10 grandes macarras celtibéricos en Youtube...Me parto

meti-culoso

Madmaxista
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Me parto por favor que alguien inserte los videos...




Tenemos los mejores malotes de Europa. Macarras, héroes sorelianos, superhombres nietzscheanos de ciudad dormitorio. Tipos con un par de bemoles y una cámara cerca. Adéntrense, en el mundo de diez grandes malotes de extrarradio que les cambiarán “la risa por las lágrimas”.

“La violencia proletaria, ejercida como una manifestación pura y simple del sentimiento de lucha de clases, aparecerá, así, como una cosa muy bella y heroica: ella está al servicio de los intereses primordiales de la civilización”

Georges Sorel (Réflexions sur la violence, París, Marcel Riviére, 1908)

La calle está desierta, el macarra aprieta los puños y observa el horizonte a través de las gafas tintadas: los enemigos empiezan a salir por doquier y él se imagina como protagonista de un juego de Capcom en las 3000 viviendas de Sevilla. Ese del “mazao con bigote…”. Este planteamiento, no poco lírico, convierte a España en una superpotencia: tenemos los mejores malotes de Europa. Al menos hasta que entre Serbia en la Unión Europea y se nos acabe el chiringuito. Pasarán las modas, de los jebis a los canis, pero nunca cesará ese español que decide acabar todo con la solución más honesta: las palos como panes.

Héroes sorelianos, superhombres nietzscheanos de ciudad dormitorio que esperan su tiempo para acabar con la gentucilla que acecha sus barrios vendiendo drojas, robando plumas Pedro Gómez o los escudos de los coches. Tipos “con un par de bemoles”, que diría ese referente periodístico que es el vehemente Arturo Pérez-Reverte. Vidas que no son como ríos, sino como niveles del Streets of Rage y que producen übermensch en un eterno retorno de la galleta proletaria.
Es la hora de robar bocadillos en el patio

Es la hora de robar bocadillos en el patio

Aunque el bandolerismo protomacarra del siglo XIX -bien representado por genios del asalto a diligencias como El Tempranillo o Luis Candelas- podría dar para otro texto, nos hemos centrado en todos aquellos con material audiovisual reciente. Con la Transición como pistoletazo de salida, rememoramos aquellos tipos que Javier Cercas describió acertadamente de este modo en Las leyes de la frontera (2012): “Pronto las palabras no bastaron. Batista se aficionó medio en serio y medio en broma a pegarme puñetazos en los hombros y las costillas, algún bofetón; perplejo, yo contestaba riendo, jugando a devolver los golpes, tratando de quitarle seriedad a la violencia y de convertirla en broma. Eso fue al principio. Luego, cuando resultó ya imposible disfrazar la brutalidad de diversión, cambié la risa por las lágrimas y el deseo de escapar”.
El Vaquilla

Juan José Moreno Cuenca, "El Vaquilla", es el arquetipo de macarrilla etniano que tanto hizo por el primer cine de José Antonio de la Loma. Llegó, incluso, a interpretarse a sí mismo en el jovenlandesalista biopic que dirigió el propio de la Loma titulado Yo, el Vaquilla (1985). Ahí está todo: las bambas de Nike, los pantalones vaqueros marcapaquete y un pelazo que ya querrían los Modern Talking. “No me pasará nada, soy menor, ¿Qué pueden hacerme? ¿Meterme en un reformatorio? ¡Me escapo y en paz!” es el pistoletazo de salida de un filme que recorre el Vaquilla desde sus inicios delictivos hasta el penal de Ocaña, en Toledo.

En el clip podemos ver a Juan José realizando tirones de bolso en el coche, con sabios consejos de a quién a robar netamente superiores a los del Yomango: “He pasado de las tías porque solo tienen condones, pinturas y pastillas anti-babies”.

