En España es un ardor de estomago y una fruta hez todo, gracias a los progres tipo el besugo oligofrenico al que respondéis (bendito botón de ignorar).
Aquí va de libertad de elección, la que tiene el legislador, que ha convertido la legítima defensa en una quimera tal como cazar un unicornio, (hola abuelo de Albacete que sacrificarte al hondureño expulsado de España que hurgaba en tu puerta motosierra en mano de madrugada, solo estuviste casi un año de trullo, te soltarían para pagar indemnizaciónes).
Libertad de elección que tiene el criminal, entre cometer el crimen o no, entre huir a la carrera si le sorprendes o hacerte frente...
Aquí de los tres actores, el único que no tiene libertad es la víctima, y con dos Santos narices, le piden proporcionalidad, concepto abstracto que probablemente solo exista en España. Es decir, el legislador con su legión de asesores, elige como será la ley. El criminal, según lo habil que sea planificará lo que hará con mayor o menor tino.
La pobre víctima, sin planificación ninguna, con improvisación total, debe contener al criminal, no contrariar la ley y si eso, satisfacer a badulaques tipo Ataraxio y resto de progres hijos de la gran fruta prescindibles.
