Se suicida el dueño del mítico restaurante El Brillante de Madrid, ahogado por la ruina económica

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El trágico final de Alfredo Rodríguez, el rey del bocata de calamares, acorralado por sus problemas económicos
El dueño del mítico restaurante madrileño se quitó la vida el pasado lunes en su casa debido a los problemas económicos que le acuciaban
Turistas y capitalinos llenan la terraza de El Brillante, ayer.

Turistas y capitalinos llenan la terraza de El Brillante, ayer.BERNARDO DÍAZ

PREMIUM
  • LUIS F. DURÁN
    Madrid
  • DANIEL SOMOLINOS
    Madrid
Actualizado Martes, 31 agosto 2021 - 22:52
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Pese a tener la terraza a rebosar, y un interior en el que la gran mayoría de sus mesas estaban ocupadas, El Brillante lucía sombrío durante la jornada de ayer. Horas antes, el lunes sobre las 12.00 horas, Alfredo Rodríguez, quien regentara esta tasca durante los últimos 54 años, se había quitado la vida de un disparo en su piso del distrito madrileño de Chamartín.
Alfredo llevaba varios meses desanimado y le acuciaban los problemas económicos, según fuentes familiares. Pese a que el negocio empezaba a relanzarse de nuevo tras el efecto de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, la empresa tenía deudas que no conseguía rebajar. Se lo había comentado a sus allegados, pero nadie esperaba ese trágico desenlace.
Este pasado lunes por la mañana, Alfredo le mandó un mensaje por WhatsApp a uno de sus sobrinos en el que decía que le dejaba las llaves en la portería de su piso de la calle de Costa Rica.
Este pariente, tras ver la misiva, corrió a la casa temiendo lo peor puesto que sabía que su tío atravesaba un momento anímico muy delicado. Al llegar al edificio el conserje le dio las llaves y, cuando subieron a la vivienda, encontraron el cuerpo sin vida de Alfredo. Se había pegado un tiro con un arma corta.
Alfredo Rodríguez.

Alfredo Rodríguez.JM CADENAS

La Policía Nacional acudió de inmediato a la casa. Junto al cuerpo, en el suelo, estaba el arma. No había dejado nada escrito sobre los motivos de su acción.
TRISTEZA EN EL BRILLANTE
Esta fin ha sentado como una jarra de agua fría a todos los camareros que ayer atendían a las decenas de turistas que chocaban jarras de cerveza, reían y pedían los clásicos bocadillos de calamares de El Brillante, ajenos al drama. "Es un día de trabajo normal, somos nosotros los que estamos muy de bajón", comentaba uno de estos hosteleros, realmente afectado.
Ninguno de los trabajadores tenía autorización para hablar con medios de comunicación, pero les era arduamente complejo acallar su dolor. "Sentimos mucha tristeza, nos ha sentado muy mal...", esgrimían, no sin resaltar cómo algunos de ellos llevaban 40 años trabajando con Alfredo: "Él decía que nosotros éramos su familia".
"Estaba todos los días trabajando con nosotros, como uno más. Este domingo, mismamente, también estuvo. Con 67 años hacía lo que podía, colaboraba... No venía y se sentaba", relata uno de los camareros, profundamente dolido.
El vínculo entre Alfredo y sus empleados era muy especial. Y siempre prefería que éstos tuvieran de 45 años en adelante, "porque ya les ha pasado todo en la vida pero hay que darles un aliciente". Esa motivación extra consistía en subirles de 50 a 100 euros en nómina cada año, siempre que cumplieran.
UN HOSTELERO HECHO A SÍ MISMO
Ninguno de sus amigos cercanos, dueños de otros buques insignia de la hostelería de Madrid, tenían constancia de sus problemas económicos. Algunos, incluso, recuerdan cómo, durante los peores momentos de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, repartió comida a las personas más necesitadas. "Últimamente estaba contratando a más personal para reflotar el negocio tras el el bichito", desliza otro conocido hostelero.
Alfredo Rodríguez, hecho a sí mismo, aprendió a base de tropiezos, tal y como él mismo confesaba. Además de su popular bar próximo a Atocha, en 1991 montó con unos socios una empresa de lanchas para la Guardia Civil. Coincidió con el caso Roldán y perdió "10 millones de pesetas", tal y como relató a Expansión. En 2004 y 2007 fundó dos tiendas de ropa de motos y de golf "que me costaron tres millones en dos años".
"Lo peor en un emprendedor es la cobardía. Siempre que se cae se ha de levantar. Y cuando sale bien, si alguien te dice que es suerte, aléjate de él. La suerte no existe", remarcaba en el mismo encuentro con Expansión, en 2019, donde destripó el secreto del éxito de su local: "Antes cuando preguntabas ¿qué es Brillante? Te respondían: 'Gran persona' o 'una estrella'. Me gasté 40 millones de pesetas al año en publicitarme y en dos años todo el mundo al que se le preguntaba por Brillante decía 'el de los calamares'. Comunicar y publicitar son fundamentales para una empresa".
 
Una discusión con un CovidSubnormal
- ¡Si te pasase a tí, no dirías lo mismo!
( se refería a coter un catarro y twnwr una pcr positiva)

- ¡Porque crees que mo me ha pasado!¡Que no tengo amigos, familiares, arruinados, con depresión a punto de suicidarse!


Es una fulastre, que no come carne y "adopta" perros, lleva un mascarilla buena, no abrqza a nadie. Tendrá ya los 40, y se empieza a enmurar bien.
 
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