Igual es cierto que las distancias máximas posibles de marcha por día no son muy representativas del ritmo de marcha normal.
Parece ser que varios de los que discuten tienen razón: que lo "normal" haya sido de 30-35Km/d con sus 30Kg a cuestas. Y que, en algunas ocasiones excepcionales, se sacrificaban para llegar a 50Km.
Justamente sacrificarse significa que tuvieron que aceptar pagar con algo como:
- pérdida de tropas en el camino
- asumir el costo de incorporar bestias de carga adicionales para que, en ciertos tramos, los hombres pudieran llevar menos peso
- mayor período de recuperación necesario al llegar
- ...
No es lo mismo hacer 35Km en el Camino de Santiago para llegar a un refugio, ducharse, cenar y dormir tranquilito, todo equipado con las últimas comodidades que te vendió el Decathlón, calzones que pesan 2g y comida en polvo, quejarte de los ácaros y chinches en el colchón, que hacer esos mismos 35Km con el equipaje rudimentario de hace 2.000 años, bajo condiciones de estrés, llegar y tener que levantar una tienda en un campo infestado de mosquitos y todo tipo de fieras molestas, y sabiendo que, posiblemente, al final del día aparezca un contingente de enemigos igualmente motivado que el tuyo, con voluntad de pasarlos a todos a degüello. No es lo mismo hacer el Camino de Santiago por voluntad propia a tener que marchar porque a algún gobernante se le ocurrió que es momento de guerra contra tu vecino del otro lado del charco. Hacerlo por disfrutar del paisaje que hacerlo por unas monedas y de modo "forzado".
Las ampollas que son una molestia a los dos o tres días del Camino de Santiago, que parece ser la referencia en este hilo, pueden marcar la diferencia entre la vida y la fin en el campo de batalla.
Cualquiera de nosotros podría ser capaz mañana mismo de caminar 40Km con 20Kg de peso, sin preparación previa. No todos nosotros podríamos repetirlo al día siguiente. Menos podrían hacerlo un tercer día.
Es cierto que estaban preparados, entrenados, lo que quieran. Pero eran hombres, como los de ahora. Como otras máquinas o bestias, capaces de un gran esfuerzo puntual, pero arriesgándose a averías en caso de esfuerzos sostenidos.