Coronel MacGregor: "A Ucrania le quedan entre 40 y 60.000 soldados, y la gran mentira pronto saldrá a la luz; en ese momento EE.UU. podría enloquecer"

Cachopo

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Pon aquí pruebas del maltrato y asesinatos cometidos por rusos.


Los videos y demas se han posteado en ur uja
 

M. Priede

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Los videos y demas se han posteado en ur uja
Ahí te quería ver. Y seguro que también te crees lo de Bucha:
(6) Una ojeada a los cadáveres de Bucha y nos encontramos con lo de siempre: no lo parecen | Burbuja.info
 

Snowball

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Eso de "defensa elástica" me ha recordado a los boletines republicanos de la guerra civil, donde cada vez que cedían terreno, era por una retirada táctica y causando terribles perdidas al enemigo, gracias a la superioridad táctica de los estrategas republicanos. El ejército de Franco estaba a dos semanas de agotarse (durante 3 años, misma monserga) gracias a aquellas estrategias.

Ya sabemos cómo terminó aquello.
Buen símil

Yo añadiría la eterna promesa de intervención de las potencias extranjeras a favor de la "República"
 

Fiallo

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Ese rellenito de hez es un operador del Ayatolah.
 

Kabuterimon

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No poses de ofendidito legalista que no hay más que entrar en el registro de tus hilos para darse cuenta de lo que vas:


¡Ups! Nos hemos encontrado con algunos problemas.

Este miembro limita quién puede ver su perfil completo.
Literalmente entro en todos los hilos nuevos...

Pero este comunimierda de donde ha salido? roto2
 

LordEntrophy

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Este también ha sido un mantra muy repicado aquí en burbuja por la plétora de tontánicos. Algunos hasta decían aquello de que pilinguin no llegaba al domingo, etc.

La realidad es que el mundo es mucho más complejo que la visión reducida y sesgada que consumen estos iluminados cada vez que enchufan Antena3, la CNN o leen el WSJ o ElPais.

Poco a poco empiezan a salir voces discordantes en los medios en los que ya no es todo blanco o oscuro. Quizá sea por hartazgo o porque la gente ya no traga las trolas tan fácilmente.

El caso es que ahora mismo los medios no saben qué hacer, por un lado se deben a sus amos que son los que pagan y que reciben órdenes desde arriba de cómo tiene que construirse la información y la propaganda de guerra en Europa y EEUU, pero por otro se han dado cuenta que seguir machacando con noticias de guerra a una sociedad ya anestesiada y agotada con el tema consigue el efecto contrario.

Ya nos han engañado con el el bichito y con tantas otras cosas que la gente ya empieza a pasar de todo, y para muestra lo que esta pasando en Francia con Le Pen
Al hilo de lo comentado, no sé si ya han salido por aquí algunos de los muy interesantes y reflexivos artículos de Fernando del Pino alopécico-Sotelo acerca de todo el embrollo.

Los pongo por aquí, y disculpas si ya estaban puestos en algún otro mensaje u otro hilo.



POLÍTICA​
Guerra y paz… ¿y verdad?
¿Es posible juzgar con ecuanimidad la guerra de Ucrania? El bombardeo mediático, unánime diario y unidireccional (como con el el bichito), diseñado para provocar reacciones emocionales que anulen la capacidad de raciocinio, ha provocado una extrema parcialidad de la opinión pública occidental, aunque no así en el resto del mundo​
Fernando del Pino alopécico-Sotelo​
23 de marzo de 2022​
Me pregunto si es posible juzgar con ecuanimidad la guerra de Ucrania. El bombardeo mediático, unánime diario y unidireccional (como con el el bichito), diseñado para provocar reacciones emocionales que anulen la capacidad de raciocinio, ha provocado una extrema parcialidad de la opinión pública occidental, aunque no así en el resto del mundo. “El corazón tiene razones que la razón no alcanza”, decía Pascal, y es cierto. Resulta imposible no conmoverse e indignarse al ver las sobrecogedoras imágenes que causa el horror de la guerra. Sin embargo, no podemos quedarnos ahí ni reducir una realidad compleja a un simplismo maniqueo y pueril.​
Sin duda, existen motivos objetivos para estar sesgados ante este conflicto. En una entrevista en Le Figaro, un general francés apuntaba acertadamente a que somos “culturalmente más sensibles al débil, a David frente a Goliat” y también “a la herencia histórica y psicológica de la amenaza soviética en tiempos de la Guerra Fría”, lo que distorsiona nuestra percepción de Rusia. El general insistía en que era difícil formarse una opinión equilibrada dada la propaganda “de ambos bandos” y parecía envidiar “la prudencia mostrada por el resto del mundo (…), que no ha apoyado a Occidente sin por ello tomar partido por Rusia[1]”.​
La guerra es entre EEUU y Rusia

