Voy a contar una batallita, sobre cómo descubrí el concepto de "liana". No lo leí en ningún foro, me lo explicó una chica española (manchega, en concreto).
Eramos un grupo de becarios españoles en el extranjero, aproximadamente mitad hombres y mitad mujeres . Yo era muy joven, con la universidad recién acabada y con bastante poca experiencia de la vida en general y de las mujeres en particular. El resto de becarios era de la misma edad o un par de años arriba.
Solíamos comer juntos en el trabajo y teníamos conversaciones bastante explícitas. Un día está chica dijo que "estaba con su chico HASTA QUE SURGIERA ALGO MEJOR". A todos los hombres, y a mí en particular se nos descolgó la mandíbula. La chica vio nuestra reacción y se intentó defender, para no parecer un meretriz frío y calculador: "¿Y vosotros, si pudiéseis salir con una chica mucho más guapa, cariñosa, inteligente... no dejarías a la chica con la que ya estuvieseis saliendo?". El resto de las becarias no entraron al trapo, pero me atrevería a decir que entre ellas había un "asentimiento tácito". Estaban de acuerdo con la otra becaria, pero pensaban que era mejor no hablar de esas cosas, sobre todo delante de los hombres.
No eramos un grupo de chicos del Opus, podíamos aceptar la promiscuidad. Un chico y una chica se conocen una noche, han bebido y están calientes, fornican y mañana si te he visto no me acuerdo. De hecho, nosotros hubiéramos deseado tener la oportunidad de ser más promiscuos. También podíamos entender la infidelidad. Sales con una chica, conoces a una amiga suya increíble, se te disparan las hormonas y te las quieres tirar. Es algo fisiológico.
Lo que nos dejó alucinados fue la frialdad, el cálculo, la PREMEDITACIÓN. No es algo que simplemente "pasa". Es algo que "debe pasar".
"Estoy con este chico, no es un alfa, no tiene mucha pasta, me quiere y tal y bueno, para amar y que me pague unos caprichos no está mal HASTA QUE SURJA ALGO MEJOR". Como quien conduce un SEAT a la espera de poder cambiarlo por un BMW (o un Porsche, si se puede). Exactamente como un objeto y no como un ser humano, con sus sentimientos, sus ilusiones, sus planes para el futuro...
Puede que sea un pardillo iluso, pero todavía espero poder seguir el modelo tradicional de boda por la iglesia, críos y demás. Pero tendré bastante cuidado a la hora de elegir a la que tiene que ser mi mujer y la madre de mis hijos. No tiene que ser guapa, ni inteligente, ni culta, ni tener un buen trabajo, ni nada por el estilo. Pero tiene que tener un buen corazón, valores morales firmes y una visión del mundo compatible con la mía (preferiblemente, católica prácticante).
Y sobre su nacionalidad, lo tengo claro. A las españolas, no tocarlas ni con un puntero láser.