Esto es, que la familia del OP fue de las que se pusieron a señalar gente.
A señalarla para que la metieran en la guandoca y la machacaran, porque su familia así lo decía. Y punto. Sin juicios ni pruebas. Durante el revanchismo, llegaba una "familia de orden" y se hacía su voluntad a punta de fusil. Amén.
Existe la posibilidad de que el OP haya contado toda la verdad, y algunos de los vecinos gente de izquierdas señalados se lo merecieran por abusar del poder que tuvieron en el 36, sí. Pero también la de que la familia del OP abusara del poder que le dieron en el 39, o cometiera errores al ejercerlo.
¿A quién habrá que creer? ¿Y a quién habrá que tener en cuenta primero?
¿Al grueso activista del puñetero pueblo... o dos burgueses comerciantes, que nunca tuvieron que pasar hambre y mantuvieron en todo momento el poder de fijar los precios y controlar las transacciones? ¿Yo por qué habría de ponerme del lado de los privilegiados y de creerles primero? ¿Y por qué a vosotros os gusta hacerlo por defecto? ¿Qué pasa, que estar arriba del caballo te hace mejor persona o te da la razón mientras que pasarlas pilinguis y tenerte que levantar contra el stablishment caciquil te la quita? ¿Cómo podéis vivir siendo así?
Porque con los datos en la mano, puedes comprarle al OP ese "les decían que o les daban unos chorizos, por ejemplo, o que tuvieran cuidado al salir a la calle"... o pensar que se trataba de lo habitual entre los comerciantes apesebrados de derechas de entonces: señoritos ejerciendo la usura, el estraperlo, los dobles raseros de precio, el racionamiento selectivo, la extorsión, esto se lo regalas al cura, a aquella no le vendas nada que me han dicho que es fruta, a ese clávale cuando le cobres que me cae mal, a esa señora que tiene tres hijos escuálidos se lo regalas que luego iré yo a su casa a cobrármelo con la platano.
Porque eso fue lo que hicieron los de la tienda del pueblo de mi abuela. Tal cual. Lo sé muy bien, porque su hermana era una empleada de caja del propietario del supermercado.
Y el caso es que, con los datos expuestos en la mano, parece que a la familia del OP no le hizo falta andarse con cuidado al salir a la calle ni tampoco perdió su negocio. Sólo tuvo que disponer y trabajar en colectividad, como hizo todo el puñetero sector privado durante la revolución. De todas las amenazas que sufrieron, ni una se materializó. Caso contrario se habría expuesto ya. Y no es el caso. Se les amedrentó y se les requisó género, lo normal en aquella época. Todo el mundo tenía que arrimar el hombro de un modo u otro.
Esto es, que el testimonio, la naturaleza del conflicto, el sentido común y la ética mental apuntan a que el OP es hijo de unos parásitos sociópatas y ha venido a regodearse de ello. Aunque también es probable que entre toda la gente a la que sus abuelos amaron la vida hubiera algún aprovechado de la revolución... Pero es que no se puede hacer una reforma sin que aparezcan los cuatro aprovechados de turno para darle un mal nombre.