No creo que los neocons organicen otra guerra para pasarle el marrón a Obama. Lo que querrán, en todo caso, es garantizarse una baza para permanecer en el poder por si sus sucesores tuviesen la intención de encarcelarlos después de la derrota. Si las encuestas no les son favorables, siempre existe la posibilidad de buscar a otro Lee Harvey Oswald y declarar seguidamente el Estado de excepción por un tiempo hasta que el acojone del personal cambie las expectativas del voto hacia el lado "correcto".
Eso, desde el punto de vista conspirativo-electoral y suponiendo que los neocons tengan miedo de ser encarcelados tras la derrota.
Desde el punto de vista geoestrategico, del psicológico y del complejo militar-industrial lo que se trata es de sustituir un "conflicto global" por otro.
La "guerra contra el terror" ha sido útil para movilizar a los votantes y apropiarse de parte del petróleo centroasiático. Al fracasar militar y psicológicamente (ya que no se pudo invadir Irán y hay una muy fuerte contestación interna a la guerra de Iraq y sus motivos) la opción para continuar sacando votos del miedo (y su saqueo militar del presupuesto) es buscarse otro enemigo. Y qué mejor enemigo que el país heredero de la Unión Soviética y su nuevo "zar", pilinguin. Ese si que es un enemigo creíble, que da ruedas de prensa, que amenaza con estilo y para el que no hay que inventar grabaciones dudosas y mensajes ridículos.
Esa nueva "guerra" tiene la ventaja de que todos los analistos (y esto no va con segundas para Petardazo Inminente y su gran mensaje
) pueden hablar sobre todo tipo de razones para el conflicto y reutilizar sus conocimientos históricos.
El Pentágono puede sacar del cajón todos los planes de la guerra fría. La CIA puede utilizar todos los viejos trucos. Y la diplomacia puede recuperar toda la artillería de pequeños gestos desafiantes del antiguo "equilibrio del terror".
Así que revitalizar el "peligro rojo" es una buena estrategia para sepultar la fracasada "guerra contra el terror y por el petróleo" por la oposición rusa y china. Y un buen negocio económico y electoral. Y si lo hacemos en una zona alejada del interés chino, miel sobre hojuelas. Incluso puede llegar el momento de que el pacto Rusia-China se convierta en OTAN-China si se juegan las cartas adecuadas. Ni que decir tiene que el miedo al poderio ruso impide a la UE un cambio de alianzas por conveniencias energéticas.