Vlad_Empalador
Será en Octubre
REPORTAJES
Maje, la 'viuda negra', en el banquillo: así convenció a uno de sus 4 amantes para dar de baja de la suscripción de la vida al marido
Este miércoles comienza el juicio por uno de los asesinatos más llamativos del siglo. Este es el relato que recoge el sumario del caso.
12 octubre, 2020 01:59
Jorge García Badía Brais Cedeira
Cuando el sol bañó con sus primeros rayos la mañana del miércoles 16 de agosto de 2017, Salva ya llevaba un tiempo despierto cavilando que ese día se mancharía las manos de sangre. Salió de su casa temprano y a las 7:30 horas llegó con su moto al número 14 de la calle Calamocha de Valencia. Abrió la puerta del garaje empleando las llaves que le dio su amante: Maje.
Portaba una mochila de la que sacó unos guantes de látex para no dejar huellas y un cuchillo cebollero —de catorce centímetros de hoja— con el que se escondió al acecho de su víctima: Antonio, el marido de su querida y sensual Maje. A las 7:40 horas, Antonio bajó al garaje para coger su coche y desplazarse al trabajo. Nunca llegó. Salva le asestó seis tortas mortales: cuatro en el hemitórax izquierdo, seccionándole el corazón, pulmón izquierdo y grandes vasos, y dos en el hemitórax derecho, dañando el otro pulmón.
De esa manera se consumó el asesinato del caso Maje: uno de los más mediáticos de la reciente historia de la crónica negra valenciana. Este miércoles, María Jesús y Salvador se volverán a ver las caras fuera de la prisión de Picassent donde permanecen entre rejas desde enero de 2018 a la espera de ser juzgados.
Maje y su marido Antonio.
La sala de vistas Tirant lo Blanch de la Ciudad de la Justicia de Valencia acogerá doce sesiones, previstas del 14 al 30 de octubre, en las que un jurado analizará el papel que supuestamente desempeñó en el crimen esta expareja de amantes que se enfrenta a duras penas de guandoca. La Fiscalía solicita para ella 22 años a la sombra como presunta instigadora de la muerte de su esposo, Antonio, mientras que para él pide 18 años como el supuesto brazo ejecutor. También estima que deben indemnizar con 200.000 euros a los padres del fallecido y con 50.000 euros a su hermano.
EL ESPAÑOL ha tenido acceso al sumario de la investigación desarrollada por el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional y al escrito de calificación provisional que el Ministerio Público leerá en la primera sesión del juicio.
El fiscal Vicente Devesa sostiene que durante el verano de 2017, Maje y su amante, Salva, supuestamente diseñaron el plan para asesinar a Antonio Navarro Cerdán: un ingeniero técnico del Centro de Conservación de Carreteras de El Rebollar, nacido en Novelda, y que residía junto a su espectacular esposa, María Jesús Moreno Cantó, en un piso de la calle Calamocha de Valencia. El lugar escogido para perpetrar el crimen fue el garaje comunitario porque no había cámaras y Antonio bajaba cada día a la misma hora a por su coche de empresa: un Peugeot 208.
“En junio de 2017, o en fechas próximas, la acusada [Maje] decidió acabar con la vida de su esposo [Antonio] y, para llevar a cabo su propósito, pidió al acusado [Salva] que lo matara por ella haciéndole creer que la situación a la que su marido la tenía sometida le resultaba ya insostenible. El acusado aceptó la proposición de la acusada y juntos planificaron la acción homicida en los días siguientes”, según sostiene Devesa.
La autopsia de Antonio Navarro desveló que recibió seis tortas en zonas vitales
El Ministerio Público apoya su teoría del móvil del asesinato en el sumario de la investigación que revela el prolífico historial sentimental de María Jesús Moreno Cantó: conocida por su entorno, como Maje, y por los medios de comunicación como la 'Viuda negra de Patraix'. Tal alias es fruto del cúmulo de mentiras y amantes que destapó la Policía Nacional tras arduas pesquisas que arrancaron cuando un vecino descubrió el cadáver de Antonio en el garaje de la calle Calamocha.
