La vida de la mayor parte de los animales es durísima; la naturaleza no tiene conciencia, y donde no hay conciencia, habrá sufrimiento.
Pero, he aquí que un día aparece un extraño animal que es consciente (hablo de conciencia de lo externo, los animales sí son conscientes de su placer y sufrimiento...no que puedan reflexionar sobre ello, pero sí lo "experimentan" y saben qué les está ocurriendo).
Consciente no solo de su propio sufrimiento sino, además, también del ajeno. Un animal que se da cuenta de aquello que decía Kundera: no es "pienso luego existo" sino "siento luego existo", y que eso es así para todos los animales.
Un animal altamente tecnológico que sabe buscarse las vueltas y puede modificar su entorno y sus costumbres para que se acomoden a lo que necesita.
Un animal que, para su propio beneficio, decide que, en lo posible, va a romper ciertas normas naturales para librarse del dolor y del miedo en la medida de lo posible.
Y a partir de ese punto, el ser humano, pináculo de la evolución, que puede doblegar a otras especies, y que es capaz de observar el sufrimiento ajeno tiene dos posibilidades:
- ser simplemente una animal inconsciente y terrible
- o, después de observar que el dolor es algo terrible tanto para uno mismo como para el resto de humanos y animales, puede alejarse -en lo posible y con respeto allí donde no pueda dejar de hacer daño-, de infligir un sufrimiento.
Es decir, a la hora de tratar con otros (otras especies u otros humanos) elegimos entre la inconsciencia y la consciencia.
¿Qué es mejor? Pero, entendamos que cuando hablo de mejor no me refiero solo a mejor para el que tengo enfrente, si no también para mí mismo. ¿Quién prefiero ser?
Yo considero que la conciencia es el verdadero puñetero "don" que tenemos los humanos. Y la conciencia del dolor y del sufrimiento ajenos una parte exquisita de esa conciencia.
Tan exquisita que permite que uno pueda elegir no hacer daño o hacer el daño mínimo posible.
Y, encima, el cerebro agradece -no a priori, siempre a posteriori y ese es el drama del ser humano- que hayas elegido la opción más consciente y más difícil. Es casi como levantar pesas para el cerebro: se vuelve más fuerte, mejor.
Si te das cuenta, cuando hablas de la relación de los humanos con los animales acudes a ejemplos animales para justificar cómo nos comportamos con ellos.
Que los animales sean crueles con seres de otras especies -o incluso la propia en el caso extremo de algunos insectos- no justifica que nosotros debamos ser crueles o tengamos derecho a ser crueles con seres a los que:
- bien no nos depredan (y son a los que más daño hacemos: vacas, pollos, conejos etc.)
-bien es difícil que puedan depredarnos (los grandes depredadores los tenemos bien "controlados"; y si uno viniera a hacerte daño, tendrías todo el derecho a defenderte).
En general, la relación que la mayor parte de los humanos tienen con los animales es la que se desprende de tu mensaje:
Me arrimo a la idea de que la naturaleza "es como es" y "soy un simple animal" cuando quiero justificar el daño que hago y a la idea de que "no soy un simple animal" cuando el daño me va a ocurrir a mí.
Mi idea es diferente: Soy dueño del daño que hago y "no soy un simple animal" cuando tengo que elegir hacer o no hacer daño, y solo un animal cuando el daño me va a ocurrir a mí (en el sentido de que voy a sufrir de la misma forma en la que lo haría cualquier animal).
Y, aunque disintamos, perdón por el tostón y la mezcla de ideas...es muy difícil expresar todo esto.