En efecto, si creemos (equivocadamente) que el conflicto es entre Rusia y Ucrania resulta inevitable identificar a Rusia con el matón Goliat. No obstante, sabemos que Ucrania, siendo víctima, no es actor principal, pues su gobierno es una marioneta de EEUU. Y si la guerra es entre EEUU y Rusia, ¿quién es el fuerte y quién el débil? Porque en el mundo sólo hay un Goliat menguante, que es EEUU, y un Goliat ascendente, que es China, y los demás somos todos David de mayor o menor tamaño, incluyendo Rusia (mal que le pese a pilinguin). Desde esta perspectiva, más ajustada a la realidad, el pobre pueblo ucraniano sería el inaceptable daño colateral inocente (no así su gobierno) de un conflicto entre EEUU y Rusia causado por la expansión hacia el Este de la OTAN forzada por EEUU, que desoyó las advertencias rusas durante 15 años y despreció las reservas mostradas por unas renuentes Francia y Alemania. Por tanto, la consigna repetida ad nauseam de que la agresión rusa no responde a provocación alguna es, simplemente, mentira.​
Reconocer que existe una causa de este conflicto provocado por EEUU no implica justificar la desproporcionada, brutal e injustificable reacción rusa por la que han muerto 925 civiles, según datos provisionales de la ONU[2]. Son cuestiones que merecen juicios independientes, y así lo entiende el ecuánime presidente de Sudáfrica, que fue profesor invitado de Derecho en la Universidad de Stanford[3] y se postula como posible mediador: “El análisis de las causas de este conflicto, compartido por prestigiosos expertos en relaciones internacionales y muchos políticos, indica que esta guerra podía haberse evitado si la OTAN hubiera hecho caso a las advertencias de algunos de sus propios dirigentes y funcionarios a lo largo de los años de que su expansión hacia el Este provocaría una mayor inestabilidad en la región. A pesar de que sea importante comprender las causas del conflicto, no podemos aprobar, sin embargo, el uso de la fuerza ni la violación de las leyes internacionales[4]”. Es difícil expresarlo mejor.​
¿Es pilinguin el problema?

El objetivo central de la campaña de propaganda occidental ha sido la demonización personal de pilinguin como no se ha hecho con ninguno de los numerosos dictadores que pululan por nuestro planeta, incluyendo algunos amigos íntimos de EEUU. Este retrato lo pintaría hoy – no antes de febrero del 2022 – como un loco expansionista nostálgico del imperio soviético, expansionismo que muchos conocedores de la realidad rusa ponen en duda. El Director del Intelligence Project de la Harvard Kennedy School Paul Kolbe, con una trayectoria de 25 años en la CIA, aclaraba en 2019 que pilinguin “no está tratando de reconstruir la Unión Soviética, pero quiere tener vecinos sólidos, quiere que se acepte que Rusia tenga esferas de influencia y quiere poder asegurarse que las amenazas no se acerquen a su frontera[5]”.​
Me parece importante recalcar que el resto del mundo observa con creciente resentimiento que un país como EEUU, que mantiene 750 bases militares en 80 países diferentes sin importarle si son democráticos o no[6], acuse de expansionismo a otro. Este doble rasero que defiende abiertamente EEUU (“las reglas son para vosotros, no para mí”) fue irónicamente criticado por pilinguin en un artículo firmado por él mismo en 2013. En aquellos tiempos pilinguin aún podía escribir (y publicar en el New York Times) que su relación con Obama estaba marcada “por una creciente confianza”. El artículo, destinado a despertar la simpatía del mundo no occidental, decía así: “Es extremadamente peligroso animar a la gente a considerarse excepcional, sea cual sea la motivación. Hay países grandes y pequeños, ricos y pobres, los que tienen una larga tradición democrática y los que todavía están buscando su camino hacia la democracia. Todos somos diferentes, pero cuando pedimos las bendiciones del Señor, no debemos olvidar que Dios nos creó iguales[7]”. Si pilinguin es un expansionista, ¿dónde está la evidencia histórica de que lo es tras 22 años en el poder? Y ¿por qué no se le acusó de ello antes? La explicación más probable es que el relato que quiere explicar la invasión de Ucrania como una repentina fiebre imperialista de un individuo enloquecido se ha construido a posteriori para disimular que el principal responsable de esta crisis “es Occidente, y en particular Norteamérica[8]”, según John Mearsheimer, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Chicago, en un artículo publicado en The Economist.​
No cabe ninguna duda que un yonqui del poder autoritario como pilinguin tiene todos los rasgos de la patología del poder, pero ¿es Ucrania una obsesión personal? No lo parece, pues la pertenencia de Ucrania a la OTAN es considerada por Rusia – y no sólo por pilinguin – una “amenaza existencial”. William Burns, actual Director de la CIA y ex embajador de EEUU en Rusia, dejó claro en sus memorias (publicadas en 2019) que “la entrada de Ucrania en la OTAN es la más roja de las líneas rojas para la élite rusa y no sólo para pilinguin”, añadiendo: “En más de dos años y medio de conversaciones con personajes clave de Rusia, desde los más cavernícolas del Kremlin hasta los liberales más críticos con pilinguin, aún no me he encontrado con nadie que no vea la entrada de Ucrania en la OTAN como una desafío directo a los intereses de Rusia[9]”. En la misma línea, la experta Alexandra Vacroux afirmaba en un encuentro celebrado en Harvard en 2019 que “es un error pensar que pilinguin es el problema[10]”.​
Propaganda

