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La cartera de trabajo en la construcción se hunde y amenaza tormenta
Vuelven los
nubarrones al sector de la
construcción. Y a tenor de los últimos datos de coyuntura, no parece que se trate de una tormenta de primavera. El
indicador de clima de la construcción (ICC) ha registrado en mayo una caída intensa. De hecho, hay que remontarse a 2013 (todavía en plena recesión) para encontrar un retroceso tan significativo. En concreto, el ICC ha mostrado en mayo una caída de 17,3 puntos respecto del mes anterior, pero de nada menos que 26,1 puntos respecto de hace un año.
Al tratarse de un
indicador adelantado, lo que
anuncian esos datos no es, precisamente, lo mejor. Lo que dicen las empresas constructoras que participan en la encuesta (que forma parte del plan estadístico nacional) es que en mayo de este año el
periodo de trabajo asegurado —la cartera de pedidos— se sitúa en 495,1 días, lo cual supone una reducción de 8,3 días frente al mes anterior, pero de 79,2 días respecto del mismo mes del año pasado. Por lo tanto, ya
muy lejos de los 675 días de trabajo asegurado registrado en los últimos meses de 2017, y, por el contrario, cada vez más cerca de los 400 días en que llegó a situarse a mediados de 2016.
La brusca caída de las
expectativas de negocio no tiene que ver con el comportamiento de un determinado subsector dentro de la industria de la construcción, sino que afecta a todos los que lo componen.
Los
valores negativos, de hecho, incluyen tanto la
cartera de pedidos (-15,8 puntos) como el
horizonte de empleo en el sector (-38,4 puntos). Y contrastan con el fuerte repunte que se ha producido en el primer cuatrimestre del año en las
licitaciones públicas, lo que hay que
vincular necesariamente al
ciclo electoral. Entre enero y abril, la licitación pública creció un 44,2% respecto del mismo periodo del año anterior, y una vez que ha pasado ese ciclo, las administraciones han reducido sus previsiones de contratación, por eso, entre otras cosas, las expectativas son peores.
Futuro inmediato
Loa datos de clima industrial en la construcción los acaba de
publicar el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, y su relevancia radica en que se trata de registros de carácter cualitativo, no cuantitativo, lo que significa que afectará en el futuro inmediato a los indicadores demorados, como el empleo.
La construcción, como se sabe, ha sido uno de los sectores que más han tirado de la creación de puestos de trabajo desde que en 2014 la economía inició el camino de la
recuperación. Y aunque su
peso respecto del PIB todavía se encuentra muy lejos de los años de la burbuja (se sitúa todavía en valores de 2011), el año pasado su
valor añadido bruto (VAB) representó el 5,8% del producto interior bruto, y un 10,8% en términos de formación bruta de capital fijo (inversiones)
El deterioro del indicador de clima industrial afecta a los tres subsectores que conforman el ICC:
construcción de edificios (-32,4 puntos),
obra civil (-32) y
actividades especializadas (-3,2). Es decir, un descenso general que es, lógicamente, coherente con la evolución del consumo aparente de
cemento, que el año pasado se situó en 13,4 millones de toneladas, lo que supone un volumen de demanda similar al que se contabilizaba en la década de los sesenta, como recuerda el
Observatorio Industrial de la Construcción.
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El indicador de clima de la construcción, al ser un indicador adelantado, es un instrumento muy útil para conocer lo que depara el futuro. Y se elabora a partir de la información que suministran los
gestores de las empresas del sector. Dado que es un
indicador sintético, es especialmente relevante. Es más, como explican los técnicos del ministerio, se trata del indicador coyuntural acerca del sector de la construcción de más rápida aparición en España, ya que está disponible en los últimos días del mes de referencia de los datos.
Un motor del crecimiento
Su importancia es creciente en la medida en que el sector de la construcción ha sido una de las
principales palancas que han sacado España de la crisis. Nada menos que el 14,4% del saldo neto de sociedades mercantiles creadas durante el año 2018 corresponde a empresas de construcción, lo que significa que el ladrillo ha sido
una de las tres actividades económicas con mayor aportación de sociedades mercantiles de nueva creación, además de ser la actividad con mayor incremento respecto de las cifras de 2017. Esta
evoluciónexplica que el número de ocupados en la construcción creciera el año pasado un 8,3%,
más del doble que en el conjunto de la economía, hasta los 1,22 millones de trabajadores. En todo caso, prácticamente la mitad de los 2,45 millones que llegaron a alcanzar en 2008.