La historia está bien para ver lo fácil que es poner frente a sus propias contradicciones a los defensores de lo políticamente correcto, y como el pensamiento de masa se acaba imponiendo a la lógica más elemental. De todos modos, pese a que el protagonista del relato se pusiera en una situación extrema para poner de relieve lo endeble y contradictorio que resulta el discurso feminista, yo creo que una persona que piense así en los tiempos actuales es prácticamente un héroe, o al menos una persona a respetar.
Es lógico y natural que la mujer deba quedarse en el hogar y cuide de los hijos, algo que hasta hace pocas generaciones ha sido así y ha permitido que la estirpe se perpetúe, con altas tasas de natalidad y manteniendo los valores y tradiciones de los antepasados en un legado ininterrumpido. Una sociedad sana debe de tener claro los roles sensuales y el lugar que hombres y mujeres ocupan en la comunidad.
Que la mujer llegue virgen al matrimonio a día de hoy creo que es algo más deseable que se la haya amado todo Dios como suele ocurrir, y también es una forma de respetarse a sí misma y a la persona con la que piensa compartir su vida y formar una familia. En definitiva, tomando en serio los argumentos del protagonista de la historia, defender eso que llaman "machismo" y que es tan denostado en nuestros días, a mi me parece que es defender valores tradicionales muy necesarios para no caer en la atomización e inorganicidad, consagrada al individualismo disgregado, sin valores ni principios, donde todo se abandona al hedonismo y al placer de cada momento. La naturaleza nos hizo diferentes pero complementarios, y al fin y al cabo la llamada "liberación femenina" no deja de ser un engaño mediante el cual la mujer está siendo explotada en un mercado laboral donde se practica el capitalismo salvaje e inhumano que no sufriría si se encontrase relegada al hogar, con sus hijos y familia, que no es ninguna guandoca ni un castigo. De hecho, muchas mujeres que se dan el pasaporte trabajando por un sueldo perversos preferirían el hogar. No es casualidad que la fundación Rockefeller y el propio sistema liberal-capitalista se haya empeñado en promover el feminismo y sus ideas destructivas de la naturaleza femenina y de la sociedad en su conjunto.