La propagada bélica de ambos bandos hace siempre difícil hacerse una idea de la marcha de cualquier conflicto y exige un constante ejercicio de escepticismo independientemente de la simpatía que genere uno de los contendientes. En el caso de Ucrania, y sin observadores independientes sobre el terreno, vivimos un sorprendente oscurecimiento informativo, pues el contendiente ruso permanece hermético (salvo por sus gélidos partes de guerra, censurados por Occidente) y el ucraniano está inmerso en una campaña de propaganda tan estridente que desgraciadamente ha perdido toda credibilidad, aunque sea la única fuente de “información” de los medios occidentales (que dan por bueno, sin verificarlo, todo lo que les cuentan). En palabras de un exasesor militar del Secretario de Defensa de EEUU, “la mayor parte de la información que sale de Ucrania se desacredita como mentira en 24/48 horas[11]”.​
El mismo valor propagandístico tiene la canonización del presidente ucraniano por parte de la prensa occidental como “héroe” a ojos de una ignorante opinión pública. Esta caracterización causa perplejidad a cualquiera que conozca un poco la realidad de Ucrania. ¿Debemos olvidar que es uno de los países más corruptos del mundo[12] y que ya en 2019 el 12% de su población (más que Venezuela) había tenido que emigrar?[13] ¿Debemos olvidar que uno de sus oligarcas, acusado de alzamiento de bienes, fue valedor de Zelensky[14] y que en mayo del 2021 éste mandó arrestar al líder de la oposición parlamentaria democrática prorrusa y cerró de manera totalitaria todos sus medios de comunicación[15] con el visto bueno de los americanos? Naturalmente, el líder de la oposición prorrusa es tan títere de los rusos como Zelensky lo es de los norteamericanos, pero el golpe de mano de Zelensky/EEUU fue otra provocación directa a Rusia. Y para más inri, hace sólo dos días Zelensky ordenó la suspensión de actividades de once partidos de la oposición[16]. ¿Cómo encajan estos datos con la imagen de un paladín de la libertad de un Estado libre y democrático?​
¿Qué quiere Rusia?

