Desastre nuclear de Fukushima (XIX)

Entrevista a Eduardo Gallego tres años después del accidente de Fukushima | Desayuno con fotones

Eduardo Gallego Díaz es Catedrático de Universidad y Director del Departamento de Ingeniería Nuclear de la Universidad Politécnica de Madrid. Imparte docencia en distintas asignaturas de Tecnología Nuclear, Seguridad Nuclear, Gestión de Residuos Radiactivos y Protección Radiológica en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid.

Ha desarrollado una variada actividad investigadora en numerosos proyectos de los Programas Marco de Investigación del Euratom, del Consejo de Seguridad Nuclear y ENRESA. Entre las líneas de investigación en las que trabaja destaca la del desarrollo de herramientas de apoyo al análisis y toma de decisiones en emergencias nucleares, para evaluar las medidas de protección a la población de cara a minimizar el impacto radiológico sobre la misma.

También dirige el Laboratorio de Medidas Neutrónicas de su Departamento, donde ha desarrollado distintos trabajos de diseño y verificación de instrumentos para dosimetría y espectrometría neutrónica y caracterización de materiales de blindaje.

Es co-editor de 4 libros y autor de 41 artículos en revistas científicas internacionales (indexadas), 6 en revistas extranjeras, 22 en revistas nacionales y 16 en libros.

Desde el año pasado es Presidente de la Sociedad Española de Protección Radiológica (2013-2015) y también miembro del Comité Ejecutivo de la Asociación Internacional de Protección Radiológica (IRPA) para el periodo 2008-2016 y del Comité 4 de la Comisión Internacional de Protección Radiológica para el 2013-2017.

Y además de todo lo anterior, es un hombre accesible y un gran comunicador. Yo tuve ocasión de escuchar una charla suya el año pasado en el Congreso conjunto SEFM-SEPR en Cáceres y habló con tanta pasión que me entraron muchas ganas de ir a Japón para conocer también la situación de primera mano. Y es que nos contó que en julio de 2012 pudo realizar una visita a las zonas afectadas de la región de Fukushima (entre ellas Namie Town, que se puede visitar virtualmente desde Google) gracias a su integración como experto en el Proyecto FAIRDO (Fukushima Action Research on Effective Decontamination Operation) del Institute for Global Environmental Strategies (IGES) (IGES: FAIRDO) y que mantiene un estrecho contacto con investigadores de diferentes universidades y organismos de Japón.

Hoy se cumple el tercer aniversario del accidente nuclear en Fukushima y en Desayuno con Fotones tenemos la suerte de contar con Eduardo para respondernos a muchas cuestiones, aclararnos dudas y explicarnos de forma muy amena cómo es la situación actual en la región.

P: Después de tres años del tsunami que asoló las costas japonesas, hoy todos recordamos aquellos días por el accidente ocurrido en la central nuclear de Fukushima. ¿Es cierto que este accidente ha sido el de consecuencias (económicas, medioambientales y sociales) más graves para el país tras el tsunami?

R: Realmente, las proporciones del accidente lo convierten en una gran catástrofe. Si bien es difícil obtener un balance preciso de sus consecuencias, puesto que aún no se han mitigado totalmente, el hecho de mantener todavía a más de 60,000 personas fuera de sus hogares nos da una idea de la gran magnitud, sobre todo desde el punto de vista económico y social. Las consecuencias medioambientales como tales no son comparables a las que causó el tsunami, sino todo lo contrario, más bien podrían calificarse de moderadas; el gran perjudicado de este tipo de accidentes es el hombre, puesto que la presencia de la radiactividad a niveles elevados impide el desarrollo normal de las actividades humanas sin riesgo.

P: ¿Ha sido el accidente de Fukushima el más importante de la historia nuclear?

R: No. Sin duda el accidente peor sigue siendo el de Chernóbil.
Tanto por el número de víctimas causado (ninguna en el caso de Fukushima), como por la extensión de las áreas afectadas por la radiactividad a niveles que impiden su habitabilidad.

