Padre, he de preguntaros si es posible unirme a vuestra Santa Iglesia Lonchafinista.
Padre, mi gran pecado es ser funcionario y, por tanto, creador e impulsor de esta crisis que a todos nos afecta.
Nunca pensé que el gran monstruo que he creado se volviese contra mí... ahora que veo mi nómina peligrar, desearía ser lonchafinista.
Creé esta crisis porque en los tiempos del becerro dorado de la burbuja inmobiliaria mis compañeros de carrera se reían de mi ridículo sueldo. Entonces decidí vengarme de ellos. Y yo mismo esculpí con mis desnudas manos los bancos, los políticos, las hipotecas, y los cutre apartamentos en Gandía.
Ahora me odian todos, no sólo mis compañeros de carrera... mi obra me ha sobrepasado...
¿Es posible aceptar a un monstruo como yo en esta Iglesia? Ahora que soy odiado por todos...
Conteste, Padre, conteste y quíteme este sin vivir.....
