Precisamente ése es problema de los torneos de ajedrez de Burbuja, y uno de los motivos por los que yo no suelo participar: que está todo el pescado vendido desde el minuto uno y apenas hay factor suerte.
Aquí ponemos a jugar en el mismo torneo a auténticos novatos contra jugadores federados que dominan el ajedrez de forma nativa porque empezaron a jugar de pequeños (el caso de Hiperion, Loleante, o el hijo de
@jorge). Entre medio, pues hay toda una gama de infinitos grises que va desde los que llevamos 20 años viciando en internet, hasta los que llevan 20 años sin jugar y aprovechan el torneo para recuperar la afición.
Las partidas rápidas sin incremento pueden ayudar a aumentar un poco ese factor suerte, y de paso acabar con esos discursitos omniscientes donde todo está predeterminado de antemano. Que yo he llegado a leer en el hilo de la liga de ajedrez no hace mucho a uno diciéndole a otro que ya no tenía ninguna posibilidad de ganar la partida a partir del punto en que un peón le quedaba aislado y el análisis de Stockfish le marcaba sólo 0,80 peones en contra. Vamos, que ni Magnus Carlsen tiene esa capacidad de pronosticar el resultado de una partida.
Ese tipo de discursitos perdonavidas de jugadores robóticos que piensan más en términos stockfishianos que humanos se van tomar por saco en partidas blitz.
Pero en fin, es lo de siempre. Para muchos aquí se trata de fingir que estamos en un club de ajedrez presencial en la década de los 70, hablando de Fischer y de la joven promesa Karpov, y no de reconocer que estamos en una distopía futurista del año 2021 dominada por engines donde la poca dignidad que le queda al ajedrecista humano en la red está en el bullet y el streaming de Twitch.