En Chernóbil, después de 28 años, aún hay más de 2500 km² en los que no se permite estar mientras que en Fukushima, el área difícilmente recuperable apenas es de algo más de 100 km². Además, el impacto sanitario por radiación tampoco es comparable: no ha habido efectos sobre la salud de tipo temprano, y no se esperan incrementos detectables de otro tipo de daños como el cáncer.

No obstante, sí que hay que anotar en el balance del accidente que las condiciones en que se desarrolló la evacuación afectaron a las personas cuya salud era delicada, pudiendo acelerar el fallecimiento en varias decenas de casos, del orden de 60. También, con posterioridad, debido a las duras condiciones de vida a las que se han visto sometidos los evacuados, las autoridades municipales de las áreas afectadas reportan cifras de fallecidos del orden de 1500 personas hasta septiembre de 2013, directamente relacionadas con la evacuación y permanencia como evacuados durante tanto tiempo.

P: Echando la vista atrás y analizando todos los acontecimientos y decisiones que se tomaron antes y después del accidente, ¿qué se podría haber hecho mejor?

R: Todavía se está realizando un balance de las actuaciones que se realizaron con motivo del accidente. Es difícil valorar la actuación en las circunstancias en las que hubo de actuar, tras una doble catástrofe producida por el terremoto y el tsunami, un nivel de destrucción material impresionante, y más de 18000 muertos y desaparecidos. Evidentemente se están extrayendo lecciones y se ha valorado la necesidad de una mejor coordinación entre las distintas administraciones, nacional, regional en las prefecturas y municipal, ya que en más de un caso hubo descoordinación y solape de competencias y los mensajes transmitidos a la población no estuvieron claros o llegaron tarde. Por ejemplo, muchas personas fueron evacuadas sin saber que había un accidente nuclear. En los días posteriores, también se produjo confusión en los mensajes y falta de decisión para evacuar zonas que se vieron contaminadas por el paso de las nubes radiactivas junto con lluvia en lo que se tardó casi un mes. También pareció discutible que se estableciera una zona de evacuación “voluntaria”. Y más tarde, los cambios en los valores empleados como referencia para la aplicación de las medidas de protección contribuyeron a crear mayor sensación de inseguridad. Con todo, lo principal que hay que destacar es que el plan de evacuación cumplió con éxito su finalidad, si bien la prolongación de la situación como evacuados requiere una solución rápida, ya que está perjudicando mucho a los afectados.

P: ¿Cómo se encuentra la situación en Fukushima y en el entorno próximo actualmente? ¿Cuál es la mayor preocupación? ¿Cómo está reaccionando la población que había sido evacuada?

R: Pues realmente lo más difícil está siendo el retorno a la normalidad. Si bien se desarrollaron planes de descontaminación muy ambiciosos, la difícil coordinación entre administraciones, la financiación de las actuaciones individuales, y la gran amplitud de las zonas afectadas, están haciendo que la rehabilitación se desarrolle de forma muy desigual. La descontaminación de viviendas progresa muy despacio, muy por detrás de lo planificado, puesto que se trata de operaciones que requieren una preparación significativa, muchas brigadas de obreros para efectuarla y tiempo.

En muchas áreas, además, después de la descontaminación, ante la falta de infraestructura social adecuada (hospitales, escuelas, centros sociales, trabajos) la población prefiere finalmente no retornar. Es decir, que la descontaminación no es lo único necesario, sino que hace falta rehacer el tejido social de las zonas abandonadas durante estos años, y eso puede ser lo más difícil en más de un caso. Los retos sociales son más difíciles que los de la protección radiológica. Por ejemplo, hay lugares donde una mayoría de la población prefiere no volver, porque no lo ven claro, y están quedándose en zonas de acogida donde los niveles de radiación son mayores. Solo mediante el diálogo con científicos expertos, las autoridades locales y la gestión directa y transparente de las operaciones de recuperación puede lograrse que la población vuelva a recuperar la tranquilidad y con ello se animen a retomar su vida en las zonas evacuadas.

P: ¿Cuáles son los radioisótopos que hay en el medio ambiente que más preocupan? ¿Cómo están distribuidos y dónde se encuentran?

