Los magrebíes se están comportando como toda la vida, parásitos rapiñadores de sus vecinos al otro lado del Mediterráneo. Durante toda la Edad Moderna, y hasta la llegada del colonialismo europeo, las regencias norteafricanas, sobre todo Argel y Túnez, basaban su economía en la piratería, el pillaje del Mediterráneo europeo y la captura masiva de esclavos, que se usaban para remar en las galeras, picar piedra o dedicarse al servicio doméstico, mientras se esperaban jugosos rescates de sus familiares. La captura de ingenieros y técnicos les permitió copiar los avances tecnológicos europeos. España e Italia llegaron a tener instituciones públicas y privadas dedicadas a la colecta masiva de fondos (vía impuestos, herencias o donaciones voluntarias) con que comprar la libertad de los esclavos cristianos. Esto tenía un impacto no menor en las cuentas públicas, a lo que había que sumar los enormes daños directos, económicos y sociales, en las comunidades de las franjas costeras. Cuando ahora los metemos en hoteles de cinco estrellas en Canarias o los regamos con subvenciones gratis total, estamos comportándonos como nuestros ancestros, con la diferencia de que lo hacemos movidos por la poca falta de cultura, no por necesidad.