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Las generaciones venideras juzgarán como corresponde la codicia de unos y prepotencia de otros en su miope concepción de un progreso que se ha desvanecido como un espejismo a costa de la destrucción de un paisaje que permanece vivo en la memoria de los viejos pero que ya no se recuperará jamás.
Faaaaaalso. Eso sería aplicable si estuviésemos en 1950 o algo así.
A las generaciones venideras eso les va a importar una cosa, pues ni sus padres viven a día de HOY aquí.
Las generaciones venideras de españoles, en solar patrio o emigrados, aún más éstos, cuando comparen su patria originaria con lo que vean por ahí solo podrán preguntarse ¿qué ocurrió en mi país? Es lo malo de la destrucción laminadora: que persiste para siempre.
Me logueo para agradecerte llamarme la atención sobre este artículo que no había visto y con el que no se puede estar sino, lamentablemente, del todo de acuerdo. Goytisolo lleva hablando de la falta de amor por el paisaje del ser ibérico desde los años 70 (véase "España y los españoles", que sigue totalmente vigente), cuando el movimiento ecologista no era todavía más que un lejano e inaudible rumor. Cuando nos comparamos con los pueblos centro y norteeuropeos en ese sentido, salimos exageradamente malparados, como si el pensamiento moderno (que en algunos países tiene casi 2 siglos, como en el Reino Unido) no hubiera calado o quizá no pudiera calar en este solar atrasado e intelectualmente estéril, también yermo desde los puntos de vista de la sensibilidad y la estética. Es lo que hay: y quizá la maleta vaya siendo cada vez mejor opción. Y no hablo en este caso de buscar trabajo.