Las calles no deben ser utilizadas para espectáculos pronográficos ni para desnudos (cosa que ahora, desde 1990 aproximadamente, desde que Europa ya no es principalmente cristiana, sí que ocurre en varias ciudades europeas). Como dijo el filósofo existencialista
Jean-Paul Sartre (que de creyente en la existencia de Dios no tenía nada), una persona se distingue de todo aquello que no sea una persona por el hecho de que ante ella nos mostramos vestidos (solo osamos estar desnudos si estamos rodeados de solamente cosas, animales o plantas, o por razones de intimidad con la persona amada, o por una vista al médico, o si te has de bañar en casa),
la mirada del otro nos juzga. Si uno no practica el pudor o la modestia, se cosifica; si uno se exhibe se cosifica a sí mismo y trata igualmente de cosa a las personas que puedan observarle y cosifica a quien le contempla. Ya bastante
nos desnuda a menudo la mirada del otro, como decía el mismo pensador, como para desnudarse encima de toda ropa también, o de todo sentimiento de vergüenza, ante los demás.
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Del sabio cristiano
Tertuliano (160-220 d. C.):
«Hay cosas que deben quedar encerradas en las tinieblas y en las cavernas, para que no infecten la luz del día.» Tertuliano, De spectaculis, XVII.
En De spectaculis Tertuliano ofrece las razones por las cuales un cristiano no puede participar en los espectáculos públicos: todos los espectáculos son contrarios a la fe, a la verdad y a la disciplina. La descripción de los juegos y los edificios, muy interesante también desde el punto de vista arqueológico, muestra la estrecha relación entre religiosidad pagana (idolatría) y los espectáculos. Tertuliano demuestra la idolatría del teatro, del estadio y del anfiteatro. Las pasiones y concupiscencias aparecen en todas las representaciones. (
TODAS LAS VOCES: TERTULIANO )