Tengo que confesar que mi deseo más profundo es agarrar un bate y sumarme a las masas enfurecidas y dispuestas a defender hasta el último grano de arena de España.
Por otro lado, pienso en lo que debe ser soportar a Rajoy y su parsimonia gallega cuando la adrenalina inunda tu sistema y me ha dado un poco de lástima.
Van a quedar ulcerosos y con el corazón débil. Pobre gente.
La anguila de las rías bajas los va a dar de baja de la suscripción de la vida a fuego lento. Estoy dispuesto a frenar mis ímpetus a cambio de ver la aplanadora funcionar.
Ahora Rajoy va a leer con voz lenta... ha empezado el hervor.