La Catolicidad es nuestra esencia, nuestra tradición y nuestro destino. No hay otra, no podemos engañarnos. Cualquier otra cosa es un invento con poco recorrido y experiencia, poco pasado y ningún futuro. Incluso nuevos inventos que pretendan ser operativos deberán estar insertos en la corriente católica y nunca construirse en contra.
Para mí el llamado a la catolicidad ha venido de dos fuentes primordiales:
-El Tradicionalismo católico de tipo carlista, con grandes referentes como Rafael Gambra, Miguel Ayuso, Vázquez de Mella o Elías de Tejada.
-El Paracatolicismo de los nuevos conversos o semiconversos, y aquí meto al llamado ateísmo católico de Gustavo Bueno, Elvira Roca Barea y otros.
Al catolicismo me ha empujado también el estudio y crisis de las diferentes ideologías de la Modernidad. A lo largo de mi vida he sido comunista, socialdemócrata, apolítico e identitario. Pero sólo al llegar al catolicismo he encontrado la razón y el ser, el manantial del que beben todos los ríos de las ideologías, la matriz general, la verdad de verdades.
Me empuja también la necesidad de defensa ante la persecución y hostigamiento que practican los gobiernos e instituciones progresistas. Cada declaración nihilista o anticristiana de los responsables de los partidos políticos me inspira una especie de fuego interior que me hace querer luchar cinco millones de años, si pudiera y si hiciera falta.
Junto a todo esto, me repele enormemente la flojera de los católicos "privados" del Estado liberal, del catolicismo trotskista del Concilio Vaticano II y de la doble Teología Protestante de la Liberación y el Enriquecimiento. La cosa viene de lejos. Los flojos eran mandados lejos, a las Misiones de potencias imposibles de evangelizar, a China (Ricci) o a Europa (Suárez). Los flojos anuncian que pisamos tierra de barbarie.
Un aspecto importante es que el catolicismo es un sistema completo: religioso, moral, filosófico, cultural, social y político. Es capaz de integrar otros cuerpos y órganos, pero no puede andar sin piernas. La parte política es la del Imperio católico: sin un planteamiento de Refundación política en la forma de Imperio católico hay poco que hacer. La acción política debe llevarse a cabo junto a la religiosa.