Van a ir a verla las respectivas pilinguis madres de los productores, de los guionistas, del director que se rebaje a dirigir este engendro de película, y de la propia Lashana Lynch, que por cierto es jodidamente antiestética, más que mandar a la abuela a por droja.
Va a ser un fracaso de taquilla abrumador, y los primeros que lo saben son los que van a financiarla. Pero no importa. El dinero destinado a subvertir, ridiculizar y destruir todas las series y películas con las que crecimos los malvados hombres blancos hereterosexuales de entre 30 y 60 años, parece fluir de un pozo inagotable.