Me alegra que fuera todo bien y tuvieras una experiencia profunda.
Aunque sea pronto para ponerle palabras, te animo a que lo hagas y puedas compartirlo con nosotros si en algún momento lo estimas oportuno.
Bueno, voy a intentar narrarlo, aunque como acumulación de lecciones fue densísima y con una percepción del tiempo loquísima desde relativamente pronto. Sumemos el hecho de que llevaba 15 añazos sin usar psilocibes...Y que la experiencia ha sido cuanto menos peculiar, la amada de mente que me ha metido el hongo ha sido bonita e instructiva, pero sin cortarse un pelo. Pero en fin, allí va para la gente que tenga genuino interés, y si alguien lo que quiere es echarse unas risas a costa de mi jovenlandesao, pues bien también por esa persona.
A eso de las 18:30 pongo las trufas en el zumo de 1/4 de limón y me preparo una infusión de guayusa. Lo dejo enfriar mientras me pego una pipita de hierba, preparo los altavoces, etc. A las 19 echo el zumo del limón en la guayusa y me voy mascando las trufas entre tragos al mejunje.
Me voy a dar un paseo por un camino de campo, calculando un trayecto de 30 minutos ida y 30 vuelta para volver ya empezando a volar. En unos 15 minutos empiezo a notarme como "demasiado" contento, al ritmo de la trompetas de los Skatalites, así que decido darme la vuelta, y en ese trayecto comienza la risita floja de niño travieso, los colores brillando más de lo normal y esas cositas, todo muy happy.
Llego a casa, abro la puerta, no sin cierta dificultad para acertar con la llave, enciendo el altavoz, me quito la camiseta, me descalzo, hago la croqueta en la cuestecita del garaje y me pongo algún temazo mientras bailo de manera errática por el patio (sin vistas de vecinos, obviamente), me pego otro pipazo, bebo agua, decido música. La leche, 3 cuartos de hora y ya me estoy yendo.
Antes de las 8 pongo la movida esta de Enigma, está atardeciendo, hace buen tiempo, en algún momento me he quedado como el tipo de mi avatar y estoy mirando al cielo y dándole gracias al hongo, al césped sobre el que estoy, al cielo, al atardecer, a los gatos que siento que me cuidan, a todo.
La jodida música se vuelve cada vez más sensual, la luz más escasa y el viaje más intenso. A veces me levanto, a veces repto por el suelo, otras veces estoy tumbado tranquilo boca arriba, otras boca abajo, beso el suelo, me refroto contra él, hago extrañas gimnasias espasmódicas que se me van ocurriendo al ritmo de la música, entre revelaciones sutiles que se van acumulando, por momentos tengo como flashbacks de celtas flipando en algún bosque hasta el ojo ciego de hongos, buscando su camino de un modo equivalente, pero con palabras y conceptos que yo no entiendo.
Me abrazo al olivo grande, lo llamo hermano, lo felicito por haber crecido tan fuerte y frondoso, observo las formas de su copa entre la luz de la luna, beso su tronco, siento que me reconforta y me cuida. Siento que el olivo un poco más pequeño me pide que lo abrace, ha tenido problemas por malas podas y le ha costado más adaptarse, pero es una olivo hermosa y fuerte que nunca se rinde, de pronto se presenta como una especie de representación de la energía femenina, la abrazo mientras sus ramas más bajas me hacen cosquillas de las rodillas al ombligo, acaricio su tronco suavemente, llevo una aceituna sin descolgar de la rama a mi boca como si fuera un pezón. Da igual que me roce la platano o los narices o las nalgas, es parte de mí y yo de ella, no hay intención masturbatoria, es un toque sin intención totalmente inocente pero a la vez brutalmente euforizante, de repente siento un entendimiento profundo del concepto "tantra" y siento un absoluto desprecio por la pronografía. Me arrodillo ante la energía masculina y la femenina, hundo mi frente en el suelo les doy las gracias a ellas en forma de olivos, al hongo, a la noche... Me levanto, me estiro con los brazos en cruz para alcanzar ramas de ambos olivos, medito "de su mano" mirando las estrellas, busco otras plantas a las que acariciar, pero de un modo más "casto" y sutil.
El disco de Enigma se ha acabado, llevo un buen rato en silencio con un viaje mental de la leche, deambulando, luego miro el reloj 3 o 4 veces en 10 minutos y no me puedo creer la velocidad a la que van mis pensamientos. Siento que mi ego, resistiéndose a morir, me ofrece cosas que me dañarían físicamente, pero un instinto desconocido me lleva a identificarlo y apartar de mí dichas ideas: en lugar de herirme el dedo índice con las espinas de ese enorme cactus para "sellar un pacto" de manera truculenta como me ofrecía mi ego, decido acercarme y acariciarlo con mucho cuidado, notando sus espinas sin dañarme, notando que no necesita la cualidad de ser acariciable para ser hermoso y dejarse querer. Me tumbo contento de haber detectado el engaño de mi ego moribundo, cojo una ramita que había por el suelo y voy señalando una corriente de energía que recorre mis 7 chakras, me detengo en cada uno para realizar una pequeña presión con la ramita, como si los estuviera encendiendo, medito un rato sintiendo esa corriente moverse al ritmo de mi respiración, haciéndose más fuerte con la energía absorbida directamente de la tierra por mi chakra raíz, avivándose como fuego cuando adopto respiraciones cercanas a la hiperventilación.
