Cuando te das cuenta de que tu vida se limita a trabajar y preparar 'tuppers'

Galvani

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Galvani eres una fruta basura ya vimos como le jodiste a aquella chica ucraniana eres un puñetero resentido y una guano que el dia de mañana cuando se de cuenta de quien es, se suicidara
Me parece que te confundes estulto de hez. No conozco a ninguna ucraniana ni tampoco quiero leer mensajes de un augusto que se pone de nick Calzonazos. Muérete tú con poca gracia.
 

Galvani

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Mi vida era como la del artículo y decidí mandar mi trabajo a la hez. Un año después sigo pensando que es la mejor decisión que he tomado en mi vida.

Trabajar tenía sentido hace treinta años cuando llegabas cansado a casa y te recibía una mujer cariñosa que te había preparado la cena y te servía sonriente mientras te preguntaba que tal te había ido el día. A tu alrededor tres o cuatro mocosos revoloteando e intentando llamar tu atención. El trabajo te agotaba igual y limitaba completamente tu tiempo, pero ver que gracias a ti la familia crecía y prosperaba unida te llenaba de orgullo y te hacía levantarte cada día con ilusión.

Hoy día todo eso se ha perdido. Las mujeres son un campo de minas. Si te juntas con alguna trabajáis los dos y apenas coincidís. La mala leche es doble porque los dos estáis igual de puteados. Ni hablar de tener hijos porque ni con el sueldo de dos personas puedes permitírtelo. Si acaso a los cuarenta cuando hayáis prosperado los dos un poco y tengáis algún dinero ahorrado. Algunos llegarán a tener ese primer y único hijo y otros se divorciarán antes. Con el divorcio viene la soledad, la ruina económica, y en algunos casos la guandoca.

Normal que las personas normales ya no encontremos motivos para trabajar. Nos han engañado, nos han estafado, y lo peor de todo es que mucha gente ni siquiera se ha dado cuenta. Todavía hay gente que dice que hoy día se vive mejor que hace treinta años. No son conscientes de todo lo que han perdido, ni de la cadena que llevan en el cuello. Todos tenemos una tele que nos recuerda cada día que vivimos en una hermosa democracia, así como los maravillosos derechos que hemos adquirido, sobretodo las mujeres. Derecho a trabajar toda la vida, sin hijos, sin familia, encadenando una relación tras otra hasta llegar a viejas enfermas, depresivas y rodeadas de gatos.

Normal que la gente hoy día se levante y diga "¿trabajar para qué?". Lo extraño es que más gente no abandone esta carrera de la rata. Supongo que porque nos han inculcado toda la vida lo que tenemos que hacer. El entorno y la presión social hacen el resto.
Vaya, uno que escribe algo con sentido y no se escuda en decir las tonterías de que para ellos trabajar es algo secundario y blabla y que los que no tienen otra cosa en la vida lo llevan mal por eso. Que gente más cínica...

Lo que dices está muy bien pero en este país dejar de trabajar es para los elegidos... Los demás como no trabajemos lo llevamos dolido.
 

notorius.burbujo

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No entiendo como la gente es tan petulante de no cocinar el domingo la comida para la semana laboral.Yo llevo haciendolo 15 años y he ahorrado dinero, tiempo y calentamientos de cabeza por un tubo.

Con solo hacer una buena olla de lentejas,arroz,verduras y carne ya tienes las 5 comidas del mediodia hechas.Comida bien sana y nutritiva para tener energias.

La vida es una fruta hez porque la gente es estulto y se pasa el dia llorando por cosas que tienen soluciones faciles.Eso si...la fruta serie de netflix en la caja sencilla que no falte para languidecer como un zombi.Si quisiera escribir de verdad no perderia el tiempo viendo series de hez.
Totalmente de acuerdo. Si alguien no quiere trabajar jornada completa, tiene múltiples opciones. Desde intentar buscarte una paguita, hasta hacerte funcionario, pasando por buscar un trabajo de menos horas, de jornada intensiva, o montártelo por tu cuenta. Incluso puedes irte a algún pueblo reconstruído, o al pueblo de algún familiar, y encerrarte allí a practicar tus hobbies.

Pero claro, esas opciones requieren algún tipo de sacrificio, trabajo y/o esfuerzo. No tener deudas con el banco, ayuda y mucho. Pero claro, todo el mundo se metió en "el pisito", y cuando quieren cambiar de vida, se dan cuenta de que están atrapados.