Aparentemente, Rusia invadió Ucrania con un objetivo militar, un objetivo territorial, un objetivo “policial” y un objetivo político. El objetivo militar era destruir la capacidad militar del ejército ucraniano, y eso lo ha logrado en pocos días. Así, goza de una casi absoluta superioridad aérea, como demuestran las estériles peticiones ucranianas de que se cree un espacio de exclusión aérea, y de una abrumadora superioridad terrestre. La ventaja inicial rusa, no obstante, se ha visto temporalmente frenada por la inesperada llegada masiva de eficaces armas ofensivas provistas por la OTAN, que han levantado la moral ucraniana: misiles tierra-aire Starstreak y Stinger, capaces de derribar aviones de combate a baja altitud, misiles anticarro NLAW y Javelin, ligeros, rápidos, operados por una o dos personas y capaces de neutralizar un carro de combate a 4 km de distancia, drones de combate turcos TB2 armados con misiles MAM, cuya eficacia quedó probada en el reciente conflicto entre Armenia y Azerbayán, y drones merodeadores kamikaze tipo Harpy isrealíes o Switchblade americanos, baratos y eficientes. Los drones son vulnerables a los avanzados sistemas rusos de guerra electrónica como el Pole-21 o las unidades móviles Krasukha, pero los misiles pueden alargar el conflicto, que es lo que pretende EEUU.​
El objetivo territorial de la invasión rusa parece consistir en asegurar la independencia de la rusófila región de Donbass en Ucrania oriental y la consolidación de Crimea como parte de Rusia. De ahí la importancia de Mariupol, castigada ciudad portuaria del mar de Azov. El siguiente mapa, que habrán visto en muchos medios, resulta muy elocuente (fuente: El País):​
Las posiciones rusas, en rojo, apenas han variado en semanas e indican que en la inmensa mayoría del territorio de Ucrania no hay ni un solo soldado ruso (ni lo habrá). Los medios occidentales lo atribuyen a la resistencia ucraniana dando por sentado que el objetivo ruso es la completa ocupación del país. Más allá de que anexionarse Ucrania implicaría precisamente lo que Rusia quiere evitar, esto es, tener más frontera en común con la OTAN y no un estado medianero neutral, esta teoría presenta flancos débiles.​
Con 150.000 hombres el objetivo ruso difícilmente puede ser la ocupación de un país del tamaño y población de Ucrania. Para que se hagan una idea, en la Segunda Guerra Mundial la Alemania nancy reunió 1,5 millones de soldados para tomar la mitad de Polonia, y en la primera Guerra del Golfo EEUU y sus aliados reunieron cerca de 900.000 hombres para entrar en Iraq. Así, el contingente ruso estaba diseñado para destruir la capacidad de combate y, sobre todo, la voluntad de combatir del bando ucraniano y la consecución de sus otros objetivos, incluyendo objetivos territoriales limitados al Este y Sur del país donde la población simpatiza más con Rusia. Nótese que en una encuesta del 2015 sólo el 20% de los ciudadanos de Odesa apoyaba entrar en la OTAN[17]. El cerco de Kiev, en el norte, no parece tener como objetivo, por ahora, la toma de la ciudad, sino apretar la tenaza para forzar la negociación. Toda guerra es, ante todo, una confrontación de voluntades, pero este conflicto en particular no es tanto un enfrentamiento militar (perdido de antemano por Ucrania) cuanto una prueba de resistencia en la que cada bando quiere que el contrario llegue lo más debilitado posible a la inexorable negociación.​
Por otro lado, parece evidente que Rusia no contaba con el apoyo europeo, que ha dado alas a Zelensky para posponer lo inevitable (aun a costa de su propia población). Rusia ha perdido la iniciativa que buscaba una rápida capitulación ucraniana, lo que no obsta para que el ejército ucraniano esté derrotado y no haya guerrilla posible en un país sin selvas ni montañas, salvo que ocupe las ciudades utilizando de facto a su población civil como escudo humano.​
¿Desnazificar Ucrania?

