En filosofía confunden realidad con mundo psíquico

En efecto el universo no tiene discernimiento, pero si que opera racionalmente. Igual que cuando un engranaje de 5 mueve otro engranaje de 10, opera al modo racional de que 2 vueltas de uno causan 1 vuelta en el otro, evidentemente los engranajes no piensan.

Es que son dos cosas distintas estudiar la caída de unas monedas en una mano desde el campo de la física, que estudiar las implicaciones causales de la caridad en la materia del espíritu. La primera la experiencia nos demuestra que es una ciencia computable, formalizable, igual que la lógica aristotélica es formalizable o reducible a lenguaje simbólico que una computadora te trabaja perfecto. Mientras que la segunda es arena entre los dedos, y la razón abandona esas categorías computables para adentrarse en dimensiones en donde razonar se hace de una forma semántica, y no procedimental. Por ejemplo en el catolicismo se razona la teología y el lugar propicio del hombre en la creación, sobre un fondo de un Dios todopoderoso que es amor, pero una computadora no entiende eso ni existe método para derivar teoremas bajo ese supuesto como si lo hay por ejemplo para derivar teoremas de la aritmética. Son saltos semánticos porque nosotros hacemos "meta-matematica" capaz de aprehender el teorema de Gödel. Se puede incluso concluir que Dios al menos debe de ser Dual (padre e hijo) dado que amar es una propiedad transitiva y requiere de objeto.

Lo interesante es que el mundo, el universo observable y computable "tiene flecos" restos de cordones umbilicales, que te permiten dar saltos para atribuir conceptos semánticos al Creador o demostrar su existencia, por ejemplo que debe de ser bueno dado que tenemos libre albedrio y no somos golems, o porque nos ha creado en un universo que por lo general nadie quiere dejar de existir en el. Ect.


Por si no he entendido alguna participación. Será una bobada.

Como las palabras evocan en cada cual imágenes distintas, lo suficiente como para suscitar polémicas, diré que el Universo no es racional. Lo es un intelecto y por tanto con capacidad de razón. El universo no tiene intelecto, es una máquina perfecta que es regido por unas leyes y constantes que lo hace cognoscible; que no juega a los dados. Se puede entender perfectamente referisrse a él como racional en tanto que está ajustado de manera que una razón lo conozca, pero en sentido estricto, carece de razón si con ello se está afirmando que tiene discernimiento, que piensa, que tiene voluntad propia y actúa.

Los avances científicos ponen de manifiesto que es posible conocerlo aún cuando a cada descubrimiento le siguen nuevas preguntas e incertidumbres. Ese proceso es continuo y cuando pareciera que se abren dos caminos supuestamente inconciliables, la mente humana "está segura" de que ha de encontrar el eslabón perdido, la gran fórmula, la siguiente síntesis que permita a la ciencia seguir adelante.

Reconozco mi ignorancia en la materia como también en la filosofía pero me hago preguntas y algunas veces -me parece- encuentro respuestas. Si la realidad material "parece" que se deja profanar por la razón lúcida y constante, no entiendo ese requiebro que se produce en lo tocante a la psique o al alma humana, como si fueran dos mundos distintos, como si la razón operativa en las cosas de la realidad física no lo fuera en las cosas de la mente, del alma o del espíritu. Y no estoy seguro, además, de que ese rompimiento sea del todo inocente. En otro comentario anterior dije que desde hace 500 años la civilización occidental ha sufrido una separación radical entre la Fe (o todo lo concerniente al alma humana sea lo que sea que se piense de ella, incluso que no exista) y las obras. Fe por una parte (espiritualismo, espiritismo, supercherías, magia, psicologismo...) y obras por el otro (negocios, "libre" comercio, materialismo, edonismo, abandono al azar o esperanzas a corto plazo). Es como si las obras necesitasen de la luz del día pero todo lo demás conformara un magma subterraneo sobre el que cabe cualquier explicación o especulación, de manera que siendo un fuego que nos abrasa al menos en los estados lúcidos, no acabamos de entenderlo ni comprenderlo y surgen ideas que podrían contener alguna verdad pero la pierden cuando se satisfacen al punto de no reconocer lo viable en otras ideas. En el fondo me parece que se trata de eso, de crear un lenguaje abstruso que más que aclarar sumerge a la mente en la lóbrega desorientación de los densos bosques...