El señorito seguro que no quiere irse al pueblo, quiere estar en una ciudad, en zona céntrica a poder ser, y salir los Domingos a tomar cervecitas. La gente quiere una vida urbana, pero no cargar con los males de la vida urbana.Lo que estamos viendo ahora son hordas de fulastres que van a empezar a abrir los ojos, y lo que van a ver, no les va a gustar.
 

Insurgencia

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Yo quiero mucho más, quiero la revolución colectivista, pero ahora está la vida tan frutapénica que me apunto allí donde haya un poco de lucha.
 

cooperator

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Mi vida era como la del artículo y decidí mandar mi trabajo a la hez. Un año después sigo pensando que es la mejor decisión que he tomado en mi vida.

Trabajar tenía sentido hace treinta años cuando llegabas cansado a casa y te recibía una mujer cariñosa que te había preparado la cena y te servía sonriente mientras te preguntaba que tal te había ido el día. A tu alrededor tres o cuatro mocosos revoloteando e intentando llamar tu atención. El trabajo te agotaba igual y limitaba completamente tu tiempo, pero ver que gracias a ti la familia crecía y prosperaba unida te llenaba de orgullo y te hacía levantarte cada día con ilusión.

Hoy día todo eso se ha perdido. Las mujeres son un campo de minas. Si te juntas con alguna trabajáis los dos y apenas coincidís. La mala leche es doble porque los dos estáis igual de puteados. Ni hablar de tener hijos porque ni con el sueldo de dos personas puedes permitírtelo. Si acaso a los cuarenta cuando hayáis prosperado los dos un poco y tengáis algún dinero ahorrado. Algunos llegarán a tener ese primer y único hijo y otros se divorciarán antes. Con el divorcio viene la soledad, la ruina económica, y en algunos casos la guandoca.

Normal que las personas normales ya no encontremos motivos para trabajar. Nos han engañado, nos han estafado, y lo peor de todo es que mucha gente ni siquiera se ha dado cuenta. Todavía hay gente que dice que hoy día se vive mejor que hace treinta años. No son conscientes de todo lo que han perdido, ni de la cadena que llevan en el cuello. Todos tenemos una tele que nos recuerda cada día que vivimos en una hermosa democracia, así como los maravillosos derechos que hemos adquirido, sobretodo las mujeres. Derecho a trabajar toda la vida, sin hijos, sin familia, encadenando una relación tras otra hasta llegar a viejas enfermas, depresivas y rodeadas de gatos.

Normal que la gente hoy día se levante y diga "¿trabajar para qué?". Lo extraño es que más gente no abandone esta carrera de la rata. Supongo que porque nos han inculcado toda la vida lo que tenemos que hacer. El entorno y la presión social hacen el resto.
Que tontería. Eso lo dices porque tú no habrás tenido nunca un trabajo de esos que dices que "quedan bien". De quedar bien no vive nadie. Eso como mucho te puede hacer gracia dos días pero te putean igual y te esclavizan igual. Y sinõ busca y prueba con un curro que quede bien y luego nos cuentas.
 
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destru

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Lo de los tuppers tiene fácil solución, te buscas un curro de horario intensivo y comes en casa, o bien uno en el que te paguen la dieta, y listo. A mi me pagan dietas, voy en coche de empresa y horario flexible, no me quejo.
 

Galvani

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Lo de los tuppers tiene fácil solución, te buscas un curro de horario intensivo y comes en casa, o bien uno en el que te paguen la dieta, y listo. A mi me pagan dietas, voy en coche de empresa y horario flexible, no me quejo.
Sí claro... Horario intensivo en el país de las pymes donde el jefe va a comer a su casa o al polígono cercano dos horas y luego otra vez a trabajar. O si no la típica charcutera donde hay hora de entrada y no de salida. No somos un país de horarios en condiciones. Bueno ni de horarios ni de sueldos ni de condiciones.
 

notorius.burbujo

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Sí claro... Horario intensivo en el país de las pymes donde el jefe va a comer a su casa o al polígono cercano dos horas y luego otra vez a trabajar. O si no la típica charcutera donde hay hora de entrada y no de salida. No somos un país de horarios en condiciones. Bueno ni de horarios ni de sueldos ni de condiciones.
En serio, el asunto de las charcuters
No entiendo como la gente es tan petulante de no cocinar el domingo la comida para la semana laboral.Yo llevo haciendolo 15 años y he ahorrado dinero, tiempo y calentamientos de cabeza por un tubo.

Con solo hacer una buena olla de lentejas,arroz,verduras y carne ya tienes las 5 comidas del mediodia hechas.Comida bien sana y nutritiva para tener energias.