Macarra3

El monólogo inicial en la guandoca, resuelve y construye un filme elegiaco e incluye una frase que resume su vida: “Ya lo ven, nunca pude o nunca supe pasar al otro lado de la sociedad”. Y termina con esa frase aterradora, conociendo su final: “…y ahora lo estoy intentando”.

Adicto a la heroína, acabó con SIDA y Hepatitis C en el penal: nunca cometió un delito de sangre, aunque se le excarceló poco antes de morir debido a su estado terminal. Vázquez Montalbán lo consideraba una víctima del sistema y el citado Cercas construyó el libro nombrado sobre sus experiencias. Juan José tuvo la oportunidad, en los últimos años, de conocer pareja estable: se enamoró de ella a través de una relación epistolar. Murió con apenas 42 años de cirrosis en el Hospital de Can Ruti en 2003.
El Cojo Manteca

Se suele citar que todo contexto histórico, todo espíritu del tiempo (el llamado zeitgeist), espera un gran hombre. Aunque podría decirse que el mundo punki vasco se encarna en el músico Fermin Muguruza, nuestro candidato personal no es otro que El Cojo Manteca, cuyo nombre real era Jon Manteca Cabañas. Su génesis es propia de un X-Men: haciendo el cabra en un poste eléctrico sufre una descarga, se cae y resulta gravemente herido. Perderá una pierna y lucirá una cicatriz ciclópea en la cabeza.

Todo un personaje de Makoki que aventaja cual goleada del Bilbao a la Real Sociedad a Kortatu, y que conoció una fama brutal por contribuir como mejor pudo a la manifestación contra la subida de tasas en la universidad de 1987: se encaramó en una de sus muletas y destrozó un letrero con la otra, enfrente del Banco de España.
El cojo también contribuye

El cojo también contribuye

Un acto simbólico de primer orden que le dio una gloria efímera y le sirvió para ser entrevistado por el intenso Jesús Quintero en este clásico vídeo. A la pregunta, “¿Qué es para ti ser punki?” él responde “Pues no lo sé: es mucho del coco; según como lo lleves. No soy de esos que se pone la absorbe negra, la cresta y hala, a dar patadas por ahí”. Su ideología política, muy precisa, nos sigue pareciendo un referente inexcusable: “No he votado, ni votaré en mi fruta vida y si voto lo haré a Jon Manteca”. Se le detuvo poco después en Sevilla, pero vivirá medio año de prisión por insultar a la Virgen de los Desamparados en Valencia. Acabará mendigando en Alicante, en Torrevieja, en sus calles más céntricas.

En la entrevista afirma “…a mí me mola vivir” cuando recuerda a los yonkis del tiempo, pero no llegará a durar mucho: murió de SIDA en 1996. “Una leyenda con muletas” como resumió acertadamente un Quintero envuelto en humo.
El Pirri

El mejor secundario del cine kinki hispano, nacido en San Blas (Madrid), tuvo una notoriedad efímera pero fulgurante. De niño pequeñajo y melenas en Navajeros (1980) a su papel de sidekick cómico dentro de El juego más divertido (1988), se convirtió en la figura mediática icónica del tirabolsos del sur de Madrid. Todo gracias a sus frases magnas, superiores a todo el cine social de León de Aranoa, y que probablemente improvisaba: “Venga, a ver si te buscas una musiquilla guapa, ¿no, colega?”.

La aparición más brillante de su carrera es el duelo en la guandoca entre él y El tejas, donde venga el orgullo herido de José Luis Manzano después de sesso posgénero no consentido. Eloy de la Iglesia rueda la escena en cámara lenta al ritmo de Debajo del olivo de La Húngara; acción a machetazos donde se hibrida a Goya y John Woo de manera natural. Su trayectoria en el cine, a pesar de todo, tuvo éxitos tales como tener dos o tres planos-contraplanos con John Hurt en el thriller de Stephen Frears La venganza (1984).
El pirri

Nuestro Leif Garrett

El Pirri sirvió también de “atracción de feria” -improvisado crítico de cine- gracias al programa de Fernando G. Tola, Querido Pirulí en la TVE a finales de los ochenta. En un entorno burgués en exceso resultaba totalmente heterodoxo y la derechona, en expresión afortunada de Francisco Umbral, le reía las gracias.

