Después de ver el debate, me quedan estas impresiones:
- Hacía mucho tiempo que no veía una superioridad tan grande por parte de un candidato, en este caso Mas. Las cosas le van tan de cara que puede permitirse jugar el papel de president in pectore y recoger todo el voto centrado posible de cualquier parte del espectro político. Juega a mayoría absoluta.
- Mas cuenta con la ventaja de que sus dos principales rivales en el caladero de votos, PSC y ERC, presentan a dos cadáveres políticos, como Montilla y Puigcercós. Ambos dieron lástima anoche. El primero intentando agitar la bandera anti-PP y el segundo echando la culpa de todo a Madrit. Realmente son estrategias a la desesperada intentando al menos no perder los votos de los más cerriles.
- Herrera es un bobo de solemnidad, investido de ese aire de superioridad jovenlandesal que otorga razón a todo lo que dice y lo hace insoportable a todo aquel que no esté de antemano de acuerdo con todo lo que va a decir simplemente por venir de una determinada ideología política. En este caso tampoco puede aspirar a ningún crecimiento electoral. Sólo a fijar a los ya convencidos.
- Rivera despierta simpatías por aquí porque le pone voz a una serie de ideas que están en la calle, pero son silenciadas sistemáticamente por el oasis catalán de la deriva identitaria. En ese sentido es una presencia de agradecer, pero como candidato alguien debería contratarle a este muchacho un asesor de imagen competente. Ayer le dejaron en evidencia en más de una ocasión por su tendencia a saltar como un chinche durante las intervenciones de los demás, dando una imagen inmadura, nerviosa, atolandrada incluso. Así lo tiene muy complicado para crecer electoralmente y mantenerse más allá del voto de protesta.
En conclusión, sólo Mas se presentaba como presidenciable. Los demás jugaban a si pactarían o no con él.
El momento más patético de la noche fue cuando Montilla le preguntó a Mas si aceptaría los votos del PP en la investidura y Mas se descojonó en su cara y le respondió que ya sabía que Montilla se traía ese pregunta preparada para deslumbrar en su minuto de oro y que si tanto le preocupaba que aceptase los votos peperos, se ofreciese entonces a que el PSC apoyase la investidura de Mas como candidato más votado, para que no tuviese que depender del PP. El pobre Montilla se quedó demudado y hasta perdió el tonalidad de la cara, sin saber qué contestar.
A mí me dio mucha pena, en serio. Es como cuando en categorías inferiores un equipo le está metiendo 12 goles a otro y el árbitro para el partido antes de tiempo para no prolongar la humillación. Cuní tenía que haber parado el debate ahí mismo para no hacer más sangre.