El objetivo “policial” de la invasión consiste en la eliminación de elementos ucranianos que los rusos tildan de neonazis. De hecho, la justificación más extravagante esgrimida por pilinguin para invadir Ucrania – siendo Zelensky de origen judío – ha sido buscar su “desnazificación”. Esta terminología tiene un claro valor propagandístico de cara a la opinión pública rusa, pues recuerda a la Gran Guerra Patriótica (la II Guerra Mundial) cuya victoria se conmemora en Rusia como Fiesta Nacional. Sin embargo, tiene un fondo verosímil, aunque obsoleto.​
Un artículo de Foreign Policy del 2014 reconocía “la incómoda verdad” de que “una parte importante del gobierno de Kiev y de los manifestantes que lo llevaron al poder son, en realidad, fascistas[18]”. Recuerden que éste fue el gobierno resultante del golpe de Estado del 2014, apoyado por EEUU, que derrocó a un presidente democráticamente elegido. Foreign Policy menciona al partido Svoboda, fundado como Partido Social-Nacional de Ucrania (“un nombre deliberadamente evocador del Partido Nacionalsocialista” o nancy), que impuso el ucraniano como única lengua de la Administración “marginalizando instantáneamente al tercio de la población de Ucrania (y el 60% de la de Crimea) que habla ruso”. Según Foreign Policy, uno de sus parlamentarios habría fundado el Centro de Investigación Política Joseph Goebbels y tildado el Holocausto de “período brillante” de la Historia[19]. La creación de milicias armadas “neonazis” (como el Batallón Azov, cuyo cuartel general es precisamente Mariupol) también ha causado preocupación en los últimos años[20] e incluso hoy en día[21]. Aunque este “neonazismo” sea hoy políticamente residual en Ucrania, quizá explique la tibia y prudente posición de Israel en este conflicto, más allá de que su verdadera preocupación sea el nuevo acuerdo nuclear con Irán (donde Rusia tiene un papel que jugar).​
Finalmente, el objetivo político de la violenta invasión rusa es asegurarse definitivamente una Ucrania neutral no perteneciente a la OTAN, petición “sumamente razonable” (en palabras de un exembajador de EEUU en la URSS[22]) cuya aceptación, de haber obrado EEUU de buena fe, habría evitado el que probablemente haya sido el conflicto más evitable de la historia.​
Frente a esta invasión, EEUU ha impuesto una serie de sanciones económicas sin precedentes. ¿Quiénes serán los grandes perdedores de estas sanciones, los norteamericanos o los europeos? Seguro que conocen la respuesta, que analizaremos en el siguiente artículo.​
 

LordEntrophy

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El objetivo no es que Ucrania gane la guerra, a largo plazo Ucrania no tiene ninguna posibilidad real de ganar la guerra, y es que además a los Estados Unidos el destino de los ucranianos se la rezuma.

El objetivo real que se esconde detrás de todo esto es doble:

1. jorobar a Europa para hacerla aún más dependiente de los EEUU. Rusia tiene recursos, China tiene recursos, los EEUU tienen recursos. Europa NO tiene recursos. Se trata de que los europeos dejen de comprarle a Rusia y pasen a comprárselo todo a EEUU (o a sus aliados sátrapas de Oriente Medio), con el sobrecoste correspondiente.
2. Desgastar a Rusia, presentándola como el nuevo Gran Satán para otros 10-20 años, al cabo de los cuales el enemigo número 1 de Occidente (del mundo libre, ja) pasará a ser China.

Y sí: Rusia también usa propaganda a destajo y pilinguin es un cabronazo sin escrúpulos de la KGB. Pero para hacerse una idea del mundo en el que vivimos es necesario observar el panorama completo. Aquí no hay dos bandos, hay como mínimo cuatro: Ucrania, Rusia, EEUU y la Unión Europea. Y todos los bandos, mal que bien, están defendiendo sus intereses excepto uno... A ver si adivinamos cual.

Coincido plenamente. En este caso, FPCS también recoge ideas parecidas en su último artículo sobre el tema, de antes de Semana Santa.

Se podrá estar o no de acuerdo, pero es innegable que está muy acertado cada vez que insiste en que el escepticismo es un muy sano ejercicio intelectual, máxime en los tiempos que corremos con la desinformación campando por doquier y la ingeniería social o propaganda constante a la que somos sometidos los ciudadanos.


POLÍTICA​
Ucrania y el suicidio de Europa
Asombroso: el presidente de uno de los países más corruptos del mundo da lecciones a parlamentarios occidentales y éstos le ovacionan puestos en pie.​
Fernando del Pino alopécico-Sotelo​
7 de abril de 2022​
Asombroso: el presidente de uno de los países más corruptos del mundo da lecciones a parlamentarios occidentales y éstos le ovacionan puestos en pie. Incluso para los estándares de mentira actuales, no deja de causar estupefacción la canonización como campeón de la libertad de quien manda arrestar al jefe de la oposición democrática de su país[1], cierra sus medios de comunicación y prohíbe las actividades de once partidos opositores[2].​
No podemos olvidar que el irresponsable gobierno ucraniano pudo evitar este conflicto y no lo hizo: una semana antes de la brutal invasión rusa el canciller alemán pidió a Zelensky que declarara la neutralidad de su país y renunciara a entrar a la OTAN, condiciones razonables a las que el líder ucraniano (o sea, EEUU) se negó[3]. Dado que tras el conflicto Ucrania tendrá que aceptar ambas, el sacrificio del pueblo ucraniano habrá sido estéril. Mientras el presidente ucraniano intenta arrastrarnos a la Tercera Guerra Mundial y, con sus sobreactuaciones y su cuidada puesta en escena (barba de tres días y camiseta verde), se dedica full-time a ganar la batalla de la propagada de la opinión pública occidental (algo irrelevante para pilinguin, que ya la tenía perdida de antemano sin invadir a nadie), los rusos se dedican a lograr la mayor parte de sus objetivos militares y estratégicos.​
Escepticismo