R: En los primeros meses fue crítica la presencia de yodo, ya que es un isótopo que se acumula en gran cantidad de los reactores nucleares y, debido a su elevada volatilidad, es capaz de alcanzar la atmósfera con más facilidad que otros. Además, su inhalación o ingestión conducen a una acumulación de dicho isótopo en la glándula tiroides, lo que en el caso de los niños puede representar un riesgo significativo de desarrollar un cáncer en dicha glándula. Sin embargo, en el caso de Fukushima, y tras haber chequeado a miles de niños, parece que no ha habido una incorporación excesiva de yodo ni se esperan efectos sobre el tiroides, aunque ésta es una cuestión que sigue mereciendo el seguimiento mediante controles periódicos. También es cierto que en estos controles exhaustivos se están encontrando problemas tiroideos, incluyendo algunos cánceres, pero en cantidades muy reducidas, y que habrá que comprobar si pudieran tener relación con el accidente o si se han detectado gracias a los programas de cribado sanitario, que antes no se llevaban a cabo.

Para el medio y largo plazo, los isótopos dominantes son los de cesio, que también es muy volátil. De ellos, el cesio 134 decae bastante más rápido, y por ejemplo, en 2020 sólo quedará de él un 5%, mientras que del cesio 137 aún se tendrá un 81% del inicial. El cesio 137 decae lentamente, de forma que deben pasar 30 años para que la cantidad de dicho isótopo se reduzca a la mitad. No obstante, en una zona concreta, su influencia sobre la tasa de dosis que se pueda experimentar decae con más rapidez, debido a la migración hacia capas más profundas del terreno y al arrastre por las aguas. De todos modos, las áreas más afectadas tardarán muchas décadas en alcanzar condiciones aceptables para ser habitables de nuevo de forma continuada.

P: ¿Qué tasas de dosis hay en la actualidad en el entorno de la central?

R: Como resultado del decaimiento radiactivo y, en parte, de las operaciones de limpieza, las zonas con mayor tasa de dosis se han reducido significativamente. La figura compara gráficamente la situación a los 7 y a los 30 meses tras el accidente. Se estima que, en condiciones normales, una tasa de dosis externa de 0.23 microSievert por hora a 1m de altura equivaldría a 1 miliSievert al año de dosis incrementada sobre el fondo natural, que en la zona es muy bajo (de sólo 0.04 microSievert por hora).

P: ¿Qué medidas de protección radiológica se están tomando con respecto a los habitantes de la zona?

R: En las zonas de acceso restringido está prohibido vivir, y sólo se puede acceder a ellas con autorización y sometiéndose a controles de contaminación. Fuera de ellas, cabría distinguir entre los habitantes de las zonas fuera de las más contaminadas y los de áreas sometidas a descontaminación.

Desde el punto de vista de la protección radiológica, lo principal está siendo el control de la dosis a través del análisis de la radiactividad en alimentos y de la caracterización de la dosis externa mediante monitorización periódica. También se han utilizado dosímetros personales en unas 60000 personas, indicando que solamente una fracción muy reducida supera dosis de 2 miliSievert al año

P: ¿Y con respecto a los cultivos y a la ganadería?

R: Toda la producción agrícola y ganadera está siendo sometida a chequeos radiológicos antes de ser distribuida en los mercados. Por ejemplo, la producción de arroz de Fukushima es de más de 10 millones de sacos al año y en 2012, entre ellos, menos de un centenar superaron el valor de referencia establecido por las autoridades de 100 becquerel de cesio por kilogramo. Es decir, que en las zonas donde se continúa la producción, el control es exhaustivo. Por supuesto, en las zonas más contaminadas ni se cultiva ni se mantiene la producción ganadera.

P: ¿Y a la pesca?

R: Con respecto a la pesca, se puede decir lo mismo que para la producción del resto de alimentos. En la zona más próxima a la central nuclear, la actividad pesquera está interrumpida, debido a la prohibición establecida, pero también a que la flota fue destruida por el tsunami. Fuera de ella, en las prefecturas limítrofes, el control sobre las capturas se hace antes de su comercialización. Los consumidores pueden por tanto estar muy tranquilos.

P: ¿Cómo está reaccionando la población?

