El hilo de los libros que nunca faltan en una casa viejuna

Teniente_Dan

Todo lo hacen por nuestro bien
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A lo simple, quien más quien menos se encuentra con cientos y cientos de libros al limpiar el piso.
 

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Sería interesante ver las diferencias según geografía o clase social. Lo mío era familia bien, vasca, establecida en Madrid, pero con esa veta progre que las familias bien se permiten a menudo en las generaciones más jóvenes.

Otro que nadie ha mencionado es Harold Robbins. Total trash, pero me releí varias veces los cinco o seis libros que había en casa.
Harold Robbins era del género erótico...
 

Salsa_rosa

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No me puedo creer que de este hilo haga ya 7 años... Vamos directos a la fruta tumba.
Recuerdo un mensaje tuyo diciendo que a partir de los 30 y largos el tiempo se acelera br0000talmente y que básicamente no tendremos tiempo de hacer nada. Lo pusiste en Mayúscula para derroir más. Seguro que hará también 6-7 años de eso.
 

Ratona001

Sentenciada y condenada.
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Ese de cocina de los tiempos de franco.
Que pone recetas + consejos maritales. Que al maridito le recibas con una sonrisa, una copa de vino y que no le cuentes tus movidas.


 

Zhukov

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En las estepas de la España central
La colección completa de clásicos de Seix Barral.

Esa la tenían en mi casa porque salió en los 80 y la compraron los burgueses y nuevos ricos para adornar estanterías, porque la encuadernación en símil piel imita la madera y las letras doradas hacen contraste. Luego por dentro estaban impresas en papel de fumar. Eran libros para no ser leídos, para llenar huecos y parecer culto y moderno, porque los clásicos ya se veían algo rancios. Era literatura gafapasta.

Mi padre leía muchos libros, pero como era un bibliófago lonchafinista, los libros que compraba eran de viejo y como eran de historia y de guerras a mi madre no les parecía presentables, y había que llenar huecos de las estanterías del salón, así que se hizo con falsos libros encuadernados en piel, tochacos que parecían libros de leyes, y esta colección. Que fue tirar el dinero.

De toda esa colección creo que sólo había una docena de libros pasables. Alguno de Conrad, de Le Carré y de Graham Greene, que tampoco son para tirar cohetes, la verdad, y un par de Hemingway, que aclaro que es una fruta hez, que tocaba leerlos para el cole, porque los profesores de literatura eran unos gente de izquierdas.

Aparte de esos, y de "El proceso" de Kafka que nunca pasé de las primeras páginas, se encontraba alguna joya, "El Aleph" de Borges y "Lucharon por la patria" de Mijaíl Solojov, que fue el primer libro sobre la Segunda Guerra Mundial que leí desde el bando ruso y entendí que los rusos no eran orcos, la horda roja, si no personas. Es uno de los libros que ha cambiado mi vida, y a partir de entonces dejé de ser un pequeño burgués fascista y empecé a interesarme por Rusia y una cosa llevó a la otra.

Esos dos son los únicos libros que conservé aunque creo que me libré de ellos igualmente por la política de sólo tener libros de historia en las estanterías, nada de novelas.
 
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Salsa_rosa

Madmaxista
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Esa la tenían en mi casa porque salió en los 80 y la compraron los burgueses y nuevos ricos para adornar estanterías, porque la encuadernación en símil piel imita la madera y las letras doradas hacen contraste. Luego por dentro estaban impresas en papel de fumar. Eran libros para no ser leídos, para llenar huecos y parecer culto y moderno, porque los clásicos ya se veían algo rancios. Era la enciclopedia gafapasta.

Mi padre leía muchos libros, pero como era un bibliófago lonchafinista, los libros que compraba eran de viejo y como eran de historia y de guerras a mi madre no les parecía presentables, y había que llenar huecos de las estanterías del salón, así que se hizo con falsos libros de vestir y esta colección. Que fue tirar el dinero.

De toda esa colección creo que sólo había una docena de libros pasables. Alguno de Conrad, de Le Carré y de Graham Greene, que tampoco son para tirar cohetes, la verdad, y un par de Hemingway, que aclaro que es una fruta hez, que tocaba leerlos para el cole, porque los profesores de literatura eran unos gente de izquierdas.