El escepticismo es la castidad del intelecto, decía Santayana, especialmente ante una guerra en la que quizá no podamos conocer la verdad, pero sí aplicar la lógica. Por ejemplo, EEUU afirma que un pilinguin “arrinconado” puede usar armas químicas o nucleares (entonces, ¿por qué le arrinconan?). Sin embargo, la lógica nos dicta que las armas sucias las utiliza el contendiente que va perdiendo (y Rusia va ganando) y que antes de utilizarlas habría agotado otros modos de destrucción que no han tenido lugar, como cerrar el gas a Ucrania, arrasar sus campos de cereales, destruir sus infraestructuras, dejar a Kiev sin electricidad ni agua corriente o reducirla a escombros mediante bombardeos de alfombra (por cierto, un invento anglosajón). De hecho, la prensa norteamericana ha desvelado hace pocos días que la supuesta amenaza de guerra química fue sólo una campaña de desinformación del gobierno de EEUU y que no existía evidencia alguna de inteligencia de que Rusia fuera a utilizarlas[4]. Según la misma fuente, lo mismo aplicaría al relato de un pilinguin supuestamente mal informado por su entorno.​
Un sano escepticismo también nos lleva a no sacar conclusiones precipitadas ante los horribles hechos de Bucha, que deben ser investigados hasta el final. No parece lógico que Rusia, que dominaba la zona y la ha abandonado con toda tranquilidad anunciándolo con antelación, deje pruebas de una matanza de civiles con todos los cadáveres ordenados en una calle. Naturalmente que los rusos son capaces de semejante carnicería y, de hecho, HRW ha acusado a Rusia de crímenes de guerra (una violación y siete civiles ejecutados sumariamente hasta el 14 de marzo[5]), pero también puede ser una operación de falsa bandera (otra más) de los ucranianos, acusados de hacer daño a prisioneros de guerra rusos, según HRW[6], o incluso ejecutarlos[7]. Que un vídeo y unas fotos aportadas por uno de los contendientes basten para sacar conclusiones indica lo fácil que es manipularnos. ¿Primero sancionamos y luego investigamos? No sabemos cuántos civiles han muerto, ni quién los ha dado de baja de la suscripción de la vita, ni cuándo, ni cómo. La guerra es un horror siempre, pero no es lo mismo que mueran civiles como daño colateral en enfrentamientos armados a que sean ejecutados a sangre fría por soldados rusos. Si la investigación sigue su curso sabremos quién es el culpable, y si no se investiga, también.​
Asimismo, podríamos aplicar la lógica para averiguar quién obstruye los corredores humanitarios en las ciudades sitiadas. ¿Cui prodest? ¿Quién se beneficia de ello? Los rusos rodean y atacan las ciudades porque los combatientes ucranianos se han refugiado en ellas evitando enfrentamientos en campo abierto y utilizando de facto a su población como escudo humano. Entonces, ¿quién está interesado en impedir que los civiles abandonen el área, los sitiadores, que no pueden bombardear a discreción, o los sitiados, que se benefician de ello? ¿Quién impide que los rehenes de un atraco salgan del banco, los atracadores o la policía que los tiene rodeados? Son los débiles los que cogen rehenes, y creo significativo que Ucrania acuse a la Cruz Roja Internacional de “trabajar para el enemigo” por facilitar la evacuación voluntaria de civiles desde Mariupol (ciudad del Donetsk de mayoría rusófila) hacia Rusia[8].​
Visión global

