Contraataque:Otra que se larga por ruidos, recién llegada a la nueva casa.
Acabamos de mudarnos a una urbanización tranquila (o al menos pensaba que lo era) en las afueras de Madrid. El balcón y dos habitaciones dan a un jardín con bancos y un parque para niños. Justo debajo de la ventana hay una mesa de las típicas de merienda que ponen en los parques. Pues ahí se ponen TODOS los días 8 o 10 chavalotes ya creciditos desde las 5 o 6 de la tarde hasta las tantas de la noche. Aparte del vocerío, la música, los balonazos y las risotadas a todas horas, se han traído a veces una GUITARRA ELÉCTRICA CON SU ALTAVOZ. Repito, no son niños, son tíos hechos y derechos que se han apropiado de un espacio público como si fuera una taberna o el salón de su casa.
Hemos tenido que llamar a la policía, porque un día la guitarra eléctrica fue la gota que colmó el vaso. Por supuesto, cuando se fue la patrulla el jolgorio fue mayor. Nadie salió a mandarles callar. No sé qué me molesta más, si el jolgorio a todas horas o la pasividad borreguil del vecindario, que acepta en silencio esta falta de civismo.
Solamente hemos desembalado lo indispensable para el día a día. Esperaremos los seis meses de rigor establecidos por la ley y saldremos pitando.
Nunca hasta ahora me he sentido más orgullosa de mi decisión de no haberme comprado jamás un solo ladrillo.
1- Pide en el mercado piel de pollo o despojos.
2- Trocéalo y lo metes en un bote con tapadera.
3- Déjalo 3 días en una ventana tapado. Abre y cierra cada 12 horas para soltar gases.
4- Vierte el contenido bajo la mesa donde se ponen.