Mi tía lleva años deprimida siendo funcionaria.

Mírate las ofertas de libre designación que salen cada 15 días. Salen cosas interesantes incluso para auxiliares como yo.
Eso sí, tiene que ser en el Estado o en una local grande, como la CAM.
Pero si no estás bien sal de ahí. Si te acomodas te amargarán la vida
No quiero yo un puesto de libre designación (PLD) ni muerto.

Ostentar un PLD significa actualmente que te nombra otro PLD, mayormente un político, y además un PLD cesa cuando cesa el cargo que lo nombró.

¿Qué significa eso? Teléfono corporativo abierto 24/7, bailar el agua a quien te nombró y a quien/es él/ella/elle quiera, mostrarte "bizcochable" en tu trabajo y en lo que tengas que firmar, etc., ... so pena de ser cesado de un día para otro por "pérdida de confianza".

Yo siempre he puesto por encima de todo la carrera administrativa, y afortunadamente creo que he alcanzado mis objetivos. No quiero PLDs ni un despachito con mesa de reuniones por unos cientos más de EYPOS, no merece la pena en absoluto.

Corolario: hace unos cuantos años, siendo todavía del grupo C1, un antiguo conocido mío que por ser político avatares de la vida desempeñaba un alto cargo (PLD), me invitó a desayunar en un caro establecimiento del Paseo de la Castellana, en Madrid. Contándonos la vida, me soltó esto: "Prefiero mil veces tu nivel X que mi nivel (X+10) como PLD". Me quedé a cuadros, y con el tiempo entendí por qué. Ahora, él ya no es PLD, aunque siempre tiene sitio en los cálidos pesebres del partido político en el que milita. Yo, la tranquilidad de que hacer carrera administrativa depende exclusivamente de mi mérito y capacidad.

Saludos,
 
Conozco casos de bajas por depresión y movidas entre compañeros en el mundo funci que son peores que las frutadas que se pueden hacer en la privada.
Y no es tan fácil largarse como en la.privada, están más atados de lo que parecemos, cuanto más específico el puesto menos libertad. Una maestra de primaria con plaza está más atada que un administrativo raso.
 
Diputación de Bizkaia es la empresa con más bajas por ansiedad y depresión de todo el territorio, y muchas de ellas no serán fingidas.

Normal. Imagínate que te mandan estar sentado 7 horas al día en una mesa tocándote la seta. Tu trabajo es pegar tres sellos, pero al lado hay otro tío con tu mismo puesto al que le mandan pegar solo dos sellos y tienes toda la mañana para chinarte con ese tema, por qué yo tengo que pegar tres sellos si a ese solo le mandan pegar dos? por qué me hacen esto a mí? qué se han pensado que soy, su esclavo? este sello de más que estoy pegando no lo tendría que pegar yo, esto tendría que estar haciéndolo otro porque ese tiene mi categoría y solo pega dos sellos, encima ha entrado uno nuevo, con menos antigüedad que yo y está pegando tres sellos, no entiendo por qué yo tengo que hacer lo mismo que el nuevo cuando hay uno de mi misma categoría que solo pega dos sellos...

Lo normal es que acabes trastornao.


El enfermo profesional
Roberto Arlt

Sí, hay señores empleados que podrían poner en la tarjeta, bajo su nombre, esta leyenda: “enfermo profesional”.

No hay repartición de nuestro gobierno donde no prospere el enfermo profesional, el hombre que trabaja dos meses en el año, y el resto se lo pasa en su casa. Y lo curioso es esto: que el enfermo profesional es el motivo de que exista el empleado activo, fatalmente activo que realiza el trabajo propio y el del otro, como una compensación natural debida al mecanismo burocrático. Y decimos burocrático, porque estos enfermos
profesionales sólo existen en las reparticiones nacionales.

Las oficinas particulares ignoran en absoluto la vida de este ente metafísico que no termina de morirse a pesar de todos los pronósticos de los entendidos de la repartición nacional. Naturalmente, el enfermo profesional jamás tiene veinte años ni ha pasado de los treinta. Se mantiene en la línea equinoccional de la vagancia reglamentaria.
Es un hombre joven, adecuado para el papel que representa sin exageración pero con sabiduría.
Generalmente es casado, porque los enfermos con esposa inspiran más confianza y las enfermedades con una media naranja ofrecen más garantías de autenticidad. Un hombre solo y enfermo no es tan respetable como un hombre enfermo y casado.

Intervienen allí los factores psicológicos más distintos, las ideas crueles más divertidas, las compasiones más extrañas. Todos piensan en la futura viuda. Ahora bien, el enfermo profesional suele ser, en el noventa y cinco por ciento de los casos, un simulador habilísimo, no sólo para engañar a sus jefes, sino también a los médicos, y a los médicos de los hospitales.

Naturalmente, para adoptar la profesión de enfermo siendo empleado de una repartición pública hay que contar con la ayuda del físico.

El enfermo profesional no se hace sino que nace.
Nace enfermo (con salud a toda prueba), como otro aparece sobre el mundo aparentemente sano y robusto, con una salud deplorable.
Tiene una suerte, y es la de su físico, un físico de gato mojado y con siete días de ayuno involuntario. Cuerpo largo, endeble, cabeza pequeña, ojos hundidos, la tez amarilla y la parla fatigosa como de hombre que regresa de un largo viaje.
Además, siempre está cansado y lanza suspiros capaces de partir a un atleta.

El que cuente con un físico de esta naturaleza, dos metros de altura, cuello de escarbadientes y tonalidad de vela de sebo, puede comenzar la farsa de la enfermedad (siempre que sea empleado nacional) tosiendo una hora por la mañana en la oficina.
Alternará este ejercicio de laringe con el tocarse suavemente la espalda haciendo al mismo tiempo un gestecillo lastimero. Luego toserá dos o tres veces más y, con todo disimulo, evitando que lo vean (para que lo miren) se llevará el pañuelo a la boca y lo ocultará prestamente.

