Para construir un relato
Tres décadas después, el puente sigue inacabado. Las prioridades son otras.
Para construir un relato
17/08/2020
Artículo Original:
Andrey Manchuk
Las autoridades de Kiev han comenzado a instalar el mástil más alto de Ucrania para la bandera nacional más grande. Esta estructura, que se ha decidido que esté junto a la aún no descomunizada estatua a la Madre Patria, tendrá una altura de noventa metros y soportará una bandera azul y amarilla de 16×24 metros. Es más, se está construyendo a una velocidad sorprendente, a un paso puramente estajanovista, trabajando incluso de noche para que pueda inaugurarse el 23 de agosto para celebrar el Día de la Bandera Nacional.
Según los representantes de la ciudad, han aceptado el reto del alcalde de Dnipropetrovsk, Boris Filatov, que construyó un mástil de 72 metros. El Consejo Municipal de Kiev apreció el valor y beneficio de tal proyecto, ya que una bandera gigante puede animar a tu favor al electorado patriota, que es muy importante para Vitaly Klitschko, que se enfrenta a las elecciones de otoño. Para instalar tal mástil eran necesarios cincuenta millones de grivnas que han sido mucho más fáciles de encontrar que el dinero necesario para reparar las tuberías rotas o las carreteras, por no mencionar la construcción de infraestructuras críticas como puentes sobre el Dniéper o estaciones de metro.
Por cierto, en cuanto a los puentes y el metro, la capital de Ucrania celebra una de las fechas más significativas. Hace exactamente treinta años, en julio de 1990, los líderes del Soviet de Kiev aprobaron el plan de construcción del puente de Podolsk, diseñado para unir los nudos de transporte del centro de Kiev y el distrito Zarechny. En aquel momento, el plan era que se construyera en unos años, ya que en ese tiempo se iba a construir otro puente del que también derivaba otra línea de metro.
Por desgracia, esos planes se colapsaron con la URSS. La característica silueta del puente de Podolsk sin terminar se ha convertido en una parte integral del paisaje urbano de la ciudad y los residentes a veces se cuelgan de los trenes de la ciudad por fuera, exactamente como se ve en los países más pobres del sudeste asiático. Las autoridades de la ciudad, encabezadas por el alcalde Klitschko, lo ven con estoica indiferencia, pese a que han encontrado dinero para construir un decorativo puente en un parque. Eso sí, el puente tuvo que ser cerrado el segundo día tras la inauguración. Lo mismo se puede decir de las viejas pasarelas soviéticas sobre las autopistas en la zona metropolitana. Tienen goteras cada invierno, ya que el Consejo Municipal no considera necesario invertir dinero en el necesario trabajo de reparación y mantenimiento.
La situación es aún peor en el metro. La última vez que se inauguró una estación en el metro de Kiev fue antes de Euromaidan, en noviembre de 2013, con participación del primer ministro Azarov. Desde entonces, la construcción de la arteria subterránea se ha detenido y los empleados de Kyivmetrostoy ahora, sorprendentemente, se dedican a mejorar el metro de Moscú, que no ha detenido la construcción siquiera durante la epidemia de cobi19. Klitschko no ha sido capaz de inaugurar siquiera la ya terminada plataforma Lvovskaya Brama. Y las repetidas promesas de llevar el metro a la zona residencial de Vinogradar ya se ha convertido para los residentes de Kiev en un símbolo de las promesas incumplidas y en palabras que se escuchan inevitablemente ante todas las elecciones locales.
Las infraestructuras básicas no se han reparado, por lo que las tuberías se convierten en géiseres de los que sale agua hirviendo en las calles de la capital. El sobreutilizado equipamiento de las plantas eléctricas sufre constantes fallos y el 27 de julio eso llevó a un incidente en la central de Kiev, con lo que tres distritos de la capital quedaron sin luz. Los trolebuses se detuvieron en las calles, los semáforos se apagaron y en algunas zonas se detuvo incluso el suministro de agua. Los expertos ya advierten de que estos problemas son crónicos y se hacen sentir cada vez más a menudo en la capital ucraniana.
“El problema es que hay un enorme número de estructuras en Ucrania que ya han superado su vida útil para dar un servicio garantizado. Necesitan ser sustituidos, radicalmente actualizados. Si no, cualquiera puede caer en cualquier momento. En el sentido amplio, el efecto
fatiga se puede aplicar a todas las infraestructuras en general. Es así. Hay que hacer algo al respecto”, escribió el periodista de Odessa Yury Tkatchev.
“Kiev está cansado. Las noticias están llenas de hez en la que la gente no entiende la pesadilla colectiva y trata de superarla con humor. Por supuesto, no hay nada por lo que estar contento. Tampoco hay que reírse. Mañana, puede estar cansado Dnipro. Sinceramente. Al día siguiente, Odessa. ¿No saben los problemas que ha habido en la presa de Palmira Sur? Desde hace años, cada día, hemos gritado a Petya o a Vova que los edificios residenciales están sobrepasados al 80%. Que las infraestructuras críticas están críticamente al límite. Que el colapso de la entrada de Drogobich es solo el principio. Que hay que adoptar un código municipal. Los poderes locales y centrales están divididos. Lo que no se puede hacer es sustituir la solución de problemas por discusiones estúpidas y vídeos de Instagram. Durante cuatro años he estado gritando al vacío. La respuesta es que el Gobierno quiere robar al gobierno local 160.000 millones de grivnas el año que viene. Y otros alcaldes no dicen nada, mantienen un perfil bajo. Pero yo voy a gritar. Porque un solo voto ya es mucho”, escribió pomposamente el alcalde de Dnipropetrovsk Boris Filatov tras uno de los incidentes, refiriéndose abiertamente a su homólogo de Kiev.
Este airado post subraya correctamente la naturaleza de los problemas a los que se enfrenta, no solo Kiev, sino toda Ucrania. Sin embargo, las dos alcaldías compiten entre ellas por ver quién construye la bandera más grande.
Todo tiene una simple explicación: los políticos ucranianos de la etapa post-Maidan no sienten ninguna responsabilidad por sus palabras o sus actos. Saben que la población, aplastada por la pobreza y la guerra, les perdonará todo, igual que perdonaron las fabulosas mentiras sobre la construcción del hyperloop ucranianos del exministro de Infraestructuras Volodymyr Omelayn. Así que el alcalde Klitschko se centra exclusivamente en la propaganda, conocedor de que ver una bandera gigante gustará a los ciudadanos ordinarios pegados a la televisión, igual que antes les gustaron las vallas pintadas de azul y amarillo. Aunque los mástiles gigantes suelen asociarse a los déspotas extranjeros como Arabia Saudí y el viento desgarrará rápidamente las banderas, como ya ocurrió simbólicamente en Estados Unidos en vísperas de las protestas contra el racismo.
Qué se puede decir si Ukravtodorov lanzado oficialmente un
flashmob de canto coral del himno nacional para conmemorar el próximo Día de la Independencia en lugar de construir y reparar las dañadas autopistas ucranianas. Por desgracia, esto es lo que se considera lo normal. Así que los residentes de Kiev aceptarán que, en lugar de un nuevo puente, se construirá un súper mástil gigante al que se puede dar el nombre de Klitschko.