. Dirige sus pasos a la zona VIP.
A su izquierda y derecha un contingente con las mejores mujeres jóvenes de la nación. La élite física e intelectual del país. La crème de la crème. Las chicas tiemblan a su paso. Miran al suelo, como se les ha ordenado. Ninguna tiene derecho a mirar al purasangre a los ojos.
Un momento. Una insolencia. Una de las chicas ha levantado la mirada durante un segundo para ver la cara del Maestro, que se detiene. Se hace el silencio. Inmediatamente la chica baja la mirada pero ya es tarde. El Primer Ministro queda boquiabierto y con los ojos saltones. La ley es clara: la insolente fruta debe morir.
El Dios español dirige sus pasos hacia ella, con la cabeza gacha y ojos cerrados, temblorosa y con el corazón latiendo ya a 180 pulsaciones por minuto. Extiende su brazo y agarra a la chiquilla por la mejilla. Levanta su cara.
-¿Querías mirarme? Mírame.
Le espeta en un español que ella no puede entender.
-¡Mírame!
A punto de llorar, ella abre los ojos, sabiendo que tal vez sea la última vez que lo haga.
El Dios español levanta su cara con una mano mientras le da un beso en la frente y le susurra al oído:
-ERRARE HVMANVM EST
El purasangre sonríe mientras se miran fijamente a los ojos y sigue su paso.
Días después se comentaría esta acción como un gran acto de magnanimidad, aumentando la leyenda del Maestro, del purasangre, del Dios español.
El sistema nervioso de la interfecta tarda varios segundos en procesar lo ocurrido, saturado por el exceso de electrolitos y testosterona traspasados eléctricamente al contacto de los labios del Dios con la frente de la chica.
La chica tiene un orgasmo.
El Maestro purasangre por fin llega a la sala VIP. Asienta sus sagradas posaderas sobre un sofá de terciopelo rojo. Frente a él una mesa de ébano clareado con un plato de humeante cochinillo al estilo segoviano aliñado con curry y especias orientales, y junto a la comida un refresco natural hecho a base de mango, leche de coco, vainilla Bourbon, canela de Sri Lanka, cardamomo, ashwagandha y espermidina.
Sobre la mesa también un potente ordenador portátil con la última versión del sistema operativo Deepin y la ventana abierta en el navegador con el foro Burbuja.info.
-Bring her to me.
Y le da un sorbo a su refresco.
Dirige su atención al portátil, al foro Tercera Guerra Mundial. Un forero otanista se ha podido conectar a la red Star Link a través de un viejo ordenador Pentium 4 que guardaba en un trastero que sobrevivió al pulso nuclear EMP lanzado sobre la estratosfera. Se esconde en las Alpujarras granadinas. Todo a su alrededor es ceniza humeante. La radiación está destrozando su cuerpo. Se ha amputado una mano en un vano intento de frenar la radiación. Se está gangrenando.
No se atreve a poner una foto de su cuerpo en descomposición, pero pone uno de su gato radioactivizado:
Se hace entrar a la chica en la sala VIP. Ahora devuelve la mirada al purasangre. Una mirada que pocos hombres recibirán en su vida, una mezcla de curiosidad, deseo y orgullo, pues esta noche ella ha sido la elegida.
En cuestión de minutos el Dios español, conocido en los foros como @ROBOTECH , uno de los pocos hombres blancos supervivientes en el mundo y cuyo peso vale ORO, un purasangr con sus sentidos amplificados por el cóctel de sustancias vigorizantes que consume a diario, detecta con su olfato los fluidos vaginales de la elegida, que ya gotean por sus muslos.
Será preñada esta noche.