Sí, eso es obvio.
Cuando existían las economías de libre mercado, durante la época en que existió en capitalismo (1800-1920), el tipo de interés lo determinaba el equilibrio de mercado en el mercado de bonos. Se consideraba que (aproximadamente) los bonos emitidos por el Gobierno Federal americano o el Estado alemán estaban libres de riesgo de impago. La prima de riesgo para estos deudores era entonces del 0% y todo el interés de los bonos se debía al tipo de interés. Si el equilibrio en el mercado de bonos americano hacía que los bonos tuviesen una rentabilidad del 5.5% anual, entonces el Tipo de Interés del dólar, establecido por el mercado, era del 5.5% anual.
Tras el fin del capitalismo y de los países libres, el Tipo de Interés deja de estar determinado racionalmente por el mercado y comienza a ser dictado por un organismo de planificación central de la economía: el Banco Central. El Banco Central, en 'tiempos normales', fija el Tipo de Interés de la moneda que emite controlando el coste de financiación (sin riesgo) a corto plazo. Digamos que fija el extremo de plazo a 1 día de la curva de tipos y al empujar hacia abajo o hacia arriba ese extremo de la curva, controla (mejor o peor) toda la curva.
Cuando la economía ha sido completamente saqueada por La Bestia, cuando ya no queda capital, se terminan los 'tiempos normales' para el Banco Central. Ni siquiera unos tipos nominales del 0% permiten establecer tipos (reales) negativos. Cuando el Banco Central se estrella contra este suelo de los tipos nominales del 0%, el seguir intentando lograr tipos reales negativos exige pasar a prácticas ya abiertamente delictivas llamadas QE
Una vez pisado el extremo de la curva de tipos en el 0%, la compra de bonos de cierta solvencia y también de bonos basura por el Banco Central, intenta rebajar los tipos a mayor plazo. Estas operaciones de política fiscal (no monetaria) no supervisadas ni aprobadas por un Parlamento, no solo son ilegales, sino que no funcionan.
La rentabilidad nominal de los bonos (libres de riesgo) y el tipo de interés a corto plazo están íntimamente correlacionados y cuando el Banco Central manipula los tipos de la financiación a corto o cuando compra o vende bonos, está haciendo esencialmente lo mismo.
Bueno, una cosa no es incompatible con la otra.
En la economía moderna, desde 1970, el keynesianismo imperante garantiza la quiebra de la banca. Toda la banca está condenada a quebrar porque el keynesianismo ha hecho que la rentabilidad de la economía sea negativa: la actividad productiva ha sido degradada hasta actividad de consumo y las empresas, en su actividad, destruyen capital en lugar de crearlo.
La respuesta enfermiza a esto por parte del keynesianismo imperante en los Bancos Centrales es establecer unos tipos (reales) negativos eternamente. La lógica es la siguiente: si una empresa promedio, debido al saqueo de La Bestia, destruye cada año el 3% del capital que los ahorradores han invertido en ella, la empresa podrá seguir siendo solvente y estar al día con sus préstamos si el Tipo de interés de esos préstamos es del -5% anual.
Unos tipos de interés negativos del -5% significan que una empresa recibe una inversión de capital (máquinas, edificios) con un valor de 100. A lo largo de un año destruye capital con valor 3, devuelve capital prestado por valor de 95 (recordemos que el tipo es -5%) y aún puede repartir unos beneficios del 2%
Cuando el capital que puede ser consumido (destruido) se acaba, el Banco Central se vuelve incapaz de mantener tipos negativos. Incluso con tipos nominales del 0% no logra que aumente la 'inflación' (el endeudamiento de los agentes). La moneda gana valor con el tiempo incluso con tipos nominales del 0%, lo que hace imposibles los tipos (reales) negativos que permitían ser solventes a empresas con productividad y rentabilidad negativas.
El truco solo funcionaba cuando era posible robar sistemáticamente capital real a los ahorradores para subsidiar a las empresas con productividad negativa (debido al peso de La Bestia), lo que es solo una forma de subsidiar el consumo exorbitante de La Bestia.
Una vez que estos pueriles juegos keynesianos llegan a su fin, la banca quiebra.
Sin embargo, algunos bancos quiebran antes que otros y los que quiebran lo hacen por el riesgo crediticio, siempre que mantengan las buenas prácticas de la banca.