R: A pesar de lo explicado, se comenta frecuentemente que todo lo asociado con Fukushima es visto con recelo en el resto de Japón. De alguna manera, el accidente ha supuesto la “estigmatización” de la región. Eso requiere un gran esfuerzo de comunicación por parte de las autoridades, los expertos independientes y los medios de comunicación, para garantizar a la población su seguridad y devolver la imagen a la zona. Ciertamente, los costes de imagen suponen uno de los impactos mayores del accidente.

P: ¿Cómo se está llevando a cabo la descontaminación de la zona, tanto en el Tierra como en el mar?

La descontaminación fundamentalmente consiste en retirar las partículas radiactivas de la superficie sobre las cuales se han depositado. Para ello se pueden aplicar técnicas muy diversas y variadas dependiendo del tipo de superficie. Por ejemplo, para descontaminar las viviendas se están aplicando medidas como el lavado de las superficies exteriores, sobre todo los tejados y las paredes, con chorro a presión de agua y detergentes; la poda de la vegetación que rodea la casa (lo cual tras el primer año es inefectivo); la retirada del césped y su sustitución… dependiendo del caso. Para superficies pavimentadas, tras un lavado a presión y aspirado, en ocasiones se está incluso levantando la capa superficial de asfalto y reasfaltando.

Un caso particular han sido las escuelas y centros educativos, en los que se ha puesto mucho mayor esfuerzo en reducir la dosis que pueda recibir la población infantil, debido a las muchas horas que pasan en los colegios. Un lugar especialmente cuidado han sido los patios de juego de los colegios, que se han descontaminado tras retirar una capa superficial de suelo de varios centímetros, con esfuerzo en muchos casos de las propias familias y docentes de los centros.

En el mar no se pueden realizar tareas de descontaminación. Sí que se están poniendo grandes esfuerzos en evitar vertidos adicionales de agua contaminada al océano. Para ello TEPCO está construyendo barreras de contención en el entorno de la central, y tiene un ambicioso plan para construir también barreras que eviten la entrada de agua de los acuíferos en los edificios dañados de la central. El control del agua contaminada está suponiendo una de las mayores dificultades en los últimos meses y es uno de los retos principales sin el cual no se podrán dar por totalmente controladas las emisiones de radiactividad al exterior.

P: Una de las mayores alarmas han sido las dispersiones de los radioisótopos en el océano. ¿Cuáles son los mayores riesgos?¿Es cierto que tienen algo que temer en la costa oeste de los Estados Unidos?

R: Sin duda el accidente ha supuesto la mayor liberación de radiactividad al océano en toda la historia de la energía nuclear. Sin embargo, los niveles de contaminación son sólo significativos en las zonas próximas a la central y sobre todo en los fondos marinos de dichas áreas. Las predicciones que hacen los expertos en oceanografía y radioecología marina indican un transporte por las corrientes marinas y dilución en el océano Pacífico, que llevan los materiales dominantemente hacia Norteamérica. Dado que los sistemas de vigilancia de la radiactividad ambiental son muy sensibles, y permiten detectar cantidades extremadamente pequeñas, cabe esperar que se empiece a detectar próximamente la llegada de cesio radiactivo a las costas de Norteamérica, pero en cantidades insignificantes desde el punto de vista radiológico (fracciones de becquerel por metro cúbico). La población de la costa oeste de los Estados Unidos y de Canadá no tiene nada que temer. El impacto de las descargas al océano es significativo sólo en Japón.

P: En tu opinión, ¿TEPCO y el Gobierno de Japón están tomando las medidas adecuadas para hacer frente a la situación? ¿Qué más organismos están involucrados en los programas de descontaminación? ¿Qué se está haciendo con los desechos radiactivos?