La vida es una fruta hez porque la gente es estulto y se pasa el dia llorando por cosas que tienen soluciones faciles.Eso si...la fruta serie de netflix en la caja sencilla que no falte para languidecer como un zombi.Si quisiera escribir de verdad no perderia el tiempo viendo series de hez.
Eso es lo que mas me ha flipado. El muy estulto gasta las pocas horas que le quedan en hacer un "salmón al horno con guarnición", y en ver series de hez. Desde luego no me queda duda de que está en el lugar que le corresponde. Solo es otro Hipster que se está estampando contra la realidad. Y este es de los primeros, tomemos asiento, porque toda esa panda de iluso que viste como si tuviese 15 años, va a ir derroyéndose como fichas de dominó.
 

destru

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Sí claro... Horario intensivo en el país de las pymes donde el jefe va a comer a su casa o al polígono cercano dos horas y luego otra vez a trabajar. O si no la típica charcutera donde hay hora de entrada y no de salida. No somos un país de horarios en condiciones. Bueno ni de horarios ni de sueldos ni de condiciones.
jorobar, será que no hay curros de jornada intensiva o que paguen la dieta, solo hay que buscar.
 

aeagleinmyflag

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Cuando te das cuenta de que tu vida se limita a trabajar y preparar 'tuppers'


“Es muy inteligente”, comentaban. “Este niño podrá llegar a donde quiera” les decían los profesores a tus padres cuando iban a las reuniones de tutoría. “Tiene mucha imaginación y sabe solucionar los problemas que se le plantean, y participa mucho en clase”. Tú estabas ahí sentado, al lado de tus padres, tímido, escuchando todos estos halagos e incluso creyendo que algún día podrías llegar a ser astronauta, diseñador de moda o policía local.


Son las siete de la mañana. Suena el despertador. Solo has dormido seis horas y cuarenta minutos porque ayer te quedaste viendo Better Things hasta las doce y pico de la noche. De hecho, esos minutos que existen entre que friegas los platos de la cena y te quedas dormido en la cama son el único instante de placer y gozo que le puedes arrancar al día. Solo estos minutos pueden contener las pasiones que hacen que tu vida valga la pena ser vivida, ahí se encuentran comprimidos tus hobbies, tus proyectos y tus esperanzas. Son solo dos horas, pero son tu vida.

Estás completamente atrapado. Por la mañana no puedes hacer nada porque te levantas, te duchas, te comes una tostada de pechuga de pavo “finas lonchas a las finas hierbas” del Mercadona y te largas de casa para meterte dentro de un tubo que se mueve muy rápido por debajo el suelo y que te lleva cerca de tu curro, previo pago de un billete de diez viajes que supera los diez euros. Luego te pasas ocho horas currando, a las que tienes que sumar una pausa de una hora para comer lo que sea que tengas hoy dentro del tupper, en fin, un total de nueve horas lejos de casa.

MIRA:


Al terminar tu horario laboral regresas a casa mientras intentas aclarar qué meterás en el tupper del día siguiente. Esto es lo que piensas mientras sujetas esa barra de metal que te proporciona estabilidad dentro del metro, mientras miras todas esas caras cansadas que te rodean, caras como la tuya. Finalmente decides hacerte un salmón al horno pero recuerdas que no tienes ni eneldo ni patatas para acompañar el asunto, así que decides hacer una paradita en el supermercado para comprar esto y cuatro hezs más. Al poco rato, son las siete de la tarde y por fin estás en casa.


Parece que ahora te queda mucho tiempo para hacer cosas, como escribir esa autobiografía que hace tanto tiempo que empezaste y titulaste Más alto que las pirámides, con la que te quedaste “atrapado creativamente” al llegar a la página doce, pero sabes que tienes que preparar la cena de esta noche y, encima, la comida del tupper de mañana —ese salmoncito al horno bien rico— así que, ¡qué diablos!, te pones manos a la obra pese a que ahora son solo las siete y veinte de la tarde —al llegar a casa siempre te pones a soltar mientras te haces una rondita por Instagram, proceso que, normalmente, se alarga unos veinte minutos, a veces treinta, por eso ahora son las siete y veinte de la tarde y no las siete en punto, que es cuando has llegado a casa—. En fin, que realmente no tienes tantotiempo.


Empiezas a calentar el horno, cortas bien finas las patatas, la cebolla y rompes dos dientes de ajo. Sacas el salmón de la nevera, tiene buena pinta, el dolido. Echas un poco de aceite a la fuente de vidrio para horno, le metes las verduras y el salmón, con un poco de sal al gusto. Lo dejas unos quince minutos dentro del horno y luego echas un poco de eneldo —ese que has comprado esta misma tarde— por encima del salmón. Luego lo dejas diez minutos más y apagas el horno sin quitar la movida de dentro. Bien, el tupper ya casi lo tienes listo.

