Para este fulastre no querer pincharse una banderilla experimental que se ha desarrollado y testado a toda leche con el anzuelo de miles de millones de euros en ventas y con decenas de gobiernos dispuestos a comprar cualquier hez con la que tranquilizar a la población y reactivar la economiza, es preocupante. Y mete a la extrema derecha en el ajo porque, bueno, es Alberto Garzón, el comunista de salón definitivo ¿qué esperas?
Es puro sentido común que tienen que pasar años para tener la certeza de que no genera problemas a medio y largo plazo, como con cualquier banderilla.
Lo alucinantes es que haya un porcentaje tan alto dispuestos a meterse algo porque lo dan por bueno Sánchez, Iglesias y compañía.