Una noticia de hoy que viene al caso:
Radiografía de la patente más rentable de la historia de España - Tecnologa - ElConfidencial.com
Que le pregunten a Margarita Salas (Asturias, 1938) si la investigación en ciencia básica es rentable. O al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuál es la única fuente de la mitad de sus ingresos por royalties -entre sus miles de patentes- desde 2003 a 2009.
La discípula de Severo Ochoa responderá que hace más de 40 años se le ocurrió, sin esperar ningún resultado, infectar la bacteria Bacillus subtilis con el bichito Phi29, una investigación gracias a la que descubrió una proteína, la DNA polimerasa φ29, patentada en 1989 bajo el número de registro europeo 90.908.867, a nombre del CSIC. A continuación, asumirá también que es la patente más rentable de la historia de España.
En términos científicos, su descubrimiento ha multiplicado las posibilidades de observación del ADN, permitiendo su amplificación gracias a una velocidad de copiado sin precedentes. Sus aplicaciones son, más que ilimitadas, imprescindibles. Genetistas, biólogos, investigadores forenses o peritos policiales trabajan con muestras de ADN cada día, y no siempre cuentan con la cantidad suficiente. Por eso necesitan copiarlo: para verlo más grande.
“Siempre decimos que es la mejor polimerasa del mundo. Me siento muy contenta y orgullosa de que una investigación en ciencia básica haya tenido aplicaciones biotecnológicas importantes, y que además haya sido tan rentable", cuenta a Teknautas Margarita Salas desde su despacho del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, en Madrid, donde sigue dirigiendo investigaciones relacionadas con el bichito Phi29, una especie de segundo marido con el que prontó cumplirá sus bodas de oro.
Un reparto justo
Si el CSIC mostrase sus libros de contabilidad también comprobaríamos que, desde 2003 a 2009, el período en que la patente se explotó a pleno rendimiento, la institución ingresó más de un millón de euros cada año en concepto de derechos. “Tendríamos que consultar la cifra exacta”, comentan desde la institución. No obstante, es fácil echar cuentas.
“El CSIC ha recibido el 50% de sus royalties sólo en concepto de esta patente. Es mucho dinero. Desde luego, estaban muy contentos”, bromea Margarita Salas.
La investigadora habla en pasado porque la patente expiró en 2009, aunque ella y su equipo se han encargado de que la llama de su polimerasa favorita siga viva. Y también produciendo beneficios. En su laboratorio ya han licenciado -a través de la empresa X-Pol Biotech, de la que forma parte la propia científica- distintas variantes de la proteína original.
Los derechos de comercialización de uno de estos derivados, QualiPhi, ya se han vendido en exclusiva a la multinacional Qiagen, líder mundial en diagnóstico molecular, que lanzará al mercado la nueva versión de la polimerasa el próximo mes de septiembre.
En cualquier caso, no todo el beneficio de la patente original se lo llevó crudo la máxima institución científica española. Un tercio del dinero recayó en los propios inventores. Otro tercio ingresó, efectivamente, en las arcas del CSIC. Y del tercio restante, el 60% fue a parar al equipo de investigadores de Margarita Salas y el 40% al Centro de Biología Molecular Severo Ochoa.
Por su parte, la compañía a la que el CSIC licenció en exclusiva la patente en 2001, Amersham Biosciencies -absorbida después por General Electric Healthcare-, facturó 49 millones de euros por la venta de los kits TempliPhi y GenomiPhi desde 2002 a 2007.
La ciencia, en peligro
Hoy, la primera científica española en ingresar en la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos está preocupada. "Se está tirando por la borda lo que hemos construido a lo largo de muchos años. En España se investiga muy bien, hay mucha calidad, pero muchos grupos se están quedando sin financiación", lamenta la bioquímica asturiana.
"En ciencia básica no se pueden prever las aplicaciones, hay que estar atentos, hacer patentes y tratar de que se exploten. Hoy existe una crisis que afecta, sobre todo, a los jóvenes investigadores. No hay suficientes presupuestos, no hay suficientes contratos. Ante eso, la única solución es marcharse", añade.
Margarita Salas se ha quedado. Fiel al espíritu optimista del hombre que le cambió la vida, Severo Ochoa, trabaja duro cada día, rodeada de su equipo, mientras espera que algún día le recuerden de la misma manera que el Nobel deseaba para sí mismo. Alguien sencillo y bueno que hace ciencia. Y además, es rentable.
---------- Post added 19-abr-2013 at 11:33 ----------
Supongo que tendrá que ver que en una época de la historia el mediterráneo albergaba algunas de las sociedades más avanzadas. Hace muchos siglos que no es así ya.
Por otro lado, si una sociedad no invierte en I+D o como se llame, difícil que haya desarrollos tecnológicos. Yo la poca gente que conozco con expediente brillante y que se dedica a la investigación, están todos fuera: Escocia, Irlanda, EEUU, Holanda, Alemania...
Se fueron porque no había oportunidades aquí y allí sí.
---------- Post added 19-abr-2013 at 11:39 ----------
Con el franquismo había movilidad social, 60 días por año trabajado, se creó la seguridad social, vacaciones pagadas,... eso no lo hizo vuestra adorada república y la actual demodesgracia lo está destruyendo. El plan marshall no era mas que una compensación por 20 años de boicot a nuestro pueblo; la guerra fue para evitar que España desapareciera, los gente de izquierdas la cagaron cuando se aliaron con separatistas y se pusieron a dar de baja de la suscripción de la vida a quienes no pensaban como ellos, y eso viene de 1934.
