La mía con ouzo (un anís griego).
La segunda peor con tequila pero fue la más recordable. Un amigo mío cayó redondo al suelo y yo, como era el hércules del grupo, me lo eché en brazos.
Durante el trayecto al piso de estudiantes que, gracias a Dios, estaba cerca, el pobre que estaba semiinconsciente y no se podía mover empezó a vomitarme encima. Al final no pude aguantar el ardor de estomago y empecé a vomitarle encima yo también. Toda una imagen de armonía y compañerismo o tal vez una premonición de lo que llegaría a ser en este foro la Guardería.
En esa guisa de vómitos mutuos llegamos tambaleándome al portal del edificio y me vi en el problema de abrir la puerta sin soltar el fardo. Menos mal que llegó una vecina estilo vieja del visillo que salía a tirar la sarama (la curda la habíamos pillado temprano; los chupitos de tequila se supone que eran el aperitivo) y abrió, y pasamos. Podría decir que la cara que puso la mujer al vernos era un poema pero, la verdad, no me acuerdo de mucho.
Yo me recuperé más o menos bien pero a la mañana siguiente mi compi de piso estaba hecho un trapo. Hubo momentos en que tuvo hasta convulsiones.
Ay, qué nostalgia, los años ochenta...