Fallecerá con apenas 23 años por una sobredosis de heroína en Vicálvaro. Contaba Tola a El País que “se venía andando para apiolar el tiempo, para no pensar en otra cosa o encontrarse a otra gente”. Este paseo chungo, de San Blas a nada menos que la Gran Vía, tuvo final demasiado pronto.
Óscar, el segurata bakala

Cambiamos de década, de drojas y de contexto: en los noventa el macarreo pasó del centro y norte de España a tener como destino Valencia y Alicante. De todos los bigardos con bómber que llenaron de jolgorio y plumas Roc Neige el levante hispano tenemos devoción por Óscar, el segurata que sale en el documental sobre La ruta del bakalao (1993) de Canal Plus. Aquí aparece en el minuto 3.08.

El look de soldado americano a la Guile, el rapado, la chulería celtíbera y el chicle construyen un arquetipo bakaluti inconfundible. A la pregunta sobre el porqué de irse en autobús de fiesta, él responde: “Está claro, ¿no? Estás aquí a gusto, con gente que conoces, y donde hay un buen rollo que te cagas”. Define la ruta admirablemente, además: “Te juntas con los amigos, te olvidas de todo y te lo pasas bien”. Ahora, su aparición sublime es en el minuto 30, luego de llegar el autobús “cargado de fiesteros” tras cuatro horas en Espiral, y donde tiene este parlamento descacharrante: “El circo este que pasa. Hay saltimbanquis aquí me han dicho. Vamos a liar una buena feria. Una grande y subida de peso. Este es el lugar donde se va a llevar a cabo el gran lío de montepío: una gran concentración de gentes singulares y simpares las cuales se dedicarán a danzar y moverse sin parar”.
Te meto un MECO, augusto

Te meto un MECO, augusto

Este monólogo, que confiamos se hizo sin ningún doping, acaba con esta descripción del promotor de una cutre carpa de Coca-Cola en medio de la tierra del Turia: “El Vaticano de la música máquina”. Óscar y casi todos los macarras de este tiempo tuvieron mejor fortuna que sus antecesores de década. Así, éste ha acabado como DJ con el nombre de Babyface. Con el paso de la ruta a las discotecas maquinetas de Badalona sobrevive como DJ de fortuna y si usted está interesado puede contratar sus servicios para bailar hasta morir. U-HA.
Carlos el Yoyas

Gran Hermano siempre ha elegido personajes curiosos, algunos un tanto raros, pero pocos tan honestos y brutales como Carlos Navarro, el Yoyas. Auténtica pesadilla cultural charnega para la burguesía bien barcelonesa, El Yoyas apareció dando puñetazos de realidad a un entorno de jóvenes “simplepolla” y fue expulsado por sus vaciles con su novieta Fayna. Éstos fueron interpretados como violencia de género. Su visión viejuna de las mujeres queda resumida en esa frase colosal que resume perfectamente el heteropatriarcado: “Nena, ponme un Cola Cao”. 15 años de matrimonio con la maltratada, Fayna, dicen un poco a favor de lo atávico en las relaciones.

Dada la vehemencia del tipo, él mismo reconoce que tiene un “mal pronto”, ha sido un invitado preferente en programas como Crónicas Marcianas o especialmente en los talk show barceloneses. En este último marco, tan sórdido, tiene varios clásicos: uno de ellos es su petición que los jovenlandeses tengan los mismos derechos “…cuando se los ganen”.

Pero quizá su clásico más olvidado sea su enfrentamiento con ese titán del clasismo y el esteticismo con barretina que es Salvador Sostres. Después de una pugna sobre quién tiene más importancia, una limpiadora o un doctor -toma lucha de clases de mesa camilla-, El Yoyas desbarra en un mitin populista a lo Alfredo Duro.