La guerra sobre suelo ucraniano es un conflicto entre EEUU (el provocador) y Rusia (el agresor). Un factor que añade complejidad y suele ser obviado es que Ucrania, enfrascada en un enfrentamiento civil de intensidad variable e independiente sólo desde 1991, es una no-nación dentro de un Estado creado de una forma más o menos artificial. No son inventos de pilinguin: el poco sospechoso Premio Nobel Alexander Solzhenitsyn, férreo anticomunista superviviente del Gulag soviético, denunciaba en 1994 “las falsas fronteras leninistas de Ucrania, con Crimea como dote ofrecida por el déspota Kruschev[9]”.​
La causa próxima de la guerra ha sido la innecesaria expansión de la OTAN hacia el Este a pesar de las constantes advertencias de Rusia y de expertos occidentales de que una Ucrania perteneciente a la OTAN suponía una “amenaza existencial” para Rusia. Quizá los rusos sean unos paranoicos, pero no son los únicos: la Agencia de Inteligencia de Defensa norteamericana considera al ejército ruso (aunque no salga de Rusia) “una amenaza existencial para EEUU[10]”.​
EEUU no sólo defiende su hegemonía sino sus intereses económicos, pues casi todas las guerras de EEUU desde 1991 han tenido un componente religioso en nombre del dios dinero. Así, uno de los objetivos de EEUU al empujar a Rusia a la guerra era descarrilar el proyecto de gaseoducto Nord Stream 2, que permitía a Rusia proveer de gas a Europa sin pasar por Ucrania y unía más estrechamente los lazos comerciales pacíficos de Eurasia. Recordemos que EEUU ve a Europa con condescendencia, como a un familiar lejano venido a menos, pero también como a un competidor, como a Rusia. Biden primero nos mete en el lío y luego nos vende gas licuado norteamericano, mucho más caro que el ruso ¿y nadie se pregunta nada?​
La fina diplomacia occidental

Bajo la batuta de EEUU, Occidente se empeña en alargar la guerra con una escalada retórica sin precedentes. El ministro de Economía francés declara la “guerra económica total a Rusia[11]”, un senador norteamericano y el ministro de Exteriores de Luxemburgo piden el asesinato de pilinguin[12] y Biden llama al autócrata ruso asesino[13], criminal de guerra[14] y carnicero. Esto contrasta con una entrevista a Trump en 2017. Cuando un periodista le espetó que pilinguin era un “asesino”, el expresidente no se arredró: “Hay muchos asesinos… ¿Por qué cree usted que nuestro país es tan inocente? Eche una ojeada a lo que hemos hecho…recuerde la guerra de Irak…murió mucha gente, así que, créame, hay muchos asesinos a nuestro alrededor[15]”. Naturalmente, ningún periodista le pregunta a Biden si cree que el príncipe heredero de Arabia Saudí es un “asesino” a pesar de que la CIA le acusa abiertamente[16] de haber aprobado el “atroz asesinato”[17] del periodista del Washington Post Jamal Khashoggi, exiliado por denunciar las acciones del dictador saudí y asesinado dentro del consulado saudí en Estambul. Su cuerpo fue aserrado y desmembrado in situ, pero el caso no se toca porque “el riesgo de dañar los intereses norteamericanos es demasiado grande”, según el New York Times[18]. La política exterior no va de defender valores sino intereses, y Ucrania no es una excepción.​
La retórica belicista es incompatible con la desescalada que necesitamos y nos conduce a una nueva Guerra Fría que no enfrentará a la OTAN con un opresivo Pacto de Varsovia, sino a un crepuscular Occidente (15% de la población mundial) con a un Oriente renaciente (el 85% restante), y será Occidente quien quedará paulatinamente aislado del resto del mundo. De la globalización a la autarquía.​
¿Alguien en Occidente está tomando nota de lo que ocurre? El gobierno de la India, tras anunciar que seguirá comprando petróleo ruso y que quizá lo haga en rublos, cancela la visita de un grupo de parlamentarios británicos que iban a presionarle con Ucrania[19] pero recibe ese mismo día al ministro de Exteriores chino. Turquía y Brasil dicen públicamente que no sancionarán a Rusia, Arabia Saudí anuncia que aceptará yuan en vez de dólares por parte del petróleo que vende a China, y ésta afirma que “todo el mundo sabe” quién provocó la guerra en Ucrania, en referencia directa a EEUU. Países que representan más de la mitad de la población del planeta no apoyan las sanciones a Rusia.​
La manía de las sanciones