No es posible ser feliz hundidos en los abismos de un ser abismal que en un momento dado ya no dispondrá del recuerdo ni la perspectiva suficientes como para seguir observándose a sí mismo.
 
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Otra forma en que se expresa la ruptura moderna consiste en despreciar lo que no se puede manosear, siquiera verbalmente, o restarle importancia a lo que se tiene entre manos en la idea de todo lo que se nos escapa, aunque no se sepa de qué se trata. Como tiene que haber más, aunque no sé qué es, lo que tengo es relativo, apenas interesante... Son especulaciones que parecen elevar al embelesado a lugares muy altos de la consciencia humana...

En ambos casos se pone de manifiesto la soberbia: no quiero lo que no tengo ni falta que me hace, sentido con desprecio y altivez. O qué poco tengo yo que me merezco tanto. Estoy seguro que muchos entenderían el primer ejemplo como un caso claro de humildad (no quiere nada más que lo que tiene) y sin embargo cuánta soberbia está implicada en ese aparente conformismo. Como en el segundo caso que lleva consigo un desprecio por lo real, lo que tiene a mano, porque su perspectiva le eleva del suelo y desde la altura finge compasión por los afanosos de este mundo. Como no lo sé todo, lo que sé es casi insignificante y pesa más el discurso versado en el intento de intrusión más allá de los límites, que otro que aclarara e hiciera útil lo que está dentro de ellos. Hay una especie de escapismo complaciente y decadente que atrae mucho a los jóvenes que apenas han salido de la niñez ya se sienten hastiados por un mundo demasiado árido y riguroso. Tal vez explique esta imagen ese adolescencia alargada sintéticamente entre las realidad de la infancia (cuando las cosas eran lo que eran) y el sueño de mundos absolutos y sin embargo inconcretos. Este vivir a caballo entre las realidades infantiles, muy idealizadas con el paso de los años, y los grandes ideales que parecen concretos pero se objetivan en sustancias inconcretas como la humanidad, la naturaleza, la libertad, la solidaridad, la igualdad, da lugar a muchos perdimientos personales que luego pretenden resolverse volviendo hipnóticamente a la infancia por ver qué sucedió que explique el sufrimiento presente. Escapismo y más escapismo que busca el origen de los males probando toda suerte de técnicas o caminos que eluden la gran cuestión: está bien, soy deshonesto conmigo mismo pero espero un milagro de la ciencia, del pensamiento o de la nebulosa espiritualista.

No somos como pensamos; estamos como pensamos. Cambiar de pensamiento, de filosofía, supone un cambio en nuestra manera de estar, que siendo el dato más presente en nuestra autocomprensión, acaba pareciendo el ser, algo definitivo e invariable. Hay una relación causa efecto entre el sistema de pensamiento de una sociedad y su situación de equilibrio. En la nuestra todo parece desmoronarse y no dejan de aparecer "ocurrencias" que hace unos años nos hubieran parecido completamente alocadas y hoy, por más que nos sorprendan, las asumimos fatalmente. Es nuestro modo de pensar el que abrió las puertas de par en par a un todo inconcreto, y el que ya no nos sirve para interpretar constructivamente sus efectos, éstos muy concretos y nada alagüeños.

Me temo que vamos hacia tiempos muy oscuros en los que se prohibirán muchos modos de pensar y se quemarán muchos libros. Y no será de la mano "de los de siempre" sino de los que pusieron al mundo en bandeja de plata hacia su perdición con bellas palabras y propuestas de libertad e indiferencia, como si efectivamente la realidad que no conocíamos fuera más real que la que conocimos, cuando parece seguro que volveremos a la realidad más descarnada, esta vez, por nuestro propio bien.

Todo sistema de pensamiento supone ser la matriz, la estructura de todo lo que se piensa y se hace después. No se trata de una evolución natural del pensamiento que va incorporando nuevos descubrimientos y generando nuevas técnicas, como ocurre con la ciencia, sino que ha habido saltos, o más que saltos, rupturas, que no nos han liberado de pesadas cargas "antiguas" sino que nos han puesto en la nada, que es todo pero no es nada...
 
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