El anzuelo del robo no coló
La primera hipótesis con la que comenzó la investigación era que el ingeniero pudo perder la vida al sorprender a un ladrón dentro del garaje comunitario porque su cuerpo desangrado yacía junto al coche de un vecino que tenía rota la luna trasera. A todo ello se suma que Maje, la esposa del fallecido, apuntó a la teoría del robo cuando prestó declaración: “Mi marido tenía mucho carácter y pienso que si hubiera sorprendido a alguien robando seguro que se hubiera enfrentado o llamado la atención”.
En caso de que las pesquisas avanzasen en esa dirección, la enfermera no estaría en el foco policial porque tenía coartada para justificar su ausencia el día del asesinato: el 3 de agosto le envió un WhatsApp a su esposo informándole de que la noche del 15 trabajaría en el Hospital Casa de Salud y la mañana del 16 empalmaría con su otro curro en una residencia geriátrica de Torrent.
La teoría del robo que exculpaba a Maje se desvaneció con rapidez. Primero por el contenido de la autopsia: “Esta violencia y contundencia en la muerte parece desproporcionada si se tratara únicamente de un delincuente común sorprendido mientras rompe el cristal de un coche, apunta a que ha habido una voluntad plena y un claro objetivo en la agresión de acabar con la vida de Antonio Navarro”.
Antonio Navarro dejó restos de sangre en el coche de un vecino.
Los testimonios del entorno del fallecido recabados por la Policía Nacional también desmentían la opción de una pelea fortuita con un caco: “Maje desde un principio apuntaba a que seguramente Antonio se habría enfrentado a un ladrón en caso de sorprenderlo ya que era muy “echado para adelante” y muy bravo, lo cual desmentían tanto la familia de Antonio como sus amigos, que le describían como un “cagón”, coincidiendo que nunca se habría enfrentado a un delincuente”.
Maje acabó en la diana del Grupo de Homicidios a raíz de la declaración de Rocío: su amiga íntima y compañera de juergas. La citada joven contó que la viuda tenía una aventura extramatrimonial y la idea de un asesinato planeado por cuestiones amorosas cobró fuerza en la investigación: “Como ya se explica intensamente en informes anteriores, uno de los móviles posibles sería una relación sentimental por parte de su mujer, ya que Rocío, la mejor amiga de Maje (esposa de Antonio), terminó confesando en su declaración que Maje se veía desde mayo con un chico llamado José a espaldas de su marido”.
El desliz de Rocío obligó a Maje a contactar con la Policía Nacional para soltar una bomba seis días después de la muerte de su esposo: “Manifiesta que quiere ampliar su anterior declaración porque hubo hubo algunas cosas que considera relevantes que no contó por vergüenza”.
Lista de amantes incompleta
La escultural enfermera, natural de Novelda, explicó a los investigadores que mantuvo dos aventuras durante su relación con Antonio. Dijo una verdad a medias. Maje omitió a su tercer amante: Salva, su compañero de trabajo en el Hospital Casa de Salud y que era el supuesto autor del asesinato. Tampoco mencionó que tras enviudar se echó un rollete en Barcelona: Sergio, un Mosso d´Esquadra buenorro.
En la ampliación de la decaración de Maje solo dejó constancia de Tomás: un fisioterapeuta al que conoció en marzo de 2016 y de cuyo affaire se enteró Antonio un mes antes de la boda. De hecho, el enlace previsto el 3 de septiembre de 2016 casi se suspende. La joven también detalló a los policías que nueve meses después de casarse cometió otra infidelidad: en mayo de 2017, en una discoteca de Valencia, se lió con José, un atractivo publicista, de 38 años. Los policías se quedaron ojipláticos.
Salva era un hombre felizmente casado y tiene una hija de 19 años.
Esa declaración dilapidó la coartada de Maje de la noche previa al crimen porque confesó que no tenía turno nocturno en el Hospital Casa de Salud, próximo al estadio de Mestalla, sino que pasó la velada con su amante publicista: “No trabajé antes de los hechos, en realidad la noche del martes 15 la pasé en casa de José”.