R: Mi conocimiento de la situación es bastante limitado y es a través de colegas japoneses, fundamentalmente del ámbito científico. Mi sensación es que se han movilizado grandes medios, sin escatimar recursos, aunque tal vez se no se haya cuidado suficientemente la comunicación con la población para conseguir que las estrategias de descontaminación y rehabilitación sean entendidas y aceptadas, con sus posibilidades reales y sus limitaciones. Igualmente, se deberían volcar más esfuerzos, posiblemente a través de los profesionales de la salud, en informar sobre los riesgos de la radiactividad a los niveles de dosis que puede recibir la población, que no son en ningún caso muy elevadas, equiparables, por ejemplo, a las que se reciben de la radiactividad natural de fondo en muchas zonas del mundo, pero frente a las cuales se pueden seguir pautas de comportamiento que permiten reducirlas a un mínimo. Con ello se conseguiría que las medidas se adoptasen con el convencimiento de que son las mejores posibles, dadas las circunstancias.

Hay que prestar especial atención a las personas que por sus hábitos están recibiendo más dosis, aunque parece probado que la mayoría de la población no recibe dosis significativas. Los posibles riesgos de incremento en la aparición de cánceres, si bien son muy remotos, se verán contrarrestados sobradamente mediante los programas de control sanitario puestos en marcha.

En la descontaminación participa el Gobierno central, que proporciona la financiación, así como los gobiernos de las prefecturas y los municipales. Estos últimos desarrollan los planes detallados y los implementan, a través de empresas contratistas, las técnicas de descontaminación física. En última instancia, el coste de estas operaciones lo pagará TEPCO, y los consumidores de electricidad, a través de una tasa especial. Hasta 2013, el presupuesto total financiado era de aproximadamente 28,000 millones de euros, de los cuales la tercera parte es debida exclusivamente a la descontaminación.

Las tareas de descontaminación generan grandes cantidades de residuos, fundamentalmente sólidos, que debe gestionarse de forma adecuada. En todos los municipios afectados se han preparado almacenes transitorios que habrán de desmantelarse transcurridos unos años. Posteriormente, han de construirse almacenes temporales en superficie capaces de albergar varios millones de metros cúbicos durante décadas en condiciones seguras. Un problema serio es decidir la ubicación de tales almacenes, ya que no hay municipios voluntarios para ello.

P: Al parecer, se han desarrollado modelos para predecir la dosis a medio y a largo plazo. ¿Cómo de preocupante es la situación?

R: Efectivamente, hay distintos grupos de investigadores, así como asesores del gobierno y organismos científicos internacionales (OMS, UNSCEAR), que manejan estimaciones de dosis basadas en modelos más o menos sencillos, pero que tratan de tener en cuenta las condiciones de vida habituales de la población, y las distintas vías de exposición a las que se puede ver sometida, tanto por vía externa como por ingestión de alimentos. La tasa de dosis promedio en el primer año no habría superado los 10 miliSievert, con algunas personas pudiendo haber alcanzado valores de hasta unos 25 miliSievert. Pero esa tasa disminuye progresivamente, de modo que para la mayoría de la población, se estiman dosis promedio a lo largo de la vida del orden de 20-30 miliSievert, e incluso para los más expuestos, no cabe esperar dosis a lo largo de la vida superiores a los 100 miliSievert aproximadamente.

Esos valores de dosis, acumulada durante tanto tiempo, no resultan en absoluto preocupantes. Los posibles casos de cáncer, en caso de producirse, serían tan pocos que no resultaría posible discernirlos de los producidos espontáneamente. Por otro lado, indirectamente, los programas de vigilancia sanitaria establecidos tras el accidente pueden contribuir positivamente a la detección precoz de enfermedades cancerosas.

Medidas menos exigentes habrían evitado desplazamientos masivos y con ellos esas muertes no radiológicas en los desplazados. Resulta que para proteger de un riesgo potencial dentro de unos años o décadas, causamos una perturbación tal en la vida de la gente, que algunos no consiguen superarlo… Este debate lo tenemos actualmente sobre la mesa del Comité 4 de la ICRP y supongo que será uno de los debates post-Fukushima más interesantes en los próximos años

P: ¿Cómo ha cambiado la política del gobierno japonés en lo que respecta a la energía nuclear tras el accidente? ¿Y el resto de los países? ¿Se puede decir que hay un antes y un después de Fukushima? ¿Qué lecciones ha aprendido la comunidad internacional?

