Eres el claro ejemplo del resentido. Nadie por tener hijos se cree más o mejor que aquel que no los tiene. Es tan solo que algunos de los que tenemos hijos no cambiaríamos la opción de ser padres por nada. Nacemos solos, morimos solos, pasamos por la vida casi siempre solos. Nuestra sola opción de trascendencia son los hijos.
Escribe Samuel Beckett en Esperando a Godot: “un día nacimos, otro día moriremos, el mismo día, el mismo instante, ¿no les basta? Dan a luz a caballo sobre una tumba, el día brilla por un instante, y, después, de nuevo la noche.”
Ese brillo que dura un instante son los hijos que tienes.