Me empalmo, me desempalmo reabsorbiendo la energía, me levanto del suelo, voy al espejo, me encanto, me miro durante un rato con diferentes luces y perfiles. Me siento triunfal y capaz de todo. Me preparo otra caladilla en la pipa y pongo al tío Ravi.
El sitar hace su magia, pronto me siento relajado, feliz, me vuelvo a tumbar en el césped, ni me acuerdo que estoy en pelotas, el cielo y sus colores son una pasada, sigo teniendo revelaciones y agradeciendo al hongo y a todo lo que se me ocurre cada dos por tres. Saltan los aspersores. Gozo primero como un nene saltarín, luego como un puñetero animal revolcándose y mojándose enterito, llenándome de barro, hierba, agua, gateando, girando sobre mí mismo, revolcándome, acariciándome, sintiendo cómo la humedad me funde con el césped, el ego ha muerto. Siento como si estuviera de excursión, como si fuera una última noche de campamento escolar o de vacaciones, agradable pero que te da pena porque vas a tener que regresar a tu vida normal y que la única alternativa sería vivir en un brote psicótico...Pero por otro lado, siento que todas esas buenas sensaciones no tienen por qué irse ni en futuro necesitar ninguna sustancia, porque son parte de mí. En un par de ocasiones, dejo ir el meado sólo abriendo las piernas sobre la tierra, y con él noto que salen falsas necesidades y preocupaciones, purificándome.
Me levanto, corto una penca de aloe vera, la abro con las manos y me voy untando el gel por todo el cuerpo mientras dembulo. Cojo una buena cantidad para la zona genital, mientras el viscoso gel del aloe vera se deshace contra mi perineo siento como una especie de orgasmo femenino a nivel interno, vuelvo a agradecer al hongo, me tumbo mientras las últimas ráfagas de los aspersores me rozan, me quedo un buen rato tumbado cuando acaban. Después me siento, viaje filosófico seguido de visita a los registros akásicos, imágenes enterradísimas en mi memoria vuelven muy vívidas a señalarme dónde se torcieron ciertas cosas y por qué no era inevitable, ni tampoco es irreversible. El gato más viejo está frente a mí, cerca, ronroneando tranquilamente mientras duerme confiado, el pillín lo sabe todo, sabe dónde estoy y por qué, lo sé porque él también es parte de mí. Ravi y Anoushka acabaron hace rato. Está empezando a hacer frío, estoy húmedo y pegajoso.
Las oleadas de consciencia "mundana" se van multiplicando, ya hemos pasado largamente el ecuador del viaje. Decido ir bajando la intensidad con un picoteo de sobras de tortilla de patatas y pegarme una buena ducha caliente. Apago la luz y dejo solo la pantalla del movil por tener una mínima referencia de luz, y pongo un par de audios de meditaciones para la ducha. Flipo en colores siguiendo las instrucciones sobre notar el pulso del agua, la temperatura, su flujo...Siento que me fundo con el agua y soy solo una etapa de la corriente infinita de su ciclo. Disfruto la luz baja, el brillo de mi cuerpo en la casi total oscuridad, el aroma del jabón, el tacto de mi piel, el vapor purificando mis pulmones, todo me parece la leche, salvapantallas psicodélicos al cerrar los ojos. Me seco, me visto por primera vez en 5 horas, creo que nunca había estado tanto tiempo seguido despierto en pelotas. Otro poquito de yerba a la pipa, unos buenos tragos de agua, algo de picar y a la cama.
Hago un par de meditaciones de estas de recorrido por los chakras. jorobar, me estoy meando todo el rato, siento el estómago lleno y algo de retortijón, pero la capacidad de concentración es brutal, visualizo los puntos y siento que movilizo la energía de manera bastante eficaz, no me cuesta demasiado. Pero a la hora o así (calculo) me vence el sueño en mitad de la tercera meditación.
El despertar ha sido tranquilo y con un gran sentimiento de gratitud universal y claridad mental, pero cansado y con algún calambre muscular. He empezado la mañana bastante productivo, aunque francamente, al cabo de unas horas ya no podía concentrarme en nada mundano y solo sentía que quería reflexionar sobre la experiencia. Cosa que he hecho a la tarde, empezando a digerirla en un largo y agradable paseo, en el que todavía ha aparecido esporádicamente alguna ráfaga de percepción "peculiar".