Son las ocho y media de la noche. Mientras se hacía el salmón en el horno has empezado a hervir un poco de agua para preparar unas verduritas para cenar, un poco de brócoli con algunas patatas que te han sobrado del salmón. Te sirves una cerveza mientras piensas el segundo plato de la cena. Tienes unas rodajas de merluza que habría que ir comiendo ya, así que las lavas y las dejas escurriéndose. Sacas el salmón del horno para que no se quede seco y lo dejas enfriar un poco, dicen que meter cosas calientes en un tupper no es muy recomendable, incluso la gente utiliza el adjetivo “cancerígeno”. Echas la verdura al agua hirviendo y, mientras, lavas el tupper del mediodía para meterle más tarde el salmón al horno. Aprovechas y lavas también los platos y vasos del desayuno que se quedaron ahí cuando te fuiste a currar por la mañana. Venga, nueve menos cuarto. Ya casi lo tienes. Pones la mesa y enciendes la tele para ver las noticias de TV3, que empiezan a las nueve en punto, hay que estar informado; en este mundo más vale estar informado porque, si no, te van a jorobar por todos lados, te dices a ti mismo.


A las nueve y cuarto, la verdura ya está hecha. La escurres y luego pones a calentar aceite en una sartén, mientras enharinas la merluza y luego la pones a freír. Mientras se cuece te sirves la verdura, con un poco de aceite y sal, incluso un poco de pimienta; hay que apostar por las sensaciones fuertes, a veces.


Terminas de cenar a las diez menos cuarto, están dando “El Tiempo” en la tele. Parece que durante el fin de semana hará sol. Retiras la mesa y te pones a lavar todo lo que has utilizado: la cazuela, la sartén, los platos y todo eso. A las diez ya lo tienes finiquitado. Coges el salmón, ya más enfriado, y lo metes dentro del tupper, luego todo a la nevera, listo para mañana. Bien, ya no tienes ninguna otra obligación, ahora ya tienes todo el tiempo del mundo. Todo-el-tiempo-de-el-mundo.

Te tumbas en la cama y te pones a mirar Facebook, las notificaciones y a ver qué eventos hay durante el fin de semana. En esta vida nuestra ya no hay tiempo para hacer eso que tanto deseamos porque nos distraen constantemente las redes sociales, esos instrumentos de despiste que, con sus cantos de sirena del voyerismo y la satisfacción rápida (esos likes), se comen nuestros minutos.

Luego te pones a ver otro episodio de Better Things. Se te hacen las doce de la noche y te gustaría ver un capítulo más y terminar la temporada pero, jorobar, tampoco puedes dilatar mucho más estas sesiones nocturnas porque al día siguiente tienes que levantarte a las siete y haber descansado para poder trabajar bien, no quieres pasarte todo el día medio dormido y con el cerebro medio roto. Así que dejas el portátil en el suelo y apagas la luz. Esto es tu vida. Te acabas de dar cuenta, mientras observas la oscuridad, lo inobservable, que tu día se limita a esto, a currar y a preparar comida. Cada-día-de-tu-vida.


Así pues, vas aplazando la vida real que deseas, dejando para un futuro incierto todo eso que realmente te llena, sobreviviendo con tu sueldo y tus horarios agobiantes; con ese trabajo que te ofrece una retribución mínima que inviertes en alcanzar un sustento básico. Un trabajo que ocupará gran parte de tus horas e ideas y que impedirá que puedas concentrarte en lo que realmente quieres hacer —Más alto que las pirámides—. Un trabajo que percibes como temporal —como temporales son los contratos—, pues sigues anhelando de forma masoquista ese cumplimiento de tus sueños y pasiones —podrías haber sido un puñetero astronauta—, trabajos que consolidan esta cultura de la miseria y la mediocrecracia. Mientras, solo tuppers y trabajo.

Decían que “eras muy inteligente” y que “podrías llegar a donde quisieras”. Creías que podrías llegar a ser policía local o diseñador de moda. O astronauta, incluso. Un dolido astronauta, sí claro. Solo eres un comercial de embalajes industriales que se pasa la vida currando y preparándose tuppers. Como el resto del mundo, más o menos. Y tampoco pasa nada porque tampoco le importa a nadie.
Eso no es vida. Es esclavitud. Quién está 12 horas al día fuera por trabajo , es porque quiere