Sumado a lo que se ha dicho anteriormente, en el extranjero siempre serás un extranjero, sobre todo en otros países de Europa, por definición mejores. Independientemente de cómo te traten, eres y te sabes extranjero. El español no está acostumbrado a reivindicar -que no a quejarse- y en un país extranjero, donde te sabes peor, sin duda no lo vas a hacer. Me explico.
El español, si algo es, es muy español. El español sólo se siente cómodo en España. La mentalidad española es cerrada, inadaptable y temerosa. Un español ante un alemán alto y rubio tiene miedo. Sólo puede sentirse igual ante los que son como él. Esto es eco aún de la cultura de señoritos y aristócratas. Desde tiempos de los visigodos se empezó a asociar la nobleza a lo gérmanico. Los caudillos, como Carlomagno en Francia, eran de ascendencia germánica. Eso ha seguido grabado en la mente de los españoles hasta hace bien poco. La belleza aún se asocia al rubio, los nobles de la literatura del XIX aún son rubios. Los españoles de a pie, por el contrario, son por lo general romanos, mediterráneos; es decir, pequeños, morenos, paticortos. Cuando un español viaja a América se cree el rey del mundo, cuando viaja a Europa se encuentra con que allí muchos son de aspecto de nobles y se siente menos. Eso no hay espíritu que lo aguante. La única manera de sentirse bien ante esa idea arraigada en el incosciente español es el patriotismo menso y exagerado: Ejpaña e`lo mejor. El que se siente ratón no tiene otra salida que volver a su ratonera.