Mira no te contesto por no desvirtuar el hilo, en fin... Movilidad social, dice, paseíllo se llama. De tu casa a la cuneta.
---------- Post added 19-abr-2013 at 11:41 ----------
La voluntad política y el modelo social que hay detrás de un país también es fundamental, con pocos recursos se pueden hacer grandes cosas:
Cuba, el milagro biotecnológico
Cuba, el milagro biotecnológico
Heinz Dieterich Steffan
Tierramérica
Uno de los secretos mejor guardados en los medios de comunicación internacionales es la existencia de una potencia mundial de biotecnología y medicina en el Caribe: Cuba.
Parece tratarse de una conspiración de silencio, pese a que los centros de investigación cubanos practican una política de puerta abierta para quienes se interesen por sus intensas labores científicas en salud humana, animal y de plantas.
Los logros son espectaculares. En 1993, el Patent and Trademarck Office en Washington DC (dependiente del Departamento de Comercio) reconoció tres importantes patentes a Cuba: La primera banderilla antimeningocóccica BC en el mundo; la estreptoquinasa recombinante, que bloquea el desarrollo del infarto cardiaco, y la enzima industrial farmacéutica sucrosa invertasa, que aumenta el contenido edulcorante del azúcar al convertirlo en licor de fructosa.
Estas patentes implican que Estados Unidos reconoce:
1.- La originalidad de los productos cubanos a nivel mundial, es decir, que la isla caribeña es la única nación que tiene la metodología para producirlos;
2.- que los productos cumplen con todas las normas de calidad de la Food and Drug Administration (FDA), las más exigentes en el mundo, y
3.- que concede a Cuba el derecho exclusivo de su producción y comercialización en Estados Unidos durante un período de 17 años.
Algunos records
Más allá de estas patentes, Cuba tiene otros records científicos. En materia de diagnóstico, por ejemplo, los avances son impresionantes. El sistema ultramicroanalítico del Centro de Inmuno Ensayo (cie) es novedoso en el diagnóstico prenatal para detectar malformaciones congénitas y se usa ya en Europa, Asia, Africa y América Latina.
Hay también innovadores kits diagnósticos para el dengue y el estreptococo grupo B, que permiten obtener resultados en tres horas, mientras que los análisis de infecciones de meningitis y del cólera pueden intentarse con los nuevos sistemas cubanos en ocho horas.
En el ámbito del combate contra las enfermedades, el profesor Ofelio Peláez logró parar el avance de la retinosis pigmentaria, con una combinación de microcirugía, terapia de ozono y antibióticos.
Los cubanos crearon, además, el llamado ppg como medio preventivo contra el infarto cardiaco, y están desarrollando el llamado "factor de crecimiento nervioso", que podría ser útil contra enfermedades como la de Alzheimer.
En el campo de salud animal se creó la primera banderilla contra la garrapata del ganado vacuno en el mundo y se está produciendo otra contra la colibacilosis porcina.
En el área de plantas, los cubanos produjeron con ingeniería genética un tabaco transgénico, resistente a determinadas especies de insectos; una papa resistente a uno de los tres tipos de bichito que afectan su semilla y, por primera vez en el mundo, una caña transgénica.
Los tres ases contra el sida
Los científicos cubanos combaten el sida en tres frentes: el desarrollo de tres eficientes y económicos sistemas de diagnóstico -incluyendo uno a distancia-, un medicamento en pruebas clínicas que trata las enfermedades "oportunistas" y que podría prolongar la vida de un enfermo de dos a tres años y una banderilla contra el sida en proceso de elaboración. Según el director del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, Manuel Limonta, la banderilla podría estar disponible "alrededor del año 2000".
Su propio software y hardware
Debido al bloqueo estadounidense, los cubanos produjeron completamente el software y el hardware para los sofisticados equipos computarizados que requieren en áreas biomédicas y biocientíficas.
Algunos países del Primer Mundo tienen equipos con funciones semejantes a los cubanos, pero son entre cuatro y cinco veces más caros. En términos generales, los sistemas cubanos son sustancialmente más económicos que los comercializados por los países industrializados.
El factor humano
El milagro biotecnológico de Cuba -que es el único país del Tercer Mundo que exporta productos de ingeniería genética- se explica, entre otras cosas, por el factor humano.
Treinta y cinco años de sistemática priorización de la educación y salud pública produjeron una "masa crítica" de jóvenes científicos y técnicos de alta calidad, que son la fuerza motriz de la biotecnología cubana. Esos jóvenes científicos disponen de la misma infraestructura que tienen sus homólogos primermundistas.
La voluntad política del Estado cubano, la eficiente cooperación entre las instituciones de investigación y producción, así como la tenaz insistencia en la calidad internacional de los productos son factores del éxito.
Para 1994, el ingreso de divisas a Cuba por la biotecnología alcanzó los 400 millones de dólares, y se estima que dentro de cuatro años podría ser mayor que el del azúcar.
* Profesor titular de sociología, Universidad Autónoma Metropolitana-México.