La última vez les dije, hermanos y hermanas, qué es la paciencia,
por qué todo hombre la necesita, y cómo sin ella ningún hombre puede desarrollar
el dominio de sí mismo. También os he hablado de la hospitalidad. También os he hablado de la amabilidad con la que
con la que un hombre debe recibir a sus invitados. Especialmente a aquellos invitados que vienen
a vuestra comunidad, después de haber hecho el arduo y tedioso viaje a través del desierto. Que cada uno de vosotros
se responda a sí mismo si ahora ha sido un anfitrión amistoso, si ha aportado amor a la bienvenida.
y dar la bienvenida al huésped. Un gran Maestro está ahora entre nosotros. La mayoría de vosotros estáis
tomados por él, traídos aquí por su misericordia, le debéis vuestra salvación y... excepto
unos pocos que reverentemente le dan la bienvenida con todo su corazón y alma, la mayoría de vosotros estáis enfrascados en un escrutinio crítico de sus compañeros o en una insensata
rebelión por la supuesta paz perturbada de vuestra existencia. Pobres de vosotros, mis pobres
¡sufridores! Durante muchos años mi corazón os ha llevado, mi paz os rodea, mi alegría
os impulsa hacia adelante, y sin embargo en el primer plano de vuestras ondas espirituales está la negación.
Vuestra negación, tantas veces realizada por vosotros como un engaño sin sentido,
como el velo de la convención que cubre tus ojos, sin embargo, hoy está de nuevo en primer plano.
en primer lugar, impidiéndote encontrar tu compostura. Nuestro distinguido invitado, el Maestro,
les hablará sobre el autocontrol. A partir de sus palabras, se darán cuenta una vez más de que sólo quien ha
que ha encontrado la fuerza para llevar a todo su conductor a un completo autocontrol.
encontrar el camino de la creatividad. Todos ustedes, con pocas excepciones, están orgullosos de sus talentos creativos, sin darse cuenta de que la creatividad de un hombre comienza
cuando puede entrar en armonía, aunque sólo sea por breves momentos. Escuchad, mis queridos, mis amados hijos, la palabra del gran Maestro. No
pronto, oh, qué pronto oiréis de nuevo su llamada. No perdáis el fugaz momento
en que la Misericordia os envía su iluminación. No importa que cuando veáis partir al Maestro
recuerdes sus palabras, las medites y te arrepientas. Lo importante es que en ese momento
sea capaz de superar la mezquina condicionalidad y captar la palabra de Grandeza
que ha descendido hasta ti. A vosotros, que siempre estáis buscando, siempre intentando demostraros a vosotros mismos
que vuestra pena no está en vosotros sino fuera de vosotros y que la vida que vivís no es obra vuestra.
La envidia y el miedo. El miedo y la envidia.