Hitler no era cristiano, como no lo fueron la mayoría de los dirigentes nazis. El nuevo estado alemán fue "aconfesional", aunque se respetaron todas las creencias religiosas, cosa que no hizo el Vaticano, que condenó el nacionalsocialisno en 1937.
Que Hitler tuviese una visión trascendente de la vida y del mas allá no lo convierte en cristiano.
Lo gracioso es que los cristianos lo presentan continuamente como un furibundo anticristiano.
Lo que teníais que hacer los antinazis es poneros de acuerdo antes de lanzar vuestras aburridas y ridículas diatribas.
Hitler era cristiano.Alemania era un país 95% cristiano cuando entró en guerra en 1939. Como le gustaba señalar a Christopher Hitchens, el primer tratado firmado por el régimen nancy fue con la Iglesia Católica intercambiando influencia política por el control de la educación alemana. Hitler atribuyó sus victorias a la divina Providencia y alentó su propia deificación personal. Los soldados tenían escrito "Gott mit uns" ("Dios con nosotros") en las hebillas de sus cinturones, y los miembros del partido prestaron el siguiente juramento ante Dios: "Juro en nombre de Dios todopoderoso, mi lealtad al Führer". Hitler fue explícito: la Alemania nancy era, y siempre será, una nación cristiana.
Los historiadores, como el biógrafo John Toland, citan que los antecedentes católicos de Hitler influyeron en su ferviente antisemitismo. Tras las reuniones con Hitler, el general Gerhard Engel y el cardenal Michael von Faulhaber escribieron que Hitler creía en Dios. Las referencias al desprecio de Hitler por el cristianismo en las memorias de algunos de sus confidentes parecen ser la raíz de la asociación del nazismo con la incredulidad. Sin embargo, estas referencias están en desacuerdo con sus anuncios públicos y los recuerdos de algunos de sus otros contemporáneos. Aunque sus opiniones religiosas personales variaron a lo largo de su vida, la política pública nancy contenía un compromiso constante con el cristianismo. El Partido desarrolló un cristianismo positivo que implicó una reinterpretación de línea dura de las Escrituras que era particularmente antisemita con una trayectoria hacia la deificación del propio Führer, de quien Hanns Kerrl, Ministro de Asuntos Eclesiásticos del Reich, dijo que era el "heraldo de una nueva revelación".
Por eso hoy creo que actúo según la voluntad del Creador Todopoderoso: defendiéndome del judío, lucho por la obra del Señor. (Adolf Hitler, Mein Kampf, Ralph Manheim, ed., Nueva York, 1998, p. 65)
Hitler no actuó solo. Utilizando propaganda, avivó las llamas del antisemitismo cristiano popular y promovió una política de pureza racial y superioridad arriana. Como chivo expiatorio de la humillación que sufrió Alemania en Versalles, los judíos fueron vilipendiados como infrahumanos, comúnmente considerados criaturas traicioneras, indignas de compasión, creencias que hicieron posible la Solución Final.
Las opiniones de Hitler sobre los judíos no son únicas ni anticristianas, sino más bien un producto de los siglos de cristianismo que lo precedieron. Consideremos el folleto antijudío de 1543 de Martín Lutero “Sobre los judíos y sus mentiras”, en el que se refería a los judíos como “gusanos amargos y venenosos”, “pueblo perversos y maldito”, “generación de víboras” [ver Mat. 3:7], “simples verdaderamente estúpidos”, “nada más que ladrones y salteadores”, “grandes fieras de las ordenanzas humanas” y “pícaros holgazanes”. Al tratar con los judíos, Martín Lutero recomendó:
Primero prender fuego a sus sinagogas o escuelas y enterrar y cubrir con tierra todo lo que no arda, para que nadie vuelva a ver una piedra o brasa de ellos. Esto debe hacerse en honor de nuestro Señor y de la cristiandad...
En segundo lugar, aconsejo que sus casas también sean arrasadas y destruidas.
En tercer lugar, les aconsejo que se les quiten todos sus libros de oraciones y escritos talmúdicos, en los que se enseña tal idolatría, mentiras, maldiciones y blasfemias.
Cuarto, aconsejo que a sus rabinos se les prohíba enseñar de ahora en adelante bajo pena de pérdida de la vida o de alguna extremidad.
En quinto lugar, aconsejo que los salvoconductos en las carreteras sean abolidos completamente para los judíos”.
Sexto, les aconsejo que se les prohíba la usura y que se les quite todo el dinero en efectivo y los tesoros de plata y oro y se los guarde a un lado para su custodia.
Séptimo... dejarles ganarse el pan con el sudor de su frente...
[“
Los judíos y sus mentiras” ]
El panfleto “Los judíos y sus mentiras” se exhibió en los mítines nazis de Nuremberg, y la opinión académica es que tuvo una gran influencia en las actitudes alemanas hacia los judíos desde la Reforma hasta el Holocausto (ver: Wallmann, Johannes. “La recepción de los escritos de Lutero”) sobre los judíos desde la Reforma hasta finales del siglo XIX”,
Lutheran Quarterly, ns 1, primavera de 1987).
De modo que la flecha lanzada contra el ateísmo por las atrocidades nazis podría redirigirse, al menos en parte, hacia el antisemitismo cristiano histórico, sin mencionar los otros impulsores del nazismo: el nacionalismo, la humillación en Versalles, la pureza racial, los ideales utópicos, el fascismo y la Culto a la personalidad del propio Hitler. La Alemania nancy no era un régimen ateo ni un país ateo, y no estaba motivada por el ateísmo.