Simbologia V


España necesitará 39 años para cerrar la brecha de género
ODS 5 | IGUALDAD DE GÉNERO

Aunque se registra una ligera mejoría frente al año pasado, las estadísticas más recientes apuntan que España sigue suspendiendo en igualdad de género. Esto tiene un coste social, pero también uno económico: 231.000 millones de euros según el estudio ClosinGap
39 años. Ese es el tiempo que tendrá que pasar todavía para que España cierre su brecha de género. Es lo que dice el IV Índice ClosinGap, que elabora la Asociación ClosinGap en colaboración con PwC, y que acaba de ser publicado. El informe mide el estado de la brecha de género, pero también su impacto en la economía. Los números son así una ventana a lo que está ocurriendo y al coste económico que tiene.

España está ahora en un índice de paridad -si el 100% es igualdad plena- del 64,9%. La evolución en la última década de este porcentaje muestra una evolución positiva hacia la igualdad, pero también una que es lenta. En 2015, el país se situaba en el 60,1%. Son estos datos de evolución histórica y de velocidad de los cambios los que permiten estimar cuánto falta para llegar a ese buscado 100%. Prácticamente quedan cuatro décadas para llegar al objetivo de igualdad completa.



«Necesitamos todo el talento para crecer y eso debe ser un reto compartido», afirma al hilo de la presentación Fátima Báñez, presidenta de Fundación CEOE. «Y es urgente, ya que no vamos a esperar 39 años para cerrar la brecha de género, ni desde la iniciativa privada ni desde la pública. Toca no solo pasar a la acción, que ya lo hacemos, sino también acelerar», defiende.

Cómo afecta al PIB la brecha de género
Además de los efectos sociales y de los que impactan directamente sobre las mujeres, esta brecha de género tiene un efecto económico negativo a nivel país. Cada año, el producto interior bruto (PIB) deja de generar miles de millones de euros que podría conseguir si existiese la paridad.


El estudio lo ha cuantificado: el coste de oportunidad del cierre de la brecha de género es de 213.013 millones de euros. Es, si se compara con lo que sí se ingresa a nivel país, el equivalente al 15,8% del PIB de 2022. Se pierde el equivalente al 8,5% del PIB por los problemas de participación en el mercado laboral de las mujeres, el 6,2% por sus jornadas y el 1,1% por la pérdida de productividad.

En 2008 se perdía el 23,6% del PIB (entonces, 261.800 millones de euros). Aun así, y aunque la cifra ha ido retrocediendo, sigue siendo una cantidad muy elevada. El informe defiende en sus conclusiones la necesidad de «aunar esfuerzos para cerrar las brechas de género e impulsar el crecimiento económico».

El talento femenino, aseguran, «es clave» como palanca de recuperación económica. De hecho, cerrar la brecha supondría sumar 2,9 millones de empleos a tiempo completo al mercado laboral.

A pesar de todo, el estudio sí apunta a una ligera esperanza. El índice de paridad de género «ha mejorado ligeramente» en la comparativa interanual. «Los datos reflejan los esfuerzos realizados para cerrar la brecha de género, sobre todo en el ámbito laboral, pero también indican que debemos mantenernos constantes e impulsar medidas para reducir las diferencias», apunta Marieta Jiménez, presidenta de ClosinGap.

En términos de PIB, el índice señala que la jornada laboral de las mujeres ha aumentado y que su aportación ha subido. Si bien es cierto que las mujeres son el 51.4% de la población española en edad de trabajar, pero solo aportan el 42,3% del PIB, la cantidad ha mejorado ligeramente (0,4% más) frente al año anterior.

Cuáles son las bases de la brecha de género
Pero ¿qué es lo que lleva a que la brecha de género persista? Tres razones apuntalan la desigualdad que viven las mujeres. Son su menor tasa de empleo y actividad laboral, el menor número de horas trabajadas (si ellas forman parte de la población activa es más probable que lo hagan de forma parcial que los hombres) y su presencia en sectores con un impacto menor directo en el PIB.

Estas son las razones macro. Pasando de la visión general a la más concreta, se suman más explicaciones. Al fin y al cabo, no todas las áreas analizadas evolucionan del mismo modo y no todas muestran los mismos datos en términos de igualdad. En algunas, se está mucho más cerca de ese objetivo de lo que se está en otras.

El ranking de los peores datos lo domina la conciliación. El índice de igualdad se sitúa aquí en el 43,1%, una cifra muy baja a pesar de que es —en la comparativa interanual (+1,7 puntos porcentuales)— el terreno que muestra una mayor mejora. La brecha aquí es del 56,9%, la más abrupta de todas las áreas analizadas. La esa época en el 2020 de la que yo le hablo hizo mucho daño a la conciliación y, aunque se ha logrado ya recuperar datos, todavía queda mucho camino por recorrer.

Si bien la investigación destaca como una tendencia positiva que el número de mujeres inactivas por dedicarse a las tareas del hogar ha caído —y la de los hombres ha subido—, los cuidados siguen siendo, sobre todo, un trabajo femenino. Esta brecha es especialmente problemática porque, como señala el estudio, conciliar es «determinante clave en el desarrollo personal, social, profesional y económico de hombres y mujeres».

El empleo arroja los peores datos
Los siguientes peores datos se encuentran en el empleo, con un 61,3% y una mejora mínima frente al año pasado de 0,1 puntos porcentuales. Aunque el aumento de la presencia de mujeres en cargos de liderazgo en la empresa privada y el de la tasa de empleo y actividad, así como la reducción de la brecha salarial y en las pensiones, tiran al alza, quedan lastres para la igualdad en el entorno laboral.

El que haya menos mujeres en las posiciones de liderazgo en las administraciones públicas en este último ejercicio o el que la duración de la carrera laboral siga siendo más larga entre los hombres mantienen las condiciones de desigualdad.

En otras áreas, 2023 ha dejado la igualdad en decrecimiento. La educación es, a pesar de su índice de 69,9, la que más decrece, aunque pierden igualmente salud y bienestar y digitalización. La brecha en educación ha empeorado —ha sumado 1,2 puntos porcentuales— porque los problemas estructurales no se han solucionado. Más bien se han estancado. Sigue habiendo más abandono educativo entre las mujeres, menos formación en la edad adulta y una excesiva brecha de género en las disciplinas STEM.

En salud y bienestar (83,9%) y en digitalización (73,9%), es donde la igualdad está más cercana y, aun así, ambos universos han empeorado ligeramente frente al año anterior. La salud mental y el riesgo de pobreza pesan en los ratios de bienestar de las españolas.

«La realidad es clara: es imprescindible seguir sumando esfuerzos para revertir esta tendencia, desde los estamentos públicos y privados, y hacerlo cuanto antes para contribuir al crecimiento de la economía», resume Manuel Martín Espada, socio responsable de Mercados de PwC España.
 
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