currigrino
Madmaxista
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Estamos bajo una doctrina de guerra en el que la capacidad militar y el armamento convencional sólo cumple un papel disuasorio. No hay confrontación entre Estados directa por lo que los ejércitos convencionales no son efectivos.
Llevamos más de 20 años en los que los conflictos se circunscriben a las fronteras de un sólo país. Dentro de las fronteras de un país si que pueden producirse enfrentamiento con armas convencionales si previamente ha sido desestabilizado desde fuera con medios de guerra de IV generación que se libra principalmente en el plano económico y en el cognitivo.
El "bichito" supone ataque simultáneo en las diferentes dimensiones donde se desarrolla la guerra de IV generación: económico y cognitivo. Ante esta amenaza híbrida el ejército es inútil ya que el conflicto se desarrolla en otros frentes.
Ya vimos como al comienzo diferentes países sacaron al ejército a las calles, hubo movimiento de tropas, salían uniformados junto al gobierno en los medios empleando un lenguaje bélico para luchar contra un "bichito". Parecía un hormiguero removido con las hormigas soldados corriendo de un lado a otro sin encontrar al enemigo que les está atacando y completamente inútiles ante la amenaza.
La amenaza es económica, cadena de suministro y creación de valor añadido que obliga a parar la actividad a sectores enteros y cognitiva que hace que la población dude de las intenciones de sus gobernantes por la inconsistencia de la narrativa y/o de su capacidad para enfrentarse a la situación. Ambos frentes se retroalimentan y el ejército convencional no tiene capacidad de respuesta fuera de la doctrina de guerra de IV generación.
La respuesta ha sido económica (estímulos masivos para camuflar la situación y recomponer la cadena de pagos) y cognitiva para intentar controlar el relato (auge de las agencias de la verdad como neutral que deciden que es "real" y que es fake news)
Bueno: En realidad todas esas técnicas de control a nivel subconsciente ya llevan creadas desde hace unos cuantos años. Desde que Bernays leyó a su tío Freud y pergreñó las bases de la propaganda, o como el lo llamaba: "relaciones públicas". La deriva desde que incentivara a las mujeres a fumar en público contratando a unas bellas señoritas para que participaran en un desfile en la ciudad de NY, mientras convocaba a los medios para señalarlas como esas valerosas mujeres liberadas que entre sus dedos portaban las "antorchas de la libertad" (antorchas que multiplicaron las ventas de cigarrillos por 3), hasta la sofisticación del conocimiento en desarrollo constante desde hace décadas por los psicólogos al servicio de las empresas de publicidad, ha dotado de una ingente capacidad de manipulación a las empresas que han sido capaces de pagar este tipo de servicios (enpresas y partidos, claro). Añadimos el "big data" y la posiibilidad de realizar esa publicidad "a la carta" para cada indivíduo que esté clicando sus preferencia en la red, y tienes un control sobre el indivíduo en particular y la masa en general que resulta muy goloso a cualquiera que tenga capacidad para acceder y decodificar esa montaña de información.
Pero de ahí a colocar la guerra convencional en un plano únicamente disuasorio ya va un trecho. Lo de Nagorno Karabaj, las incursiones Turcas en Siria e Irak, los ataques Yemeníes a los Sauditas, Sudán y Etiopía dandose candela... No se puede desdeñar el poder de las armas en ningún caso, puesto que los mismos mecanismos que se utilizan para atemorizar a la población, se emplean también para lanzarla a una guerra. Al final, quien posee los recursos es quien domina el cotarro, y creo que todos somos conscientes de que los recursos son finitos.
Las guerras se desarrollan en distintos planos, y no siempre acaban en un conflicto bélico, pero ese poder no deja de estar ahí, a disposición de quien vea el momento oportuno de utilizarlo.