Los gobiernos culparon “al el bichito” de la recesión del 2020, pero no era verdad: la recesión no la había provocado el bichito, sino las absurdas, ilegales, dañinas y estériles medidas tomadas en estampida por los distintos gobiernos. De igual forma, el agravamiento de la inflación y la crisis económica en ciernes no es principalmente responsabilidad de la invasión rusa, sino de las sanciones tomadas sin ton ni son por EEUU y sus obedientes “socios” europeos a pesar de que el historial de sanciones (Cuba, Venezuela o Irán) muestra que son un estrepitoso fracaso: los regímenes no caen, los pueblos sufren injustamente y el equilibrio mundial se resiente.​
Simpatizo con quienes defienden que la flagrante violación de la legislación internacional mediante el uso de la violencia que ha supuesto la invasión rusa no puede quedar impune, pero las reacciones deben ser proporcionadas, ajustadas a Derecho, eficaces y quirúrgicas, y en ningún caso autolesivas. Como veremos, han sido justo lo contrario.​
En primer lugar, la limitación a la importación de materias primas de uno de los principales exportadores del mundo ha agravado el pertinaz problema de inflación preexistente y disparado el coste de los combustibles, la electricidad, los fertilizantes y los alimentos. La inflación es tanto más peligrosa cuanto los bancos centrales no pueden subir los tipos de interés como debieran, encerrados en su propia trampa. No olviden que para los países ricos el aumento del precio del pan es un inconveniente, pero en los países pobres puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte, no en balde organismos internacionales han alertado sobre una posible hambruna.​
En segundo lugar, los belicistas del Departamento de Estado que juegan a Napoleón no comprenden que en un mundo globalizado cualquier sanción tiene un efecto bumerán. Jugar a hundir el rublo (algo en lo que por ahora han fracasado, pues la divisa rusa ha recuperado todo lo perdido) es peligroso, como quedó demostrado con LTCM y el default de 1998 de una Rusia entonces mucho más irrelevante y que estuvo a punto de hundir al sistema financiero mundial.​
Por otro lado, la “congelación” de activos decidida por un gobierno sin sentencia judicial y sin que el acusado haya podido defenderse es un claro atentado contra el Estado de Derecho y contra la propiedad privada y crea un peligroso precedente. La congelación de reservas rusas en el extranjero supone la defunción del sistema financiero internacional basado en la confianza y, entre otros efectos perniciosos, vaciará Occidente de reservas de países de Oriente, particularmente de China, y contribuirá a la pérdida del dólar como moneda de reserva, pues Oriente ha tomado nota de que en Occidente ya no se respetan las reglas ni la propiedad privada. Igualmente graves son las sanciones a personas físicas que no han sido acusadas de ningún delito, aunque se trate de oligarcas ciertamente siniestros. Que un gobierno pueda impedir arbitrariamente que un ciudadano disponga de sus bienes por pertenecer a una determinada nacionalidad o por sus relaciones de amistad resulta inadmisible. Este abuso de acciones ejecutivas sin amparo judicial supone una muestra más del nuevo totalitarismo que se está imponiendo en Occidente sin que nadie proteste.​
El suicidio de Europa

Pero la gran perdedora será Europa, que comprenderá demasiado tarde que no puede obedecer a EEUU con fidelidad perruna cuando sus intereses divergen. China e India tienen mucha densidad de población y pocos recursos y Rusia tiene poca densidad de población y muchos recursos, por lo que su acuerdo sería muy natural. Así, en un mundo de recursos escasos que a Europa no le sobran, lo que estamos logrando es arrojar a la principal reserva de recursos naturales de Eurasia, que estaba deseando comerciar con nosotros, en brazos de Oriente. A EEUU le da igual, pero para nosotros es un auténtico suicidio. ¿Tan difícil es comprender que el deber del gobierno alemán era defender los intereses del pueblo alemán, que evidentemente pasaban por obtener gas ruso barato a través del gaseoducto y no adoptar una actitud agresiva con un importante socio comercial con el que no tenía conflicto alguno? El extraño giro de 180 grados por el que Alemania pasó de echar a Rusia de Eurovisión a anunciar que enviaría misiles para dar de baja de la suscripción de la vida soldados rusos ha supuesto el suicidio económico de Alemania, su tercera derrota a manos de EEUU y la triste constatación de que, a pesar de las apariencias, sigue siendo un país ocupado. De igual modo, el deber del gobierno de España era defender los intereses de los españoles, pero también ha decidido sacrificarnos para suicidarnos con Alemania y defender los intereses norteamericanos, con Ucrania y con el Sahara.​
La insensata escalada de Occidente puede provocar una crisis económica, financiera y humanitaria de imprevisibles consecuencias. Nos conducen al abismo, una vez más.​