Un banco no debe apostar y arriesgar el capital de sus inversores comprando acciones prometedoras, apostando a la subida del crudo o del yen japonés o tratando de adivinar la evolución futura de los tipos. No es que esas actividades especulativas no existan. Existen y es fundamental que existan pero ese no es el negocio de la banca. El inversor que quiere apostar por Tesla compra acciones de Tesla, no compra acciones de un banco esperando que ese banco apueste por Tesla.
Esta valoración del riesgo crediticio (minorista, cliente a cliente), como función principal de la banca, es lo que hizo que en el XIX y XX las Cajas de Ahorros pudiesen competir en España con la banca y jugasen un papel fundamental en la financiación minorista a familias y pequeños negocios a los que la banca no llegaba.
Un banquero en Madrid o Barcelona, en aquellos tiempos, no podía valorar la fiabilidad y el crédito (la solidez de la palabra) de un hogar o un pequeño negocio. Esto se resolvía por dos vías. Por un lado estaba el 'mercado de letras', entonces fundamental junto al mercado de bonos.
Un constructor, o una tienda de muebles, por ejemplo, vendía a una familia un piso o un tresillo a crédito. Ningún banco financiaba este crédito por ser incapaces de valorar el riesgo de impago. Las ventas se financiaban con 'letras' en las que el constructor o el vendedor de muebles, que debían analizar la seriedad del comprador, asumían en riesgo de impago y el mercado de letras financiaba las letras.
El otro mecanismo eran las Cajas de Ahorros, que estaban gestionadas por la Iglesia. Cuando una joven acudía a la Caja de Ahorros a pedir un préstamo para montar una peluquería, o un agricultor un préstamo para un tractor o una pareja un préstamo para formar un hogar, el empleado de a Caja llamaba al párroco de ese pueblo y el párroco, que conocía a todos en el pueblo, 'ponía la mano' por esa chica, por ese agricultor o por esa pareja. Los párrocos, cotillas supremos en cada pueblo gracias al secreto de confesión, realizaban esta valoración del riesgo sin cobrar y permitían que las Cajas de Ahorros fueran ultra-eficientes y realizaran una genuina labor social de micro-banca.
Esto depende de la confianza que tenga uno en el mercado. Si un directivo hace cosas que logran que la acción suba es porque 'convence al mercado'.
En cualquier caso, el que los bancos estén dando hipotecas a tipo fijo baratas no depende de una decisión de los banqueros sino de un equilibrio en el mercado de derivados de tipos. Los banqueros compran en el mercado la financiación que necesitan para financiar los préstamos que conceden (Y de forma independiente, también pueden vender en mercado la financiación que les sobre por tener más depositantes que deudores)
Además de poder 'titulizar' deuda y convertirla en bonos hipotecarios, cédulas hipotecarias y este tipo de cosas que se venden al mercado, que es el método antiguo, lo más habitual hoy en día es que el banco compre financiación a corto plazo y un derivado de tipos (estilo swap)
O sea: si el banco concede un préstamo a 25 años, compra financiación a 6 meses. Pasados los 6 meses, vuelve a comprar otro lote de financiación para otros 6 meses, etc. O sea, financia un préstamo a largo (un activo a 25 años) mediante el encadenamiento de financiación a corto (6 meses)
Durante esos 25 años los tipos de la financiación a corto podrían variar, por supuesto, y el banco se garantiza obtener financiación a corto a un tipo fijado comprando un derivado que protege ese préstamo. Este derivado es análogo a un 'futuro' que garantiza pagar un precio fijado en el futuro.
Los especuladores del mercado de tipos compran y venden estos derivados y hay un precio de mercado. Si los bancos están ofreciendo préstamos a tipo fijo baratos, es porque el precio de mercado de esos derivados es bajo.
Y esto significa que en el mercado de tipos, que es parecido al mercado de petróleo, los especuladores / inversores, ven tipos bajos en el Euro durante las próximas décadas. Podrían estar equivocados, por supuesto, pero si los tipos suben perderían estos especuladores, no los bancos que, en principio, no hacen apuestas sobre tipos, lo mismo que los corredores de apuestas en el hipódromo no suelen apostar a los caballos.