Aparte de esos, y de "El proceso" de Kafka que nunca pasé de las primeras páginas, se encontraba alguna joya, "El Aleph" de Borges y
"Lucharon por la patria" de Mijaíl Solojov
, que fue el primer libro sobre la Segunda Guerra Mundial que leí desde el bando ruso y entendí que los rusos no eran orcos, la horda roja, si no personas. Es uno de los libros que ha cambiado mi vida, y a partir de entonces dejé de ser un pequeño burgués fascista y empecé a interesarme por Rusia y una cosa llevó a la otra.

Esos dos son los únicos libros que conservé aunque creo que me libré de ellos igualmente por la política de sólo tener libros de historia en las estanterías, nada de novelas.
Era de la editorial Progreso?? Publicaron muchas joyas ahí.
 

Zhukov

Mariscal
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17 Feb 2009
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En las estepas de la España central
Era de la editorial Progreso?? Publicaron muchas joyas ahí.

No, no, eran de la colección de Seix Barral, lo de meter a Borges se entiende, al ruso no sé por qué lo metieron, supongo que era porque era famoso por "El Don apacible" pero era un libro demasiado largo para meterlo en una colección de bolsillo.

Había un pedante insufrible en este foro con el nick de "Klingsor", al hacer limpieza encontré un libro "El último verano de Klingsor", también estaba "Muerte en Venecia" de Mann, que si lo quemaron los nazis algo habría hecho el hijomio (aclaro: quemaron el libro no al escritor, aunque bien pudiera ser que acabara en la cámara de gas). Luego te enteras que es una novela apología de la pederastia.

Me recuerda aquella frase de una novela de Raymond Chandler, que le dice la dama al detective privado:

"Pensaba que trabajaba en la cama como Proust",
- ¿Quién es?
"Un escritor francés, un erudito de los alicaídos. No lo entendería"


La verdad es que la colección daba espanto y alergia a la cultura. Porque una cosa es una colección dedicada a un tema concreto, pero esa parecía que la hizo el que escribió la lista de libros de Antonio, cogieron a todos los escritores famosos de finales del siglo XIX hasta el XX, desde Joyce y Proust hasta García Márquez y Le Carré, que no sé qué hizo el pobre para meterlo en semejantes compañías, tampoco es que "El espía que surgió del frío" sea ninguna maravilla, el título es resultón, pero ya está. La única utilidad que tuvo es que en el bachillerato te obligaban a leer algún libro y te ahorraba el ir a tener que buscarlo a la biblioteca. Yo ni siquiera los leí, me limité a copiar los trabajos de mi hermano mayor, el empollón.


En general yo veo que la gente que lee suele ser entusiasta de un tema concreto, o de unos pocos, mi padre de historia y de las guerras. Mi tío de barcos, cocina, y algo de literatura, pero clásicos. Pero en mi vida pasada en la que sobrevivía como informático de fortuna y de visitar casas veo que el gusto de la clase media y la pequeña burguesía es similar. Mi madre era una bruta e ignorante y sólo leyó una vez una novela de Agatha Christie, los libros sólo eran decoración, pero sus hermanas y respectivos maridos médicos y burgueses de provincias, que eran gente que leía no pasaban de la mediocridad. Mucha apariencia de cultura, tochos de enciclopedias del arte, de historia de las civilizaciones, pero todo postureo y vestir estanterías. Al final no pasaban de novelas rosas o best seller de moda ellas y libros de política actual que a los pocos años estaban obsoletos, como los de Losantos sobre el felipismo o sobre Mario Conde. En el dormitorio de mis primos, toda la basura esa de literatura infantil juvenil que ya he comentado, los Hollister, los Cinco, Barco de Vapor... todos libros pulcramente colocados en sus estanterías, al contrario que en mi casa que mis hermanos mayores lo rompían todo, esos criminales de guerra que pintarrajean los libros, el mayor porque era estulto y el segundo, el empollón, es de esos vándalos que subrayan el libro pero a lo bestia con bolígrafo en vez de discretas marcas a lápiz y anotaciones al margen, y a pulso en vez de con regla. Yo ni siquiera firmo mis libros como hacía mi padre, y cuando me ha dado por anotar o subrayar algún libro que he estudiado, como el de Clausewitz, lo he hecho con todo cuidado para no estropear el libro para el futuro lector y para demostrar al que lo herede que lo he leído.