Los investigadores solicitaron al juzgado intervenir los móviles de la joven viuda, de 27 años, y de sus amantes: José y Tomás. La Policía Nacional ya no se creía la versión que la enfermera ofreció de que su matrimonio era un tormento fruto del carácter controlador del ingeniero. Todo lo contrario: los testimonios recabados apuntaban a que Antonio, de 36 años, era una persona agradable y simpática que en sus días libres solía ir a Novelda a ver a su familia, a disfrutar de los jovenlandeses y Cristianos y de los amigos que conservababa de su paso por el Colegio Padres Reparadores.
“No parece muy razonable que un hombre celoso y posesivo se marche solo los fines de semana a Novelda y deje a su mujer en Valencia, y más después de pillarla en dos ocasiones que sepamos en infidelidades. En vista de todo ello, es evidente que Maje, la mujer de Antonio, ha caído en graves contradicciones y ha mentido en sus dos declaraciones y solo ha confesado su relación con José y Tomás cuando se ha enterado de que este Grupo de Homicidios ya era conocedor de, al menos, la segunda [por el testimonio de Rocío]”, tal y como reflexionan los investigadores dando por sentado que la víctima mortal no tenía trapos sucios.
“Antonio llevaba una vida normal, sin enemigos, sin deudas, lo cual deja como móvil más probable de su muerte las infidelidades de su mujer”. Para mayor abundamiento en esa teoría durante el rastreo del móvil de Antonio, a los agentes les llamó la ateción un mensaje que envió a su esposa el 4 de junio, justo dos meses antes de morir, en el que el ingeniero le reprochaba a Maje haber sufrido un presunto episodio de violencia doméstica: “No quiero a nadie que me ponga la mano encima. Por ahí no paso”.
Euforia en el luto
Los pinchazos de los móviles acrecentaron las sospechas sobre esta viuda de físico despampanante y cuyas curvas estaban más cinceladas si cabe en sesiones de CrossFit. “De las escuchas del teléfono cuya usuaria es María Jesús Moreno Cantó, Maje, se desprende que la muerte de Antonio es una liberación. En muchas de las conversaciones que mantiene con su amiga Rocío es explícita al respecto. Con Rocío es con la única persona con la que muestra su verdadero estado de ánimo, siendo este un estado cercano a la euforia por la libertad recién recuperada. En numerosas ocasiones alude a que en este momento quiere vivir la vida y mucha fiesta”. Tanto es así que en pleno luto Maje se marchó de fin de semana a Denia con José y después con su inseparable Rocío también quemó la noche barcelonesa donde fue infiel al publicista desfogándose en un baño con Sergio, un Mosso d´Esquadra.
En cada conversación los investigadores confirmaban el perfil calculador de Maje: su voz cambiaba de registro en función de la persona que le telefonease. “De la misma manera, se puede observar del estudio de las escuchas, que María Jesús Moreno es una persona acostumbrada a mentir con suma facilidad y a manipular a los demás. Recibe llamadas de amistades que no están al tanto de su doble vida, en las que aparece absolutamente compungida y desconsolada, para acto seguido recibir llamadas de su amiga Rocío, de su amante José, o de Sergio, el chico con el que ha tenido relaciones el fin de semana que estuvo en Barcelona y aperece como una persona alegre y feliz”.
El cadáver de Antonio fue localizado en el suelo, en la plaza de garaje anterior a la suya.
La felicidad por su nueva vida era tan grande que a los dos meses de perder a su esposo ya planeaba tener hijos con su novio publicista —José— y comprar una vivienda en una nueva promoción inmobiliaria próxima al Barrio de Nazareth de la capital del Turia. Todos los planes de esta viuda alegre quedaban grabados en las minuciosas transcripciones de las escuchas telefónicas.
“Evidentemente, la situación económica de Maje ha dado un giro para bien, según manifiesta en conversaciones con su madre, está de maravilla, cobrando una pensión de viudedad [1.100 euros] y arreglando el cobro de un seguro de accidentes de trabajo para Antonio con el que tiene pensado pagar parte del piso nuevo”.