Sorprende recordar que el ingenio maldiciente de Sostres fue incapaz de contestar al Yoyas. “Lo que no hace falta es entrenamiento es para ser tan pimpollo como tú, Sostres” es, sin duda, una gran frase. Especialmente junto a “a mi nivel vas a llegar tú para comerme la platano”. Ahora, su aforismo definitivo, que resume su filosofía y anticipa su inevitable vinculación posterior con Ciudadanos, es este: “Estoy aquí, en verano, pasando calor, va a jugar la selección y tengo que escuchar al lactante este diciendo tonterías”.
John Cobra

El advenimiento del primer Youtube a España hizo aparecer grandes monstruos mediáticos de ciudad dormitorio: de la socorrista tóxica al “contigo no bicho”. Pues bien, a mediados de la década pasada comenzaron a surgir gracias al vídeo inicial de Mario Vaquero Garcés decenas de malotes de extrarradio que se retaban unos a otros. Era algo así como una síntesis en vídeo pixelado de El Puño de la Estrella del Norte (1983-1988) y Menudo es mi padre (1998-1999) de El Fary.

¿Quién era Vaquero Garcés? Quizá ustedes le conozcan mejor por su otro nombre: John Cobra. Nada menos que un pelao chungo valenciano, un nano, que a falta de altura para entrar de tronista, decidió contar en Youtube sus técnicas callejeras. Su obra maestra, sin duda, es el vídeo inicial del Valecalle donde muestra unos movimientos que le habrían valido un papel protagonista en alguna secuela jodida de Soldado universal (1992). Era demasiado gallito, demasiado pomposo para no desatar una ola de competidores. Más después de su clásica lección, a lo Kung Fu (Panda), a los pringaos de su barrio. “Hola, soy John Cobra: bienvenidos al mundo de John Cobra y los golpes a la carta. Tengo la carta de los golpes, recoja su ticket y pida por su boca”. Un club de la lucha (1999) tristérrimo, con no poco homoerotismo chungo, y que convirtió a Cobra en el Final Boss de Youtube.

De manera paralela, este bakaluti en lucha contra “los raperillos de pastel” intentó tener éxito como hiphopero. Sus dos efímeros hit, Ado 3 y Carol, fueron descubiertos por Forocoches, que consiguió el hito de enviarlo a Eurovisión como candidato en 2010.

Fue la apoteosis troll del foro cuñao por excelencia y se saldó con Cobra gritando “comedme todos la platano”. Anne Igartiburu, teniendo a este héroe soreliano en plena apoteosis violenta en televisión, supo calmarle tocándole en el cogote con las palabras más hilarantes: “Tranquilo, John, cariño”. Reflejo pauloviano “to wapo”, que se diría en vernáculo. El último Cobra ha tenido una denuncia por violencia de género en 2010 de su ex mujer -vaya, no nos lo esperábamos- y un lento declinar como fenómeno Youtube. En 2014, eso sí, no perdió tiempo libre para amenazar de fin a Pablo Iglesias; clara antítesis intelectual de este nanócrata que se sueña emperador de Valencia.
Batu, The Dog

Uno de los vídeos más emocionantes de John Cobra, con esa poesía honesta de barrio obrero y gotelé, es aquel en el que llama su gran rival “mi Double Dragon” en homenaje al recreativo de Technos Japan de 1987. Su némesis de vaciles era José David Delgado Álvarez; un vigoréxico cani entre la capoeira y el plátano con motitas que se erigió como el rival más célebre de Cobra. Una lucha, que no se olvide, entre dos tribus urbanas -bakalas y canis-, entre dos décadas -los 90 y el 2000- y entre dos personas con mucho tiempo libre.

