El Chepita en LoPaís: "En España se ha normalizado el fascismo".

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La verdadera hispanidad, la de los pueblos peninsulares, era y es odiada y combatida por todas las élites de poder...

El famoso "atraso" de España, lejos de ser un problema, fue su salvación.
El "atraso" era la muestra de LIBERTAD de los pueblos peninsulares, contra las intenciones del PODER.
Quien precisamente terminó con el "atraso" fue precisamente quién nos dicen que nos "atrasó"... El franquismo fue MODERNIDAD A TODA MÁQUINA.... El franquismo fue el que finalmente consiguió lo que los anteriores regímenes no habían conseguido: DERROTAR AL PUEBLO.

Ortega y Gasset es alabado (o no criticado, y mucho menos demonizado) por casi todas las corrientes ideológicas.... ¿por qué será?

Ortega y Gasset:
En España no ha habido apenas feudalismo; sólo que esto, lejos de ser una virtud, fue nuestra primera gran desgracia y la causa de todas las demás" [desgracia para las élites, de las que se sentía parte]

En varias de sus obras Ortega se entristece de que la ruralidad ibérica sea tan amante de su libertad, rechace la jerarquía y miren como un igual a la gente que tiene por encima. Para él, el problema estriba en “que es un país donde la masa es incapaz de prestar adoración al superior”... “Las masas se han hecho indóciles frente a las minorías; no las obedecen, no las siguen, no las respetan, sino que, por el contrario, las dan de lado y las suplantan”.

Pasó Ortega cinco años de su vida en Alemania y quedó enamorado del respeto servil que encontró de la masa a los Heer (señores). Le fascinó observar, el cómo la élite universitaria alemana entre la que vivió, apreciaba fervorosamente el Manu Smriti (código de Manú) escrito por los indios arios, que codifica el sistema de castas hereditario y las etapas de la vida de los nacidos dos veces (miembros de las tres castas superiores). Insiste en sus escritos en que se necesita importar a la España plebeya la actitud de reverencia sincera que observó en el pueblo alemán hacia los ricos, poderosos y funcionarios. En sus años en Alemania quedará encandilado en especial por Hegel y Nietzsche.

Ortega apreciará reverencialmente al filósofo alemán Hegel (1770-1831). De él aprenderá que el Estado es nada menos que das irdische-Göttliche, esto es, “lo terrenal divino”. “Todo lo que el hombre es, se lo debe al Estado; sólo dentro de él tiene su ser. Todo el valor que el hombre posee, toda su realidad espiritual la tiene a través del Estado”, “toda actividad tiene su principio y su ejecución en la unidad decisiva de un Jefe”, “en el Estado es donde se realiza concreta y positivamente la libertad”, dirá Hegel.

La misma idea fuerza planteada por Nietzsche en cuanto a la educación será planteada por Ortega y Gasset cuando hable de su “pedagogía social como programa político”, del “Estado como educador social” o de la “nacionalización de las masas”. En Los problemas nacionales y la juventud Ortega dirá que: “la masa-pueblo vegeta de una manera infrahumana, necesita de los pocos, de los elegidos, de las aristocracias jovenlandesales para que concreten y orienten su volición hacia un ideal social determinado”. “El Estado y no el pueblo es el único ente con legitimidad para ejercer la educación de sus miembros… El Estado ha de ser el centro de la energía ciudadana y sólo a través de él se debe dar la actividad social de jovenlandesalización de la comunidad”.

Ortega habla de la necesidad de un Estado más poderoso que obligue, de una vez, a las gentes del campo a arrodillarse ante los aristoi o minorías selectas, como él las llamaba. Había que hacer olvidar al ibérico rústico y montaraz, mediante el control férreo de la escuela obligatoria, sus tradiciones concejiles, colectivistas, comunales y comunitarias de las que ya nos habló, por ejemplo, en sus investigaciones etnográficas, el aragonés Joaquín Costa.

Ortega, que identifica “vida local” con “vida no nacional” dice que “el localismo en que vive de hecho España no puede aprovecharse directamente para fines nacionales [léase estatales]”.

La resistencia vigorosa de la sociedad rural hispánica ha sido un freno y un lastre pesadísimo para el desarrollo del poder imperial del Estado español y así lo remarcó Ortega. Ortega añorará el verdadero feudalismo que se desplegó del río Elba hacia oriente en el que había obediencia y respeto del Knecht (siervo) al Herr (señor). Propondrá importar ese espíritu para conseguir moldear las almas y las mentes de las masas ibéricas con el fin de elevar al Estado y al Capital hacia cotas más elevadas.

Esto está casi conseguido hoy en día.

Que del río Elba hacia Lisboa no haya habido necesidad de abolir la esclavitud en ningún momento de la historia desde el siglo V hacia nuestros días es por un motivo: porque no existía y fue abolida por las gentes de nuestra ruralidad; esto le descomponía sobremanera a nuestro “gran” pensador (Ortega es festejado, alabado y ensalzado por toda la actual élite política y social; centenares y centenares de calles, colegios, institutos, centros culturales, premios, una poderosa fundación… llevan su nombre).

Recomendó Ortega y Gasset a los dirigentes del Estado militarizar el campo y convertir al Ejército y al funcionariado en el centro de la vida nacional. Explicó que lo más urgente para combatir el pensamiento aldeano era “germanizar España”. También quería expresar lo mismo cuando insistía en la necesidad de “europeizar España”.

Para Ortega el ejército estatal era, textualmente, “una de las creaciones más maravillosas de la espiritualidad humana”. En el ejército del Estado veía “la acumulación de altísimas virtudes y de genialidad”. Consideraba a “la guerra un motor biológico y un impulso espiritual que son altos valores de la humanidad” y a la imposición por la fuerza de las armas “no una fuerza bruta, sino fuerza espiritual”.

Sobre el pueblo y las gentes populares decía: “el Estado debe ser el Todo, el pueblo no debe actuar por sí mismo. La misión del pueblo es comprender que ha venido al mundo para ser dirigido, influido, representado, organizado. Pero, se ha de insistir, que no ha venido al mundo para hacer todo esto por sí. Se ha de referir la vida de la masa a la instancia superior, constituida por las minorías excelentes”.

El Cronista oficial del Estado español en los años del franquismo, Victor Ruiz Albéniz (1885- 1954), inspirado por los escritos de Ortega y Gasset, en su libro La conquista de Vizcaya propone establecer por ley un mínimo de dos “castas” sociales: la primera la de los militares, ricos y altos funcionarios. Y la segunda la de “los que quedan en obligación y servidumbre para con ellos

Extraído de REPICO CAMPANAS, LLAMANDO AL COMBATE.
 
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