Yo he roto libros y bien que lo lamento por el uso, por haberlos leído muchas veces y porque se rompe la encuadernación, pero eso es distinto del destrozo por negligencia o por guardarlos de cualquier forma. Siempre me daban envidia mis primos por lo bien que cuidaban sus libros, pero es que era por no tocarlos ni leerlos, y ya se encargaba la chacha de limpiar el polvo.


Ya digo que mis primos, el uno cirujano y el otro ingeniero, me parecen demorados mentales, de mi prima, su hermana lo sé con certeza, pero eso es un problema mental no diagnosticado. Después del colegio y los libros de la carrera no leyeron ningún libro salvo algunos bestsellers de policías y espías y la revista de cine, Fotogramas. Me meto con mis familiares porque es el primer ejemplo que me viene a la mente, pero hay toda una generación de niños bien, no de familias disfuncionales como la mía, en la que no han faltado libros ni hábito de lectura, pero que al llegar a la edad adulta, no vuelven a tocar ni un libro y se convirtieron en una generación de demorados mentales y emocionales. Se dice que por cada libro que abres se te cierra una vagina, y bien cierto es, pero también que hemos pasado del analfabetismo a la televisión sin que haya arraigado la lectura y luego con la internet y los niños rata de forocoches ya se fue todo a la hez.

El autor del libro se burla de los libros mohosos que tenían los viejos como sus padres, porque no ha leído literatura en su fruta vida (yo tampoco, lo reconozco), pero se pasó su juventud tirado en el sofá viendo la tele mientras yo me encerraba en la cueva a leer libros de guerra.

Nos burlamos o renegamos de toda esa literatura apolillada, pero con la perspectiva que dan los años vemos que era un loable intento de transmitir cultura, de una época y una generación en la que la lectura y la cultura tenían valor social, porque sólo los burgueses y los ricos tenían tiempo para leer. Es decir, los menos querían transmitir cultura a sus hijos por ser algo valioso en sí mismo. Los incultos compraban libros y enciclopedias para imitar la apariencia de cultura. Es algo de muy clase media. A un rico se le perdona ser un ignorante y un hortera, aunque para el dinero viejo los advenedizos siempre lo serán.

Es malo no leer más allá de los cuatro libros que te obligan en el cole, o peor todavía los libros infantiles, porque se atrofia el gusto y luego salen, repito, demorados mentales y emocionales, y si no conocen la historia ni la política ni la economía, borregos manipulables por lo que diga la tele o esté de moda en internet.


Se dice que la literatura contribuye al desarrollo emocional porque te hace identificar con los protagonistas y vivir emociones, no es el caso de los orates como yo, y de hecho la literatura puede ser perjudicial, como todos los conceptos del amor romántico hasta que te das la leche contra La Horrible Realidad™
 
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Kozak

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45.507

Esa la tenían en mi casa porque salió en los 80 y la compraron los burgueses y nuevos ricos para adornar estanterías, porque la encuadernación en símil piel imita la madera y las letras doradas hacen contraste. Luego por dentro estaban impresas en papel de fumar. Eran libros para no ser leídos, para llenar huecos y parecer culto y moderno, porque los clásicos ya se veían algo rancios. Era literatura gafapasta.

Mi padre leía muchos libros, pero como era un bibliófago lonchafinista, los libros que compraba eran de viejo y como eran de historia y de guerras a mi madre no les parecía presentables, y había que llenar huecos de las estanterías del salón, así que se hizo con falsos libros encuadernados en piel, tochacos que parecían libros de leyes, y esta colección. Que fue tirar el dinero.

De toda esa colección creo que sólo había una docena de libros pasables. Alguno de Conrad, de Le Carré y de Graham Greene, que tampoco son para tirar cohetes, la verdad, y un par de Hemingway, que aclaro que es una fruta hez, que tocaba leerlos para el cole, porque los profesores de literatura eran unos gente de izquierdas.
A mis brazos, había que decirlo.