“¿Tú eres John Cobra premoh? Te voy a quitar toda la bobería, dolido personaje. Ven paca. Soy de las Palmas, estoy aquí esperándote, premoh hijo de la gran fruta”. Su look de secundario de King of Fighters (1994), versión bootleg coreana chungo, se ganó el corazón de toda aquella persona que haya cambiado de acera ante la visión de tres canis con gorras y oros.
Abajo derecha puño

Abajo derecha puño

No hay que olvidar tampoco su promoción de la cultura de Canarias. Aquí le vemos como improvisado guía turístico donde muestra sus coleguitas y las palmeras a una hora menos que en la península. “Esto es el paraíso. Aquí no somos racistas como tú, dolido fascista de cosa. John Cobra, John Culebrilla, te voy a arrancar la cabeza” es un canto a la integración y en contra del ascenso del populismo. Parece ser que llegó a montar una marca deportiva, además, para rentabilizar su breve fama.

En el ínterin, siguió subiendo más vídeos haciendo monerías, fatality à la Scorpion de Mortal Kombat, y lanzando todavía más amenazas hacia John Cobra. Santiago Segura, viejo astuta, supo reunir a estos dos hércules malevos en su drama carcelario (sic) Torrente 4 (2011). Desafortunadamente, Batu no pudo soportar la fama y se suicidó en 2013, dejando a Cobra sin su gran rival y las calles de Gran Canaria más vacías. Alejaos primos, alejaos…
Due, de Vallecas

La respuesta madrileña a los dos últimos, de Vallecas nada menos, fue este patapollo con ciclos sanos llamado Due. Apela a John Cobra y al Batu de este modo: “Vosotros sois unos cosas: Batu te voy a dar tal paliza que te voy a dejar vegetal, te voy a dejar en una silla de ruedas; Cobra, cuando quieras voy allí a Valencia y te mato”.

Ningún filme de The Rock llegó a tal nivel de violencia contenida en apenas dos frases. Después da unas cuantas galletas al punching ball, desinflándose -seamos honestos- al final. Pero todo lo compensa con la frase que finiquita el vídeo: “os tengo unas ganas, vais a flipar, gaias”.

Como véis, tuvo una serie de vídeos posteriores, donde llamaba a Batu “lgtb” o “ratita”, sin llegar al éxito del original, donde la tensión acumulada le aproxima a la película media de Bruce Lee. Si bien tuvo algún hit tardío como esta llamada a la violencia contra Batu y Cobra desde su salón con un carcaj y flechas. “Me quiero pegar con los dos: contigo y con tu perro (…) qué vas diciendo, si eres una moñiga” demuestra cómo su tensión de luchador callejero no desapareció. Pero el mejor momento del vídeo es la elipsis narrativa inicial, que no creemos que sea inventada: “he estado retirado porque tenía que solucionar muchos problemas que no tenía solucionados…”

La imaginación se dispara con esa afirmación y llegamos a ver al Due acabando con el Clan del Pie, Shredder y la organización secreta que quieren llenar Alaska de plantas petrolíferas en todas las películas de Steven Seagal.
Los pistoleros del Eclipse

Nunca, jamás, el cine español ha llegado a realizar un thriller tan intenso -que dejaría bocabierto al dúo Paul Schrader y Martin Scorsese- como el que grabó Callejeros con tres bakalutis. Son los llamados Pistoleros del Eclipse: El tomate, el Te rieh y el chaval de los ojos pixelados. Tres minutos de delirio scorsesiano que dejan Uno de los nuestros (1989) al nivel dramático de la película de los Muppets en el espacio.

Describamos el frenético vídeo: unos pringaos de fiestuki son parados en un control de la Guardia Civil. El tomate, en medio-alto de farlopa, toma la voz cantante y se monta un monólogo con el periodista de Callejeros a lo Joe Pesci. Las frases, que ni siete Urbizu podrían idear en un thriller hispano, son todas memorables: “Nos han parado, no me ha pasado de nunca”, “Mi colega, que se ha gastado un dineral…bueno, se ha pasado con la coquita, con los gramitos…que tiene amenazada a toda la policía nacional de Alicante”, “Yo me he bebido en mi casa cinco botellas de White Label”.