Otro dato llamativo de la personalidad de Maje era la frialdad con la que se expresaba esta veinteañera de rostro dulce, pecho prominente y bonita melena. Prueba de ello es que hablando con su madre no tuvo reparos en comparar en la cama a su pareja y a su difunto marido. “En las conversaciones con su madre es habitual que critiquen a Antonio, según ellas no se llevaba bien con la familia de ella, no trataba bien a Maje y quería separarse, al conocer a José tenía claro que quería estar con él desde el primer momento, incluso los comparaba sexualmente, ridiculizando a Antonio e incluso manifestando a su madre lo bien dotado que está José y lo buen amante que es”.
La llamada clave
Mientras que la dicharachera enfermera no paraba de irse de farra y planear su futuro con su nuevo novio, su amante Salva se sentía cada vez más desplazado porque la relación entre ambos se había enfriado tras ejecutar presuntamente a Antonio. Este auxiliar de enfermería, de 47 años, entabló amistad con Maje en 2015 porque ambos trabajaban en el Hospital Casa de Salud. Ella era una veinteañera que a base de cartas cortejó a un hombre casado que casi le doblaba la edad. “Lo vi... allí estaba... sonriente, con los ojos brillantes desde el control de enfermería de la tercera planta. Pensé si esa sonrisa iba dedicada a mí o si tal vez ese chico (sí, ese que tanto me gusta por su fantástica forma de ser) iba repartiendo sonrisas por donde pasaba...”, tal y como refleja un extracto de esas misivas.
Con el paso del tiempo pasaron de cartearse dedicándose motes infantiles, como bruja o pollo, a mantener tórridos episodios de sesso oral que acabaron con la monótona vida de Salva: padre de una hija y casado desde hace más de dos décadas con otra trabajadora del mismo centro hospitalario. En solo unos meses, Salva empezó a plantearse el divorcio porque se enamoró perdidamente de Maje.
Extractos de las cartas que Maje le enviaba a su compañero de trabajo Salva.
Hasta ese momento la Policía Nacional estaba centrada en las escuchas a Maje, a su exrollete Tomás, y a su novio el publicista: José. Homicidios no tuvo constancia del amante Salva hasta que la viuda le telefoneó para tantear cómo se encontraba. Ella temía que todo se fuera al traste porque le veía emocionalmente vulnerable.
“El miércoles 8 de noviembre la investigación da un vuelco. A las 10.27 horas se produjo una llamada de Maje a este hombre, Salvador Rodrigo Lapiedra, ‘Salva’, con una duración de seis minutos, de la que se deducían varias cosas, entre ellas que habían mantenido conversaciones previas por WhatsApp a las que aludían, y que Maje y Salva tenían una relación sentimental, además de una clara alusión a los hechos y a la investigación policial”.
El Grupo de Homicidios cantó bingo tras meses de duro trabajo porque en esa conversación, este auxiliar de enfermería le explicaba a la viuda que contactó con un amigo suyo de las Fuerzas de Seguridad para que le filtrase información sobre la evolución del caso: “A continuación Salva le cuenta a Maje que estamos investigando a Tomás, le pregunta si ella le dijo algo a la Policía Nacional y ella le confirma que sí y se queda tranquila y luego él le dice que también estamos investigando a un tal José, del cual se ve que Salva no sabe nada. Ella le cuenta que es publicista y que también habló de él a la Policía. Salva se siente muy dolido porque su amigo le ha dicho que ella se va a ir de viaje a Italia con José. A partir de ahí se desarrolla una conversación en la que él le reprocha que está con otro hombre y que se vaya de viaje con él (José), que si él (Salva) ya no la hace feliz...”.
Maje frena el ataque de cuernos de Salva quedando con él en una cafetería de la calle Jesús de Valencia. El encuentro es inmortalizado con fotos tomadas por los investigadores. Los agentes cada vez tienen más indicios de la supuesta participación de ambos en el asesinato porque verifican que del 1 de mayo al 18 de agosto Salva llamó veinte veces a Maje. Todos las comunicaciones se produjeron fuera del horario de trabajo en el Hospital Casa de Salud. La siguiente prueba inculpatoria llegó el 22 de noviembre cuando descubrieron que ambos utilizaban un teléfono de seguridad. Ese terminal también fue pinchado por la Policía Nacional.
La Policía Nacional fotografió a Salva y a Maje en un encuentro que ambos mantuvieron en una cafetería de la calle Ángel de Valencia.