Me parece que a lo que se refiere
@Esta democracia es falsa, no es a la esclavitud física sino a la "jovenlandesal del esclavo" expresada por Nietzsche.
El cristianismo es totalmente fiel a la filosofía platónica (“platonismo para el pueblo”, dice Nietzsche, filosofía platónica expresada en términos sencillos y accesibles a todo el mundo). Con el cristianismo las ideas que antes estaban presentes en un reducido número de personas, los filósofos, se extienden a todos los hombres. El dualismo ontológico, el dualismo antropológico (una tesis particular en el marco general del dualismo ontológico) pasan a ser de dominio público. El mundo inteligible de Platón pasa a ser lo Infinito o mundo divino, el mundo sensible el mundo terrenal, el alma se opone al cuerpo. Distintas palabras para, en el fondo, las mismas ideas. El cristianismo influirá en la filosofía puesto que, opina Nietzsche, todos los filósofos son en el fondo teólogos.
Con el cristianismo comienza la jovenlandesal de los esclavos.
El platonismo o creencia en la existencia de un Mundo Verdadero, Objetivo, Bueno, Eterno, Racional, Inmutable, y el desprecio de las categorías de la vida (el cuerpo, la sexualidad, la temporalidad, el cambio, la multiplicidad e individualidad,...)
Una jovenlandesal que santifica la represión de los sentidos
Nietzsche no era católico, con lo cual, su criterio sobre el cristianismo se fundamenta en lo que conoce de los protestantes y su platonismo, desde los cuales, muchos ávidos lectores de la "liberación" han entendido que su perspectiva cristiana abarcaba necesariamente a todo el cristianismo, incluido el Catolicismo, que para nada "es esencialmente platónico", sino aristotélico... La razón de Sto. Tomás de Aquino, frente a "la fruta razón" de Lutero.
Efectivamente, si al cristianismo le quitas la racionalidad de Sto. Tomás, se vuelve puro misterio y las mentes más proclives o necesitadas de crear un mundo "elevado", no encontrarán en estar pisando el suelo ningún obstáculos a sus ensueños. Lean a Sta. Teresa y vuelvan a contarnos sus "vehemencias platónicas". Es un reto.
Es por la razón que es posible justificar la unidad del hombre en su cuerpo y en su espíritu. Es fuera de la razón donde se cuece a fuego lento esa dualidad inconciliable que usted menciona.
En sentido estricto, Nietzsche está hablando de lo que conoce y es el luteranismo, pero como procede del cristianismo, tiene la "deferencia" de no mencionarlo y de ese modo, cualquiera que lo lea, incluso si es católico de formación, creerá que se está refiriendo a su propia Fe o a la de sus mayores.
¿Conocía Nietzsche a fondo el Catolicismo como supongo conocería el protestantismo luterano? Lo dudo. Por lo tanto, cuando habla de "cristianismo" está ocurriendo una cosa notable: está ignorando al catolicismo y al mismo tiempo estoy seguro que la imagen súbita que emerge en la mente del común de sus lectores ante sus sentencias anticristianas, es la de Roma, El Papa y el catolicismo. El milagro está servido: convirtió el vino en agua, o peor, en vinagre...
Los "ilustrados" del sur de la Europa Católica tragándose las ruedas de molino de un pesimista protestante rendido ante la vida y corriendo en brioso corcel hacia la decadencia complaciente...
¿No hay una manifestación de autoesclavitud indecente en ese adoptar cualquier pensamiento cuyo transfondo jovenlandesal y teológico desconoce por encontrar en él latigazos constantes al pensamiento cristiano, éste si necesariamente católico?.
En el mundo de los ideales es fácil imaginarse a uno mismo libre de toda servidumbre. Pero la realidad se impone y siempre habrá un señor -estado, jefe, autoridad reconocida, superioridad intelectual o física, veteranía, privilegio...- al que servir si uno quiere medrar en la realidad por más que pretenda seguir siendo libre en sus sueños... Un cristiano que acepta al Señor, al Rey de Reyes como autoridad suprema, ve con otros ojos y siente de otra manera la presencia y el dictado de los señores de la tierra. No es el martirio de miles de cristianos un símbolo de cobardía y achantamiento. Al contrario, es símbolo de fortaleza "total" por una sencilla razón que tal vez Nietzsche no les explicó: los más parecido a la verdad es aquello por lo que uno estaría dispuesto a dar su vida. Ningún valor -conocimiento, anhelo, razón, sentimiento, costumbre- merece un reconocimiento extraordinario si no es capaz de sobreponerse al temor de perder la vida. Mientras vivimos podemos cambiar de opinión miles de veces y de conferir a las ideas un valor que luego no lo es tanto. Con el sacrificio consciente estamos diciendo que no hay vuelta atrás y que nuestra vida, con ser nuestro tesoro, palidece en importancia ante lo que se cree. ¿Qué jovenlandesal de esclavo es ésa?
Miran al dedo (de Nietzsche) y no ven ni su alma ni su intención. Dice lo que muchos quieren escuchar y con eso es suficiente para ellos, que presumen luego de ser gente leída e informada pero apenas alcanzan a superar al conejo deslumbrado y quieto en la carretera viendo cómo dos luces intensísimas vienen a toda velocidad a su encuentro...
La arrogancia es mala para todos pues impulsa a jugar una partida sin tener la seguridad de que se tienen las mejores cartas. Y precisamente, quien tiene sus esperanzas en un reino que no es de este mundo, no teme los excesos de arrogancia ni las amenazas de otros hombres que con todo su poder no son más pero sí mucho menos que el Señor que está en el Cielo. Bueno, si las teme, pero no se rinde ante ellas. No hay mayor esclavitud que la de temer perder el único valor que se posee, sea la tranquilidad, el dinero, el poder o la vida. Puede usted pensar en Nietzsche por la noche en sus ratos de esparcimiento, pero la realidad toma el control en cuanto sale de casa. Esa sí que es una dualidad cercana que no necesita de la incisiva clarividencia de un loco.