Aparte de esos, y de "El proceso" de Kafka que nunca pasé de las primeras páginas, se encontraba alguna joya, "El Aleph" de Borges y "Lucharon por la patria" de Mijaíl Solojov, que fue el primer libro sobre la Segunda Guerra Mundial que leí desde el bando ruso y entendí que los rusos no eran orcos, la horda roja, si no personas. Es uno de los libros que ha cambiado mi vida, y a partir de entonces dejé de ser un pequeño burgués fascista y empecé a interesarme por Rusia y una cosa llevó a la otra.

Esos dos son los únicos libros que conservé aunque creo que me libré de ellos igualmente por la política de sólo tener libros de historia en las estanterías, nada de novelas.
Nunca le encontré la gracia a Kafka. Ese en concreto lo encuentro un anodino aunque hiperrealista trasunto de cualquier trámite judicial en España. Y con El Castillo lo mismo pero con el sistema de procesos de selección laboral. Incluyendo el dejarlo sin terminar en medio de una frase.

No, no, eran de la colección de Seix Barral, lo de meter a Borges se entiende, al ruso no sé por qué lo metieron, supongo que era porque era famoso por "El Don apacible" pero era un libro demasiado largo para meterlo en una colección de bolsillo.

Había un pedante insufrible en este foro con el nick de "Klingsor", al hacer limpieza encontré un libro "El último verano de Klingsor", también estaba "Muerte en Venecia" de Mann, que si lo quemaron los nazis algo habría hecho el hijomio. Luego te enteras que es una novela apología de la pederastia.

Me recuerda aquella frase de una novela de Raymond Chandler, que le dice la dama al detective privado:

"Pensaba que trabajaba en la cama como Proust",
- ¿Quién es?
"Un escritor francés, un erudito de los alicaídos. No lo entendería"


La verdad es que la colección daba espanto y alergia a la cultura. Porque una cosa es una colección dedicada a un tema concreto, pero esa parecía que la hizo el que escribió la lista de libros de Antonio, cogieron a todos los escritores famosos de finales del siglo XIX hasta el XX, desde Joyce y Proust hasta García Márquez y Le Carré, que no sé qué hizo el pobre para meterlo en semejantes compañías, tampoco es que "El espía que surgió del frío" sea ninguna maravilla, el título es resultón, pero ya está. La única utilidad que tuvo es que en el bachillerato te obligaban a leer algún libro y te ahorraba el ir a tener que buscarlo a la biblioteca. Yo ni siquiera los leí, me limité a copiar los trabajos de mi hermano mayor, el empollón.


En general yo veo que la gente que lee suele ser entusiasta de un tema concreto, o de unos pocos, mi padre de historia y de las guerras. Mi tío de barcos, cocina, y algo de literatura, pero clásicos. Pero en mi vida pasada en la que sobrevivía como informático de fortuna y de visitar casas veo que el gusto de la clase media y la pequeña burguesía es similar. Mi madre era una bruta e ignorante y sólo leyó una vez una novela de Agatha Christie, los libros sólo eran decoración, pero su hermana y respectivos marido médicos y burgueses de provincias, que eran gente que leía no pasaban de la mediocridad. Mucha apariencia de cultura, tochos de enciclopedias del arte, de historia de las civilizaciones, pero todo postureo y vestir estanterías. Al final no pasaban de novelas rosas o best seller de moda ellas y libros de política actual que a los pocos años estaban obsoletos, como los de Losantos sobre el felipismo o sobre Mario Conde. En el dormitorio de mis primos, toda la hez esa de literatura infantil juvenil que ya he comentado, los Hollister, los Cinco, Barco de Vapor... todos libros pulcramente colocados en sus estanterías, al contrario que en mi casa que mis hermanos mayores lo rompían todo, esos criminales de guerra que pintarrajean los libros, el mayor porque era estulto y el segundo, el empollón, es de esos vándalos que subrayan el libro pero a lo bestia con bolígrafo en vez de discretas marcas a lápiz y anotaciones al margen, y a pulso en vez de con regla. Yo ni siquiera firmo mis libros comoh acía mi padre, y cuando me ha dado por anotar o subrayar algún libro que he estudiado, como el de Clausewitz, lo he hecho con todo cuidado para no estropear el libro para el futuro lector y para demostrar al que lo herede que lo he leído.