R: Tras el accidente de Fukushima, el gobierno japonés decidió someter a todas las centrales nucleares del país a exámenes en profundidad, interrumpiendo su operación hasta que no se demostrase plenamente su seguridad. Además se estableció el requisito de contar con el beneplácito expreso de las autoridades municipales y de las prefecturas en donde se ubican las centrales. El gobierno del período en que ocurrió el accidente declaró su intención de proceder al cierre definitivo de las centrales nucleares pero, tras las posteriores elecciones y cambio de gobierno, dada la escasez de recursos energéticos propios del Japón, el gobierno actual ha cambiado esa política, y piensa reabrir centrales hasta el punto que sea necesario para cubrir la demanda eléctrica de base. Actualmente sólo dos reactores están operativos, y otros 16 han solicitado su reapertura. En ningún caso parece fácil que el programa nuclear japonés vuelva a alcanzar el nivel que tenía antes del accidente de Fukushima.

En el resto de los países, el accidente de Fukushima ha tenido un impacto esencial en el sentido de reevaluar la seguridad de las plantas frente a riesgos naturales. En el caso de la Unión Europea se llevaron a cabo las conocidas “pruebas de resistencia”, que indicaron que en general la seguridad es buena, pero siempre cabe mejorarla; por ejemplo, instalando sistemas reforzados de suministro eléctrico de emergencia, o mejores salvaguardias tecnológicas para hacer frente a los accidentes severos, en los que el combustible nuclear sufra daños graves, mitigando la aparición de hidrógeno y asegurando la integridad de la barrera de contención, entre otras medidas. Se están revaluando los riesgos frente a terremotos y otros sucesos naturales. De forma similar han procedido países como los Estados Unidos. Hay excepciones, como Alemania, que inmediatamente después del accidente procedieron al cierre de varias centrales y a promulgar un plan de eliminación de la energía nuclear, pero también otros como China mantuvieron sus planes de expansión de la energía nuclear.

Por lo tanto, cabe decir que la lección principal para la comunidad internacional es que la seguridad debe ser prioritaria a cualquier otra consideración. No se puede utilizar la energía nuclear si el coste puede llegar a ser tan alto, y se dispone de tecnología y medios más que suficientes para poder evitar sucesos como el de Fukushima.

P: ¿Hasta cuándo crees que debemos seguir considerando la energía nuclear como necesaria en el “mix” energético?

R: Mi opinión personal en este sentido es que la energía nuclear debe utilizarse mientras sea realmente necesaria y el país no disponga de fuentes alternativas con un impacto ambiental reducido y a un coste razonable. Por ejemplo, en el caso de España, las alternativas inmediatas para mantener el suministro eléctrico de base serían los combustibles fósiles, principalmente carbón y gas, cuyo impacto ambiental y emisión de gases de efecto invernadero son bien conocidos. La cuota de generación eléctrica mediante fuentes renovables puede aumentar aún considerablemente, pero su naturaleza discontinua no permite utilizarlas como fuente de generación eléctrica de base. Así que debemos ver a la energía nuclear y a las renovables como complementarias. La investigación sobre energía nuclear de fusión, y los avances en tecnologías de almacenamiento de energía pudieran hacer cambiar esta conclusión dentro de unas décadas. También es de esperar que los conceptos avanzados intrínsecamente seguros y que permiten el reciclado de los residuos de larga vida generados por el propio reactor contribuyan a mejorar el papel de la energía nuclear.

Todo lo ocurrido en Fukushima es de sumo interés, tanto desde el punto de vista científico y técnico como social y político. Podríamos seguir preguntando a Eduardo un montón de cuestiones más, porque seguro que nos hemos dejado muchos aspectos importantes en el tintero, que nos habría aclarado con claridad y sencillez. Desde Desayuno con Fotones queremos darle las gracias por su disponibilidad y generosidad.

Comentario: Otro que miente, al igual que National Geographic, Greenpeace, la BBC, Forbes, Bloomberg, etc, etc. :roto2:
 
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Nada, solo comentar que Ucrania ya está empezando a pedir ayuda para sus CN.

Repito la pregunta ¿qué plan de contingencia hay para las CN en un pais quebrado o en revuelta civil?

A ver si los pronuke os animais a responder que la pregunta es muy sencillita.
 
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