Un viejo esguince que se me volvió a complicar el lunes por un tropiezo (muchas gracias al Ayuntamiento de Madrid por sus baldosas saltarinas), cada vez que doy una mala pisada se me pone ese tobillo como si fuera el de la madre de Dumbo.
El caso es que yo tengo la "antiestética" costumbre de ceder el sitio a quien veo más o menos incapacitado para moverse en condiciones, ya sea por su avanzada edad o por temas de salud (muletas, bastones, embarazos avanzados, etc). No es ninguna heroicidad ni lo digo por presumir, me parece lo más lógico y llevo haciéndolo toda la vida.
Pues bien, ahora que he necesitado yo ese mínimo de solidaridad y de mirar por el prójimo, los resultados no pueden ser más decepcionantes:
-Martes: no se levanta ni dios. Grupito de estudiantitas en los asientos para personas con movilidad reducida.
-Miércoles: se levanta un señor de unos 80 años después de haberme cruzado más de medio autobús. Le digo que no hace falta, que ya me sentaré cuando pueda. El hombre insiste, dice que se baja en dos paradas y que no puede ser que nadie en todo el autobús deje sentar a una persona con muletas. Al final me siento.
-Jueves: de nuevo cruzo medio autobús, esta vez quien se levanta es un Sudamericano muy jovencito vestido con la ropa de trabajo, y con pinta de haberse tirado toda la noche currando.
-Hoy viernes: no se levanta ni dios. De nuevo, sentadas, muchas jovencitas bien arregladitas para ir a clase, mucha Charo haciendo como que duerme, mucha modernita y "alternativa" sin despegarse del móvil (seguramente tuiteando sobre la opresión que sufren)
Seamos justos: tampoco es que los hombres se levanten mucho, pero las pocas personas que han tratado de ayudarme son precisamente hombres. Las mujeres es que ni una sola, y eso que los 4 días ellas eran mayoría. Pobrecitas, están tan oprimidas...
Aclaro que tampoco es un trayecto tan largo, y que no me muero por hacerlo de pie aunque lleve la muleta, pero me joroba que la gente sea tan insolidaria. Me joroba especialmente en el caso de las mujeres, porque nos las presentan como seres impolutos, sensibles, empáticos, siempre dispuestos a ayudar a los demás. Y luego mira, ni una mueve el trastero. Apuesto a que la próxima semana será lo mismo. Menos mal que a la vuelta me acercan en coche...
El caso es que yo tengo la "antiestética" costumbre de ceder el sitio a quien veo más o menos incapacitado para moverse en condiciones, ya sea por su avanzada edad o por temas de salud (muletas, bastones, embarazos avanzados, etc). No es ninguna heroicidad ni lo digo por presumir, me parece lo más lógico y llevo haciéndolo toda la vida.
Pues bien, ahora que he necesitado yo ese mínimo de solidaridad y de mirar por el prójimo, los resultados no pueden ser más decepcionantes:
-Martes: no se levanta ni dios. Grupito de estudiantitas en los asientos para personas con movilidad reducida.
-Miércoles: se levanta un señor de unos 80 años después de haberme cruzado más de medio autobús. Le digo que no hace falta, que ya me sentaré cuando pueda. El hombre insiste, dice que se baja en dos paradas y que no puede ser que nadie en todo el autobús deje sentar a una persona con muletas. Al final me siento.
-Jueves: de nuevo cruzo medio autobús, esta vez quien se levanta es un Sudamericano muy jovencito vestido con la ropa de trabajo, y con pinta de haberse tirado toda la noche currando.
-Hoy viernes: no se levanta ni dios. De nuevo, sentadas, muchas jovencitas bien arregladitas para ir a clase, mucha Charo haciendo como que duerme, mucha modernita y "alternativa" sin despegarse del móvil (seguramente tuiteando sobre la opresión que sufren)
Seamos justos: tampoco es que los hombres se levanten mucho, pero las pocas personas que han tratado de ayudarme son precisamente hombres. Las mujeres es que ni una sola, y eso que los 4 días ellas eran mayoría. Pobrecitas, están tan oprimidas...
Aclaro que tampoco es un trayecto tan largo, y que no me muero por hacerlo de pie aunque lleve la muleta, pero me joroba que la gente sea tan insolidaria. Me joroba especialmente en el caso de las mujeres, porque nos las presentan como seres impolutos, sensibles, empáticos, siempre dispuestos a ayudar a los demás. Y luego mira, ni una mueve el trastero. Apuesto a que la próxima semana será lo mismo. Menos mal que a la vuelta me acercan en coche...