A la semana de efectuar esta farsa, el candidato a enfermo profesional observará que todos sus compañeros se ponen a respetable distancia, al tiempo que le dicen: –¡Pero vos tenés que descansar un poco! (ya cayó el chivo en el lazo), vos tenés que hacerte ver por el médico. ¿Qué tenés? ¿A ver si tenés fiebre?

Y si el candidato a profesional es hábil, el día que visita al médico de su oficina, muchas horas antes se coloca papel secante bajo las axilas, de modo que al colocarle el termómetro el médico, comprueba que tiene fiebre, y como además el profesional confiesa que tose mucho, y etc., etc. (Nosotros no le regalamos fórmulas paraconvertirse en enfermo profesional).

Un mes de farsa basta para prepararse un futuro. ¡Y qué futuro!
La “enfermedad” alternada con las licencias, y las licencias con la enfermedad.

Con este procedimiento en poco tiempo el profesional se convierte en el enfermo protocolar de la oficina. El médico se aficiona a este cliente que lo visita asiduamente y le habla del temor de dejar a su esposa viuda, el médico acaba por familiarizarse con su enfermo crónico que le hace pequeños regalos y que sigue puntualísimamente sus prescripciones, y al cabo de un tiempo, ya el médico ni lo observa a su enfermo, sino
que, en cuanto lo ve aparecer por su consultorio, le da unas amistosas palmadas en la espalda y extiende la licencia con una serenidad digna de mejor causa.

Pero el profesional no se calma, sino que alega nuevos dolores, y ya está que el estómago se le pone como un “plomo”, ya es la garganta que le duele, y si no son los riñones, el hígado y el páncreas a la vez, o el cerebro y los callos.

El médico, para no alegar ignorancia ante tal eclecticismo de enfermedades, lo deriva todo de la misma causa, y finge con el enfermo hacer análisis que no hace, pues está convencido que el ciudadano muere el día menos pensado.

Y el caso es el siguiente: que todos quedan contentos. Contentos los empleados de la repartición por haberse librado de un compañero “peligroso”, contento el jefe de ver que con la ausencia del enfermo el trabajo no se ha obstaculizado, contento el ministro de no tener que jubilarlo al enfermo porque alega que se enfermó en el desempeño de su trabajo, contento el médico de tener a un paciente tan sumiso y resignado, y contento el enfermo de no estar enfermo, sino de ser uno de los tantísimos de los enfermos crónicos que en las reparticiones nacionales hacen decir al portero:

–Pobre muchacho. Ése no pasa de este año.

Y el pobre muchacho se jubila... se jubila de empleado nacional... y de enfermo crónico, aunque con un sueldo sólo por las enfermedades.
 
Los cafés cada media hora deprimen , y oprimen Charo de manual
 
En mi caso particular desde que tengo una vida que llamarían "estable" con trabajo fijo y casado, soy mucho menos feliz que cuando estaba buscandome la habichuelas y los cachopíns.
 
lleva encadenadas nosecuantas bajas ya, trabaja un par de meses y está de baja remunerada seis o más

No cabe duda que es una persona con problemas, de una enfermedad incomprendida: la vagancia.

Yo he visto muchos funcionarios con gravisimas depresiones (y otras muchas dolencias), que tienen ese estilo de vida, pero el problema son los medicos, que les dan una medicación de chipirones a la plancha y tercios de cerveza mañaneros en la terraza de su urbanización al solecito que parece no termina de ser efectiva, aunque hablas con ellos y los ves tan normales, incluso joviales, cuando no alardeando de que vive de lujo sin dar un palo al agua y jamas dirias que tienen ni depresión, ni arritmias, ni fibromialgias, ni lo que sea que les ha diagnosticado el médico.

Todo un misterio de este pais: parasitolandia.

En fin, yo le recomiendo a tu tia que pille una excedencia y se vaya a disfrutar del maravilloso mundo de la empresa privada, aunque veo dificil su inserción porque la vagancia y el apolillamiento por llevar una vida de inactividad, autoindulgencia y sedentarismo los suelen pillar en las entrevistas a la que abren la boca.
 
No quiero yo un puesto de libre designación (PLD) ni muerto.

Ostentar un PLD significa actualmente que te nombra otro PLD, mayormente un político, y además un PLD cesa cuando cesa el cargo que lo nombró.

¿Qué significa eso? Teléfono corporativo abierto 24/7, bailar el agua a quien te nombró y a quien/es él/ella/elle quiera, mostrarte "bizcochable" en tu trabajo y en lo que tengas que firmar, etc., ... so pena de ser cesado de un día para otro por "pérdida de confianza".

Yo siempre he puesto por encima de todo la carrera administrativa, y afortunadamente creo que he alcanzado mis objetivos. No quiero PLDs ni un despachito con mesa de reuniones por unos cientos más de EYPOS, no merece la pena en absoluto.

Corolario: hace unos cuantos años, siendo todavía del grupo C1, un antiguo conocido mío que por ser político avatares de la vida desempeñaba un alto cargo (PLD), me invitó a desayunar en un caro establecimiento del Paseo de la Castellana, en Madrid. Contándonos la vida, me soltó esto: "Prefiero mil veces tu nivel X que mi nivel (X+10) como PLD". Me quedé a cuadros, y con el tiempo entendí por qué. Ahora, él ya no es PLD, aunque siempre tiene sitio en los cálidos pesebres del partido político en el que milita. Yo, la tranquilidad de que hacer carrera administrativa depende exclusivamente de mi mérito y capacidad.

Saludos,

Eso no es así siempre
 
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