Estas quejiconerias de las tías siempre han existido. Lo que pasa es que ahora se difunden.
Recuerdo una compañera en el colegio todavía pero ya en octavo o séptimo. Sacó en un examen una nota demigrante, un uno o un dos. Se puso a llorar a la profesora y está acabó aprobando la, pasando por delante de todos los que habían sacado más que ella pero menos de lo que la profesora le puso (un 5 creo).
Supongo que aquella me marco más, pero en realidad lo he visto en el instituto y en la uni.
Esto es más de lo mismo, si la técnica funciona, se vuelve a probar.