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Si no era por los norteamericanos que vinieron a poner bases en el cortijo del "amigou anticomunista" a cambio de ayuda y maquinaria, hubiésemos seguido con la cartilla de racionamiento. Y nos salvaron un poco la industria catalana y vasca.
De hecho, Franco era el emblema de todo lo que no funciona: Demagogo, negacionista de todo tipo de conflictos, cambios y problemas, nacionalizó todo lo deficitario, mantuvo empresas que no producían, cualquier vago enchufado en una fabrica, siempre que alzara el brazo y diera sus vivas en el bar, se jubilaba dentro; montó un estado de pelotas y funcionarios; quiso crear una España industrial fabricando cuatro o cinco coches y el resto, mandangas de su fruta autarquía e intervencionismo como el Plan Badajoz, una especie de kibbutz fascistas donde el labrador y sus familias vivian explotados y amenazados, obligados por los ingenierillos agrónomos del régimen a sembrar lo que le mandaban y controlados hasta para soltar.
Como siempre, los que más vivas a Franco dan son los iluso y fracasados que no lo vivieron, oyen de los abueletes que en sus años mozos le comían la platano al régimen las cosas de "todo tiempo pasado fue mejor" y creen que por dar vivas a un tío que murió hace 50 años van a levantar la cabeza un poco más que sus vecinos perroflautas.
Hoy Franco te metería las banderillas hasta debajo de las uñas y a la que te quejaras en un foro, no se te veía más el pelo por tu barrio, gañán.
