Cristo es la piedra desechada por los constructores que ha venido a ser la piedra angular, Pedro es piedra edificante.
EL PAPADO Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS
“Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares sobre la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares sobre la tierra será desatado en los cielos”.
Mateo 16, 18-19
"et ego dico tibi quia tu es Petrus et super hanc petram
ædificabo ecclesiam meam et portæ inferi non prævalebunt adversum eam"
Evangelium secundum Matthaeum, 16
“Simón, Simón, mira que Satanás os busca para zarandearos como se hace con el trigo. Pero Yo he rogado por ti, a fin de que tu fe no desfallezca. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos”.
Lucas 22, 31-32
“Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas”.
Juan 10, 11
"A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos"
Mateo, 16
“Habiendo, pues, almorzado, Jesús dijo a Simón Pedro: ‘Simón, hijo de Juan, ¿me amas tú más que éstos?’ Le respondió: ‘Sí, Señor, Tú sabes que yo te quiero’. Él le dijo: ‘Apacienta mis corderos’. Le volvió a decir por segunda vez: ‘Simón, hijo de Juan, ¿me amas?’ Le respondió: ‘Sí, Señor, Tú sabes que te quiero’. Le dijo: ‘Pastorea mis ovejas’. Por tercera vez le preguntó: ‘Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?’ Se entristeció Pedro de que por tercera vez le preguntase: ‘¿Me quieres?’, y le dijo: ‘Señor, Tú lo sabes todo. Tú sabes que yo te quiero’. Jesús le dijo: ‘Apacienta mis ovejas’”.
Juan 21, 15-17
“Los nombres de los doce apóstoles son éstos: el primero, Simón, llamado Pedro...”.
Mateo 10, 2
“Después de una larga discusión, se levantó Pedro y les dijo: ‘Hermanos, vosotros sabéis cómo, desde los primeros días, Dios me eligió en medio de vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la palabra del Evangelio y creyesen’”.
Hechos 15, 7
"Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo.
A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»"
Juan, 20
"«Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo."
Mateo, 18
"«Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.»"
Lucas, 10
"
Os exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados,
con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor,
poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.
Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados.
Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,
un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.
A cada uno de nosotros le ha sido concedido el favor divino a la medida de los dones de Cristo.
Por eso dice: Subiendo a la altura, llevó cautivos y dio dones a los hombres.
¿Qué quiere decir «subió» sino que también bajó a las regiones inferiores de la tierra?
Este que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo.
El mismo «dio» a unos el ser apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelizadores; a otros, pastores y maestros,
para el recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones del ministerio, para edificación del Cuerpo de Cristo,
hasta que llegemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo.
Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la astucia que conduce engañosamente al error,
antes bien, siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo,
de quien todo el Cuerpo recibe trabazón y cohesión por medio de toda clase de junturas que llevan la nutrición según la actividad propia de cada una de las partes, realizando así el crecimiento del cuerpo para su edificación en el amor."
Efesios, 4
1 Crónicas 28, 4: “
Y el Señor, el Dios de Israel, me eligió de toda la casa de mi padre para ser rey sobre Israel por los siglos...”.
Hechos 15, 7: “Después de una larga discusión, se levantó Pedro y les dijo: ‘Hermanos, vosotros sabéis cómo, desde los primeros días,
Dios me eligió en medio de vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la palabra del Evangelio y creyesen’”.
Isaías 22, 20-22: “Y en aquel día llamaré yo a mi siervo Eliaquim, hijo de Helicías, y le vestiré de tu túnica y le ceñiré de tu cinturón,
y pondré en sus manos tu poder. Y él será un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá. Y pondré sobre su hombro la llave de la casa de David; abrirá, y no habrá quien pueda cerrar; cerrará, y no habrá quien pueda abrir”.
Mateo 16, 18-19: “Y yo te digo a ti que tú eres
Pedro, y
sobre esta piedra Yo edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré
las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares sobre la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares sobre la tierra será desatado en los cielos”.
San Pablo se juega la vida para conocer en exclusiva a San Pedro
"17.sin subir a Jerusalén donde los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, de donde nuevamente volví a Damasco.
18.Luego, de allí a tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas (
Κηφᾶς ) y permanecí quince días en su compañía."
Gálatas, 1
Cristo distinguió desde un principio al apóstol San Pedro entre todos los demás apóstoles. Cuando le encontró por primera vez, le anunció que cambiaría su nombre de Simón por el de Cefas = roca : «Tú eres Simón, el hijo de Juan [Vg: de Jonás] ; tú serás llamado Cefas» (Ioh 1, 42; cf. Mc
3, 16). El nombre de Cefas indica claramente el oficio para el cual le ha destinado el Señor (cf. Mt 16, 18). En todas las menciones de los apóstoles, siempre se cita en primer lugar a Pedro. En Mt se le llama expresamente «el primero» (Mt 10,
2). Como, según el tiempo de la elección, Andrés precedía a Pedro, el hecho de aparecer Pedro en primer lugar indica su oficio de primado. Pedro, juntamente con Santiago y Juan, pudo ser testigo de la resurrección de la hija de Jairo (Mc
5, 37), de la transfiguración (Mt
17, 1) y de la agonía del Huerto (Mt
26, 37). El Señor predica a la multitud desde la barquilla de Pedro (Lc
5, 3), paga por sí mismo y por él el tributo del templo (Mt 17,
27), le exhorta a que, después de su propia conversión, corrobore en la fe a sus hermanos (Lc
22, 32); después de la resurrección se le aparece a él solo antes que a los demás apóstoles (Lc 24, 34;