Pero ahí es cuando se introduce el elemento desestabilizador, “el coche marronero” (Mitsubishi Eclipse), donde guardan la priva. Con ese elemento de thriller, “la merca” del coche tuneao, toda esta intensa secuencia consiste en ver si la Guardia Civil descubre el alijo.
Poco antes de actuar la Guardia Civil, todo era felicidad

Poco antes de actuar la Guardia Civil, todo era felicidad

Mientras tanto, el chaval de “te rieh” tiene ese momento glorioso, que envidiaría Spike Lee, en el cual afirma a los periodistas: “¿Queréis tener un reportaje de querida progenitora? Toma coqueta, con esto no tengo ni para un cuarto de hora”. “Hasta el presidente del gobierno se mete, a mí que no me joroben” resume luego de manera honesta El Tomate. En ese momento el reportaje corta, mostrando un tipo monstruoso al que le falta un ojo y dice “me han amao vivo” por el control, junto a otro cantando las virtudes del hachís, y vuelve a “los pistoleros…” en esa bajada paranoica que todo aquel que haya tratado con farloperos conoce. Ahí el tono afable de estos flipados vira a las amenazas, ya que los picoletos -menuda paciencia tienen- les han pillado la farinha. Entonces, se suceden las coacciones: “Aquí hay gente muy peligrosa, esto no va a quedar así. Corten, corten, por favor…” o “Por mi hija que te disparo…”

Y todo se corona en el soliloquio último en la cual el Te rieh dice: “Si cuando tú has venido, yo he vuelto: he estado en tres centros de menores”. Ante el inevitable descojone del periodista por la frase, se pone farruco y lo tienen que calmar el resto de “pistoleros”. En 2009 ni la hija, ni la pistola, ni su plumas blanco recién sacado del año 96 pudieron evitar que fuera la guandoca, informaron fuentes de la policía a La Verdad de Murcia (edición de Alicante). El coche marronero, el Eclipse -protagonista silente del vídeo- apareció en Milanuncios hace pocos años: Forocoches intentó comprarlo como bromazo.
Chuky, de Cieza

No es ni el más macarra, ni el más mazado, ni siquiera transmite ningún tipo de miedo. Pero, sin duda, es el mejor. Un minuto de vídeo subido en 2006 a Youtube de un adolescente murciano donde amenaza a un tal Cristian “por chivarse a la mare” y al que quiere “enganchar bien enganchao”. Cristian, según su testimonio revelador, “se comió diez pastillas en una noche y no me dio ni media (sic), ni cosa”.

Cristian, según el acompañante, “si te pilla te mata”, pero en ese momento Chuky amenaza con algo misterioso, estilo el maletín de Pulp Fiction (1994), que “puedes sentir en el pecho”. Una lección de cine, un pequeño thriller de Brian de Palma, donde un mosqueo en un párking acaba sin que podamos conocer qué tenía en el coche y por qué lo íbamos a sentir en el pecho.
chuky de cieza

Acho, pijo, te voy a dar un clujío

Antonio se declaró más tarde “único en su especie”. El vídeo estaba grabado con el móvil por un colega de Archena, confesó. Dio, además, muchos detalles sobre su estado etílico, apenas una botella de Ron Matusalén (más de quince grados), y reconoció que pagó por ese vídeo, ya que la Guardia Civil le paró nada más realizarlo por borrachín.

En aquel tiempo, afirma, “llevaba sin probar nada de droja”, y en el coche únicamente una pistola de agua. Rompió, así, con la magia de los que pensábamos que escondía una Uzi robada a pagapensiones ucranianos ultraderechistas de un chalé sin número en Polaris World. Este héroe macarra, encofrador en paro, es un gran superviviente de esas gentes que vivieron una orgía de descontrol y drojas derivada del boom del ladrillo. Un tiempo, un país, donde el respeto se ganaba en las calles: “¿Quieres sentirla en el pecho?”.
 
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