DESEMBARCO EN BUENOS AIRES
Su primera meta era Estados Unidos, pero en 1923 el cupo de inmi gración para griegos estaba completo y decidió embarcarse rumbo a la Argentina, donde tantos griegos habían alcanzado la fortuna.
Un 21 de setiembre, con 17 años cumplidos, Aristóteles Onassis descendía en Puerto Madero, para alojarse en el hotel de emigrantes. Llegó 31 país con una valija vieja en la mano y 450 dólares en el bolsillo. Pero lo más importante era su firme determinación de encontrar en este nuevo mundo, lo que la vieja Europa, agotada por guerras y conflictos, le estaba negando.
Sin diploma, sin oficio, sin dinero ni relaciones influyentes, Ari debió arremangarse para realizar todo tipo de tareas: lavaplatos, albañil, hasta que, seis meses después, pudo entrar como aprendiz de electricista en la United Telephone, que por ese entonces administraba ENTel Un compañero de tareas le comentó un día que "se oian cosas interesantes" filtrando las conversaciones de los pasadores de apuestas. Pero Onassis estaba en otra cosa. Pidió ser transferido al equipo nocturno, en el que para no aburrirse cuando no había trabajo, realizaba "espionaje telefónico". Una noche, interceptó una conversación en inglés, donde dos caballeros, supuestamente vinculados con las altas finanzas, hablaban del revuelo que produciría en la Bolsa de Comercio, la noticia de la compra -hasta ahora mantenida en secreto-del más importante frigorífico de la Argentina, por parte de un grupo de capitalistas norteamericanos.
No hay que ser adivino para deducir que a primera hora del día siguiente, Onassis golpeaba la puerta de un respetable comisionista de Bolsa, con instrucciones precisas para comprar 2.500 acciones. El hombre se vio sorprendido por la determinación del muchacho, pero la sorpresa cedió a la admiración cuando debió liquidarlas, sólo 48 horas después, a tres veces el valor de compra. Cuando quiso indagar el origen de tan oportuna información, recibió del joven telefonista el silencio por respuesta.
Mientras contaba los frutos de su "primer golpe" de fortuna, unos 7.000 dólares, decidió qúe había llegado el momento de emprender un nuevo negocio: importar tabaco desde su Grecia natal. Por las dudas, conservó su trabajo nocturno en la compañía telefónica: habia descubierto que una información oportuna es como un as en la mano de quien sabe utilizarlo