1 Cor 15, 5).
A San Pedro se le prometió el primado después que hubo confesado solemnemente, en Cesarea de Filipo, la mesianidad de Cristo. Díjole el Señor (Mt 16, 17-19) : «Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás, porque no es la carne ni la sangre quien eso te ha revelado, sino mi Padre, que está en las cielos. Y yo te digo a ti que tú eres Pedro [= Cefas], y sobre esta roca edificaré yo mi Iglesia, y las puertas dei infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos». Estas palabras se dirigen inmediata y exclusivamente a San Pedro. Ponen ante su vista en tres imágenes la idea del poder supremo en la nueva sociedad (boúoría) que Cristo va a fundar. Pedro dará a esta sociedad la unidad y firmeza inquebrantable que da a una casa el estar asentada sobre roca viva ; cf. Mt 7, 24 s. Pedro ha de ser también el poseedor de las llaves, es decir, el administrador del reino de Dios en la tierra ; cf. Is 22, 22 ; Apoc 1, 18; 3, 7: las llaves son el símbolo del poder y la soberanía. A él le incumbe finalmente atar y desatar, es decir (según la terminología rabínica) : lanzar la excomunión o levantarla, o también interpretar la ley en el sentido de que una cosa está permitida (desatada) o no (atada). De acuerdo con Mt 18, 18, donde se concede a todos los apóstoles el poder de atar y desatar en el sentido de excomulgar o recibir en la comunidad a los fieles, y teniendo en cuenta la expresión universal («cuanto atares... cuanto desatares»), no es lícito entender que el pleno poder concedido a San Pedro se limita al poder de enseñar, sino que resulta necesario extenderlo a todo el ámbito del poder de jurisdicción. Dios confirmará en los cielos todas las obligaciones que imponga o suprima San Pedro en la tierra.
Contra todos los intentos por declarar este pasaje (que aparece únicamente en San Mateo) como total o parcialmente interpolado en época posterior, resalta su autenticidad de manera que no deja lugar a duda. Asta se halla garantizada, no sólo por la tradición unánime con que aparece en todos los códices y versiones antiguas, sino también por el colorido semítico del texto, que salta bien a la vista. No es posible negar cón razones convincentes que estas palabras fueron pronunciadas por el Señor mismo. No es posible mostrar tampoco que se hallen en contradicción con otras enseñanzas y hechos referidos en el Evangelio.
El primado se lo concedió el Señor a Pedro cuando, después de la resurrección, le preguntó tres veces si le amaba y le hizo el siguiente encargo : «Apacienta mis corderos, apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas» (Ioh 21, 15-17). Estas palabras, lo mismo que las de Mt 16, 18 s, se refieren inmediata y exclusivamente a San Pedro. Los «corderos» y las «ovejas» representan todo el rebaño de Cristo, es decir, toda la Iglesia; cf. Ioh 10. «Apacentar», referido a hombres, significa lo mismo que gobernar (cf. Act 20, 28), según la terminología de la antigüedad profana y bíblica. Pedro, por este triple encargo de Cristo, no quedó restaurado en su oficio apostólico (pues no lo había perdido por su negación), sino que recibió el supremo poder gubernativo sobre toda la Iglesia.
Después de la ascensión a los cielos, Pedro ejerció su primado. Desde el primer momento ocupa en la comunidad primitiva un puesto preeminente : Dispone la elección de Matías (Act 1, 15 ss) ; es el primero en anunciar, el día de Pentecostés, el mensaje de Cristo, que es el Mesías muerto en la cruz y resucitado (2, 14 ss) ; da testimonio del mensaje de Cristo delante del sanedrín (4, 8 ss) ; recibe en la Iglesia a'l primer gentil: el centurión Cornelio (10, 1 ss); es el primero en hablar en el concilio de los apóstoles (15, 17 ss) ; San Pablo marcha a Jerusalén «para conocer a Cefas» (Gal 1, 18).
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Tradición Católica
Juan 21,25
Lucas 10,13-16
Mateo 16, 18-20
Hechos 2, 47
Hechos 11, 26: “Donde por espacio de un año estuvieron
juntos en la iglesia e instruyeron a una muchedumbre numerosa,
tanto que en Antioquía comenzaron los discípulos a llamarse ‘cristianos’”.
"et annum totum conversati sunt in ecclesia et docuerunt turbam multam ita ut cognominarentur primum Antiochiæ discipuli Christiani"
CLEMENTE I DE ROMA:
Clemente investido obispo por el mismo San Pedro
y
nombrado en las sagradas Escrituras por San Pablo como colaborador suyo en Filipenses 4,3
"3.También te ruego a ti, Sícigo, verdadero «compañero», que las ayudes, ya que lucharon por el Evangelio a mi lado, lo mismo que Clemente y demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida."
Filipenses, 4
Clemente I de Roma, carta a los Corintios
año 96, estando VIVOEL DISCÍPULO AMADO SAN JUAN EVANGELISTA:
Clemente I de Roma, carta a los Corintios año 96.
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TERTULIANO dice de la Iglesia : «Fue edificada sobre él»
(De inonog. 8)
SAN CIPRIANO dice, refiriéndose a Mt 16, 18 s : «Sobre uno edifica la Iglesia»
(De unit. eccl. 4)
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA en
Quis dives salvetur llama a San Pedro
"el elegido, el escogido, el primero entre los discípulos, el único por el cual, además de por sí mismo, pagó tributo el Señor"
SAN CIRILO DE JERUSALÉN le llama «el sumo y príncipe de los apóstoles»
Cut. 2, 19
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Canon 890,891,892 Catecismo Mayor de San Pio X