«El arrogante Yaldabaoth quería recrear la imagen de Dios -Espíritu- que había visto en el reflejo del agua, y muchos arcontes y sus ángeles creados estaban involucrados en la creación de esta imagen. Yaldabaoth trató de crear un ser semejante a los del primer hombre, a quien llamó Adán o Adama, para poder robar la luz -Espíritu- tal como le había robado a Sophia. Sin embargo, su creación fue sin vida y sin alma.
Para recuperar su poder, Sophía pidió ayuda al Padre Absoluto y a Barbelo (griego: Βαρβηλώ – Primera emanación de Dios, principio femenino universal). Ellos aconsejaron que indujera a Yaldabaoth a que le diera el espíritu a Adán (Adán y Eva representan a las almas de la humanidad de aquella época. Adán representa las almas de todos los hombres y Eva de todas las mujeres) soplando en su cara, por lo que el cuerpo despertaría. Una vez inducido Yaldabaoth sopló ignorantemente en la cara de Adan, por lo que el espíritu y el poder de su madre -Sophia- abandonaron el propio cuerpo de Yaldabaoth y entraron en el cuerpo que había creado: Adan cobró vida.
De acuerdo con la La Hipóstasis de los Arcontes y El Origen del Mundo, Yaldabaoth sopló y sopló, pero su aliento en el cuerpo de Adan no lograba que se levantara, el objetivo era ponerle alma al cuerpo físico de modo que estuviera apto para ser rescatado, el alma era un ser del bien. Yaldabaoth inmediatamente se puso celoso, porque su creación era más poderosa e inteligente que él y los otros arcontes. Cuando pusieron frente a Adán todo tipo de animales, él fué capaz de nombrar a cada especie por su nombre. Cuando vieron que Adán también era luminoso y libre del mal, lo echaron en el plano más bajo de la existencia, la Tierra.
Pero Barbelo envió a Adán una ayudante, Epinoia (griego: ἐπίνοια – Intuicion divina, percepción de dios), quien también era conocida como Vida -Zoé-, de modo que Epinoia puede ayudar a Sophia a recuperar su poder y lugar. Eponoia estaba escondida dentro del cuerpo de Adán. Epinoia le dio en secreto el conocimiento de la forma en que fue creado, y enseñó a Adán de cómo ascender de nuevo al Pleroma, o el verdadero hogar de la luz.
Los arcontes quieren confinar a Adán, para que su alma quede encarcelada en la carne, y al cuerpo material lo hicieron mortal. Colocaron a Adán en el paraíso terrenal -el Jardín del Edén-, y lo hicieron entrar en sueño, para colocar en él la falta de memoria sobre sí mismo.
En el sueño de Adán, Yaldabaoth intentó extraer a Epinoia del cuerpo de Adán abriendo su costado donde se encuentran las costillas. Sin embargo, Epinoia escapó, y el jefe arconte creó otro ser a semejanza de ella para intentar recuperar a Epinoia. El nuevo ser era una mujer, y ella no vino del hueso de la costilla de Adán, como dice el Génesis. Epinoia entra al cuerpo recién creado.
La mujer se despertó primero, y vio a Adán acostado a su lado. Ella habló con la voz del poder -Levántate, Adán.-, y Adán se despertó. Yaldabaoth había colocado el hechizo de la ignorancia sobre Adán cuando él estaba durmiendo, así que no iba a conocer la gnosis. El momento en que Adán despertó del sopor antinatural, pensó que la mujer le había dado la vida, él dijo a la mujer:
Eres Tú la que me ha dado la vida, te llamaré madre de los vivientes»
(La Hipóstasis de los Arcontes)