Yo he roto libros y bien que lo lamento por el uso, por haberlos leído muchas veces y porque se rompe la encuadernación, pero eso es distinto del destrozo por negligencia o por guardarlos de cualquier forma. Siempre me daban envidia mis primos por lo bien que cuidaban sus libros, pero es que era por no tocarlos ni leerlos, y ya se encargaba la chacha de limpiar el polvo.


Ya digo que mis primos, el uno cirujano y el otro ingeniero, me parecen demorados mentales, de mi prima, su hermana lo sé con certeza, pero eso es un problema mental no diagnosticado. Después del colegio y los libros de la carrera no leyeron ningún libro salvo algunos bestsellers de policías y espías y la revista de cine, Fotogramas. Me meto con mis familiares porque es el primer ejemplo que me viene a la mente, pero hay toda una generación de niños bien, no de familias disfuncionales como la mía, en la que no han faltado libros ni hábito de lectura, pero que al llegar a la edad adulta, no vuelven a tocar ni un libro y se convirtieron en una generación de demorados mentales y emocionales. Se dice que por cada libro que abres se te cierra una vagina, y bien cierto es, pero también que hemos pasado del analfabetismo a la televisión sin que haya arraigado la lectura y luego con la internet y los niños rata de forocoches ya se fue todo a la hez.

El autor del libro se burla de los libros mohosos que tenían los viejos como sus padres, porque no ha leído literatura en su fruta vida (yo tampoco, lo reconozco), pero se pasó su juventud tirado en el sofá viendo la tele mientras yo me encerraba en la cueva a leer libros de guerra.

Nos burlamos o renegamos de toda esa literatura apolillada, pero con la perspectiva que dan los años vemos que era un loable intento de transmitir cultura, de una época y una generación en la que la lectura y la cultura tenían valor social, porque sólo los burgueses y los ricos tenían tiempo para leer. Es decir, los menos querían transmitir cultura a sus hijos por ser algo valioso en sí mismo. Los incultos compraban libros y enciclopedias para imitar la apariencia de cultura. Es algo de muy clase media. A un rico se le perdona ser un ignorante y un hortera, aunque para el dinero viejo los advenedizos siempre lo serán.

Es malo no leer más allá de los cuatro libros que te obligan en el cole, o peor todavía los libros infantiles, porque se atrofia el gusto y luego salen, repito, demorados mentales y emocionales, y si no conocen la historia ni la política ni la economía, borregos manipulables por lo que diga la tele o esté de moda en internet. Tronos",


Se dice que la literatura contribuye al desarrollo emocional porque te hace identificar con los protagonistas y vivir emociones, no es el caso de los orates como yo, y de hecho la literatura puede ser perjudicial, como todos los conceptos del amor romántico hasta que te das la leche contra La Horrible Realidad™
Como se ha podido confirmar en estos últimos años, se puede ser un titulado superior y un perfecto patán. La cultura no entra en temario y no sirve para comer. Lo que sí pasaba antes era que "vestía", y como todo lo que "viste", es señal de estatus que los quieroynopuedo pequeñoburgueses van a buscar como un oasis en el desierto para parecerse a la clase alta y distinguirse del lumpen. Aunque sean unos tiesos de hez.

Lo que pasa es que la cultura de verdad cuesta tiempo, esfuerzo y esas cosas, como indica el origen de la palabra, hay que cultivarla. Y el señoritingo desertor del arado no quiere cultivar nada, que eso es de gañanes y majagranzas, quiere consumir que es lo que hacen los ricos. De ahí el gusto por los libros de moda que mencionas del Losantos, los Juegos de Truños, los diarios de Bridget Jones y las Charombras de Grey.

De acuerdo con lo del desarrollo emocional, valiente chorrada. Yo leía más de lo que debía en mis años mozos, y no me sirvió un carajo para dejar de ser un autista insensible. Y desde luego tampoco me sirvió para ser un kurto de esos (menos mal, qué demacre dan gente como el de la nocilla o Luna Miguel). Claro que igual era porque leía sobre todo historia (que te enseña que nadie aprende un carajo de ella y que ser un cabrón a menudo sale rentable) y tecnothrillers con personajes más planos que Keira Knightley panza arriba. No los leo para el rollo del desarrollo del personaje, los leo para entretenerme. Si ya me cuesta interesarme por la gente de verdad, imagina por un personaje inventado, que forzosamente va a ser más limitado al ser producto de una mente humana que una mente en sí.